Por Vilma Filici
Es muy probable que antes de que finalice el año el Ministerio de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía de Canadá lance un programa especial de regularización para las personas que viven sin estatus en el país. El periódico Toronto Star confirmó esta información ampliando los detalles de este programa que ya se está trabajando y que estaría por ser anunciado.
Tal y como explicaba en mi columna anterior, todo indica que no va a ser una amnistía general, sino un programa de regularización especial que implicará que las personas cumplan algunos requisitos para que puedan acceder sus beneficios. Dichos requisitos obviamente aún no se conocen, pero por la experiencia de programas piloto que ha implementado el gobierno en el pasado, queda claro que un manejo adecuado del idioma, inglés o francés, y un buen historial laboral van a ser elementos clave para poder calificar.
Los esfuerzos por lograr la implementación de un programa como este no son nuevos, y tengo que mencionar que hace varios años, una coalición de organizaciones dio a conocer una investigación acerca de las personas indocumentadas que vivían en Canadá. La investigación, que fue financiada por la Labour International Union of North America, LIUNA Local 183, y publicada en el año 2005, llegó a la conclusión de que en el país había entre 300 y 500 mil personas indocumentadas. A la fecha de hoy, diversas fuentes plantean que ese número puede andar un poco arriba del millón de personas.
En los últimos años, diversos medios de comunicación han hecho eco de esta realidad que vive el país y han presentado como ejemplo de esta población a familias de origen latinoamericano, las cuales, después de que se les venció su visa de turistas, decidieron quedarse en el país.
Recuerdo un artículo en particular, donde un periodista explicaba lo honesta que era una familia, lo trabajadores que eran sus miembros y el buen establecimiento económico que tenían en Canadá. De igual forma mencionaba que esta familia estaba preparando la documentación necesaria para solicitar su residencia permanente basada en Razones Humanitarias y de Compasión, dado que definitivamente no querían regresar a su país de origen. Hoy esta familia tiene su residencia y son dueños de una importante empresa en la cual le dan trabajo a decenas de residentes y ciudadanos canadienses.
Traigo a colación esta historia sobre la cual escribí ya hace algún tiempo, porque lo que planteaba dicho artículo es la realidad que muchas personas viven no solamente en Toronto, sino que, a lo largo y ancho del Canadá. Personas que después de haber perdido su caso de refugio decidieron quedarse, o que llegaron como visitantes y cuando se les venció su visa de turistas se quedaron.
También es el caso de estudiantes internacionales que se quedaron después de haber terminado su carrera, y también de trabajadores temporales que después de haber terminado su contrato decidieron hacer de Canadá su hogar aun sin tener la documentación legal necesaria para residir en el país.
A partir del 2015 también fue el caso de miles de trabajadores temporales que en ese momento aún tenían permiso de trabajo, pero que decidieron quedarse, aunque fuera de forma indocumentada ya que ese año empezó a funcionar la nueva normativa que establecía que después de cuatro años de trabajar en Canadá, ciertos trabajadores no podían renovar su permiso de trabajo.
Según datos proporcionado por la organización Migrant Workers Alliance for Change el año pasado, al menos 1 de cada 23 personas en Canadá (más de 1,6 millones) son residentes no permanentes. Los migrantes viven en el país a través de permisos de estudio, trabajo o humanitarios, o carecen de documentación. Muchos migrantes están excluidos de la atención médica universal, del acceso a ayudas económicas de emergencia y del trabajo decente. Muchos están separados de sus familias.
Los indocumentados particularmente son personas que generalmente han vivido en Canadá durante muchos años. Yo personalmente conozco personas que han estado en el país por más de diez años sin estatus y que están muy bien establecidas, que tienen hijos nacidos aquí, tienen trabajo, muchos de ellos tienen sus propias compañías y algunos vienen de países que están en crisis económica o política y que, por lo tanto, no sería difícil legalizarlos. Hay que destacar que estas son personas que pagan impuestos provinciales, municipales y a veces, hasta federales.
Si observamos los trabajos que hacen las personas indocumentadas vemos que la mayoría están involucrados en las áreas de servicios, de salud, de cuidado de niños, de cuidado de ancianos, en la construcción, en la limpieza, etc., es decir que la mayoría hacen trabajos esenciales y fueron fundamentales durante la pandemia.
También es importante señalar que desde el momento en que estas personas están en el país y que están trabajando, obviamente son personas muy importantes para la industria de construcción, para los servicios y para el cuidado de niños en las casas (lo cual permite que los padres, los profesionales canadienses y residentes, puedan salir tranquilos a sus trabajos sabiendo que sus niños están en buenas manos), etc. Y estas personas también son importantes para la economía canadiense dado que son consumidores y, como dije anteriormente, pagan impuestos.
Recuerdo que en el año 2010 se proyectó una película sobre los indocumentados en los Estados Unidos, “Un día sin mexicanos”, la cual mostró la importancia que tienen los indocumentados para distintos servicios e industrias. En esta, la recolección de frutas en California paró completamente por la desaparición de los indocumentados, y si vemos lo que está sucediendo en estos momentos en Canadá, si miramos lo que está pasando con los trabajadores agrícolas, a pesar de que no son trabajadores indocumentados pero que sí son trabajadores vulnerables, podemos darnos cuenta de que efectivamente son necesarios para Canadá.
De hecho, hay granjeros que están con problemas muy grandes con las cosechas porque debido a la pandemia muchos trabajadores de temporada no están llegando al país. Esto, debido a que, primero, las fronteras estuvieron cerradas, y segundo, porque aún hay confusión entre el Departamento de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía de Canadá (CIC) y la Agencia de Servicios Fronterizos (CBSA), porque a pesar de que Inmigración ha abierto las puertas nuevamente para los trabajadores, la CBSA no les está permitiendo entrar fácilmente, por lo que se ha creado una crisis en la producción de las granjas a través del país.
Esto indica claramente que los trabajadores temporales y los indocumentados son esenciales para mantener la economía de ciertas áreas.
Tengo 38 años de experiencia trabajando con indocumentados y jamás he visto un indocumentado que no estuviese trabajando, tratando de establecerse económica y socialmente en el país. He visto a muchos indocumentados que han abierto sus propias compañías y que le están dando trabajo a ciudadanos canadienses y a residentes permanentes, y hay, lamentablemente, una falacia en relación con el comportamiento de los indocumentados, porque no es raro ver que a veces se asocia a los indocumentados con criminalidad, cuando por el mismo hecho de vivir de forma indocumentada las personas tienen un comportamiento mucho más correcto que el de las personas que tienen su estatus en el país.
Porque el estar sin estatus en Canadá los hace vulnerables, ya que cualquier tipo de error, aunque sea un error de tráfico, los pone en peligro de ser detectados y arrestados por la CBSA y eventualmente deportados.
También hay que tomar en cuenta que, dada esta crisis mundial de salud, Canadá no va a poder llenar sus necesidades de inmigrantes ni este ni probablemente el próximo año, y que por tanto lo mejor que podemos hacer es utilizar esa mano de obra calificada que ya tenemos viviendo en nuestro país.
Creo que ha llegado el momento de que el gobierno canadiense implemente este programa especial de regularización para las personas indocumentadas y sin estatus. Lo más importante para tener en cuenta es que estos trabajadores han demostrado ser esenciales para la economía canadiense, que están bien establecidos, que ya pagan impuestos, que son capaces y que son honestos. Es hora de regularizar a los trabajadores que viven de forma indocumentada o con estatus temporal en Canadá.
Vilma Filici, presidenta de Filici Immigration Services, es profesora de leyes de inmigración y refugio en Seneca College Toronto, y asesora en materia de inmigración para diversas organizaciones comunitarias. Escribe sobre asuntos migratorios en varios medios hispanos de Toronto y es fuente de información para, entre otros, los diarios Toronto Star y Toronto Sun, y las emisoras Radio Canadá y CBC.