Por Vilma Filici
El pasado 20 de agosto se celebró en la ciudad el “Día de los Residentes Indocumentados”, con el cual Toronto reconoció las contribuciones que los residentes indocumentados hacen a la ciudad, e hicieron énfasis en las políticas de acceso a los servicios que ofrece la municipalidad a todos los residentes, independientemente de su estado migratorio.
La declaración de la ciudad considera que “miles de residentes indocumentados que viven en Toronto hacen contribuciones importantes a nuestra ciudad, y muchos experimentan tremendas dificultades mientras viven con miedo debido a su falta de estatus migratorio”.
Además, dice que “los residentes indocumentados son una parte importante de nuestra ciudad. Si bien esa realidad a menudo es desconocida para nosotros, estos compañeros residentes son nuestros vecinos, trabajadores de primera línea y contribuyen al tejido cultural de nuestra ciudad. Como resultado de su condición de indocumentados, a menudo viven con miedo mientras no los ven, los escuchan y no los reconocen”.
E invita a la ciudadanía “a ser aliados de los residentes indocumentados, manteniéndonos informados sobre los problemas relacionados con ellos y aprendiendo cómo podemos ofrecer nuestro apoyo”.
Este reconocimiento a los aportes que brindan las personas indocumentadas al desarrollo de la ciudad y del país es sumamente importante, poque efectivamente estas personas se han convertido en piezas fundamentales de nuestra sociedad.
Lamentablemente el gobierno liberal del Primer Ministro Justin Trudeau dio marcha atrás a su promesa de implementar un programa de regularización para los trabajadores indocumentados, el cual supuestamente se iba a discutir en el Parlamento Federal antes de que éste entrara en el receso de verano.
Sin embargo, la esperanza aún no se ha perdido, sobre todo si se tiene en cuenta que una legislación parecida va a ser implementada en los próximos meses en los Estados Unidos, donde el gobierno del presidente Joe Biden ha lanzado un nuevo programa para proporcionar una vía de legalización a medio millón de inmigrantes indocumentados.
El lunes de esta semana el gobierno de los Estados Unidos abrió las solicitudes a aproximadamente 500,000 cónyuges indocumentados que han vivido en Estados Unidos durante al menos 10 años hasta el 17 de junio, así como a 50,000 hijastros menores de 21 años con un padre ciudadano estadounidense.
La iniciativa, “Keeping Families Together”, fue anunciada por primera vez en junio de este año y ha sido promocionada como la mayor acción ejecutiva del gobierno desde la política de Acción Diferida para los llegados en la Infancia del expresidente Barack Obama de 2012, que protegía de la deportación a los inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños y les otorgaba permisos de trabajo para quedarse.
En Canadá, los esfuerzos por lograr la implementación de un programa de regularización para los indocumentados no son nuevos, y tengo que mencionar que hace varios años, una coalición de organizaciones dio a conocer una investigación acerca de las personas indocumentadas que vivían en Canadá. La investigación, que fue financiada por la Labour International Union of North America, LIUNA Local 183, y que fue publicada en el año 2005, llegó a la conclusión de que en el país había entre 300 y 500 mil personas indocumentadas. A la fecha de hoy, diversas fuentes plantean que ese número puede andar un poco arriba del millón de personas.
En realidad, son muchas las personas que viven de forma indocumentada no solamente en Toronto, sino que a lo largo y ancho del Canadá. Personas que después de haber perdido su caso de refugio decidieron quedarse, o que llegaron como visitantes y cuando se les venció su visa de turistas se quedaron.
También es el caso de estudiantes internacionales que se quedaron después de haber terminado su carrera, y también de trabajadores temporales que después de haber terminado su contrato decidieron hacer de Canadá su hogar aun sin tener la documentación legal necesaria para residir en el país.
A partir del 2015 también fue el caso de miles de trabajadores temporales que en ese momento aun tenían permiso de trabajo, pero que decidieron quedarse, aunque fuera de forma indocumentada ya que ese año empezó a funcionar la nueva normativa que establecía que después de cuatro años de trabajar en Canadá, ciertos trabajadores no podían renovar su permiso de trabajo.
Según datos proporcionado por la organización Migrant Workers Alliance for Change el año pasado, al menos 1 de cada 23 personas en Canadá (más de 1,6 millones) son residentes no permanentes. Los migrantes viven en el país a través de permisos de estudio, trabajo o humanitarios, o carecen de documentación. Muchos migrantes están excluidos de la atención médica universal, del acceso a ayudas económicas de emergencia y del trabajo decente. Muchos están separados de sus familias.
Los indocumentados particularmente son personas que generalmente han vivido en Canadá durante muchos años. Yo personalmente conozco personas que han estado en el país por más de diez años sin estatus y que están muy bien establecidas, que tienen hijos nacidos aquí, tienen trabajo, muchos de ellos tienen sus propias compañías y algunos vienen de países que están en crisis económica o política y que por lo tanto no sería difícil legalizarlos. Hay que destacar que estas son personas que pagan impuestos provinciales, municipales y, a veces, hasta federales.
Si observamos los trabajos que hacen las personas indocumentadas vemos que la mayoría están involucrados en las áreas de servicios, de salud, de cuidado de niños, de cuidado de ancianos, en la construcción, en la limpieza, etc., es decir que la mayoría hacen trabajos esenciales y fueron fundamentales durante la pandemia.
También es importante señalar que desde el momento en que estas personas están en el país y que están trabajando, obviamente son personas muy importantes para la industria de construcción, para los servicios y para el cuidado de niños en las casas (lo cual permite que los padres, los profesionales canadienses y residentes, puedan salir tranquilos a sus trabajos sabiendo que sus niños están en buenas manos), etc. Y estas personas también son importantes para la economía canadiense dado que son consumidores y, como dije anteriormente, pagan impuestos.
Yo tengo cuatro décadas de experiencia trabajando con indocumentados y jamás he visto un indocumentado que no estuviese trabajando, tratando de establecerse económica y socialmente en el país. He visto a muchos indocumentados que han abierto sus propias compañías y que le están dando trabajo a ciudadanos canadienses y a residentes permanentes, y hay, lamentablemente, una falacia en relación con el comportamiento de los indocumentados, porque no es raro ver que a veces se asocia a los indocumentados con criminalidad, cuando por el mismo hecho de vivir de forma indocumentada las personas tienen un comportamiento mucho más correcto que el de las personas que tienen su estatus en el país.
Porque el estar sin estatus en Canadá los hace vulnerables, ya que cualquier tipo de error, aunque sea un error de tráfico, los pone en peligro de ser detectados y arrestados por la CBSA y eventualmente deportados.
Quiero aprovechar esta columna para felicitar a la Alcaldía Municipal de Toronto, y particularmente a la alcaldesa Olivia Chow, por mantener viva esta iniciativa de regularizar a los indocumentados que comenzó hace ya dos décadas. Las autoridades reconocen que estas personas han demostrado ser esenciales para la economía canadiense, que están bien establecidas, que ya pagan impuestos, que son capaces y que son necesarias.