Lengua española: Psicología y léxico del grito

El grito, cuadro del noruego Edvard Munch.
Por Enrique Pato, profesor de la Universidad de Montreal

Como seguramente usted ya ha reconocido, la imagen que está viendo arriba corresponde a una de las cuatro versiones de El grito (Skrik, en noruego) que Edvard Munch pintó en 1893. He seleccionado este cuadro expresionista porque refleja, en parte, el tema de esta breve nota: las emociones y el mundo interior.

El Diccionario de la lengua española (RAE/ASALE) define el grito (nombre que procede del verbo latino quiritāre > gritar ‘dar grandes voces’) como ‘voz muy esforzada y levantada’ y como ‘expresión que se profiere levantado mucho la voz’. Otros términos relacionados son los de alarido (‘grito lastimero por dolor, pena o conflicto’), chillido (‘sonido no articulado agudo y desapacible’) y vociferación (‘vocalización ruidosa’).

En la vida del ser humano el grito constituye una de las primeras manifestaciones sonoras espontáneas durante su primera etapa, justo antes de poder hablar. Se cree que este primer tipo de grito no tiene función ni intención comunicativas, ya que es un sonido prelingüístico. Durante este breve periodo de tiempo, entorno a las ocho semanas desde el nacimiento, el grito forma parte del comportamiento motor del bebé. Después, el grito sirve de experimentación y fortalecimiento fisiológico del tracto vocal para la posterior articulación del lenguaje, gracias a la garganta y los movimientos de la lengua. Este segundo tipo de grito es muy similar a los gritos vocálicos de los primates para comunicar una alarma, identificarse o incluso descansar, y así lo demuestran los estudios llevados a cabo con chimpancés, orangutanes, babuinos y macacos.

Aunque, como quedó indicado previamente, parece que los primeros gritos no tienen valor lingüístico alguno, cuando un niño descubre la influencia que dar un grito puede tener en su entorno más cercano, el grito se convierte en un instrumento con una función claramente apelativa. En efecto, el grito le sirve para atraer la atención de los demás y como expresión sonora de sus necesidades. El bebé grita cuando tiene hambre, sed, frío o calor, para comunicar una alarma o incluso un disgusto. Pero también grita cuando juega y aprende, para indicar sorpresa y alegría. Todos estos gritos suelen ser agudos o muy agudos.

En los adultos el grito presenta otras características distintivas, y puede ser deliberado o como fruto de una reacción espontánea (o liberación automática). Desde el punto de vista psicológico, las propiedades sonoras y el énfasis del grito son únicas, ya que se ha demostrado que impacta y activa el centro neuronal del miedo, situado en la amígdala, pero en interacción con el resto del cerebro (especialmente con la corteza prefrontal, situada encima de los ojos) y el cuerpo (como respuesta motora). En este sentido, nos ayuda a transmitir información a los demás y poner en marcha la autoatención, como táctica de reacción humana.

En realidad, los humanos no solo reaccionamos con un grito ante una situación de miedo. Una de las preguntas que nos podemos hacer es la siguiente: ¿por qué y cuándo gritamos?

La respuesta está lejos de ser sencilla. El ser humano grita, como ya dijimos anteriormente, por miedo o pánico (ante un susto), pero también por emoción (ante una sorpresa), por alegría, placer y felicidad (por ejemplo, para celebrar que nuestro equipo de fútbol ha marcado un gol), por dolor (ante una lesión) o por desesperación, tristeza e ira (ante un enfado o una angustia, como muestra el cuadro de Munch). Cada grito tiene su propia acústica. Por todo ello, el grito se emplea como mecanismo de defensa y como exhibición de fuerza. El mejor ejemplo de esta última situación son los gritos que emiten los tenistas durante un partido al soltar el aire (¿recuerdan a María Sharapova?).

La tipología del grito también es compleja. El grito puede ser desgarrador, dolorido, angustiado, brutal, tribal, de guerra, de revolución, de independencia, incluso “de Tarzán”.

En la lengua española contamos con algunas expresiones que incluyen esta voz, como poner el grito en el cielo (en francés decimos péter les plombs, y en inglés to make a great fuss o to hit the roof), locución verbal coloquial que se emplea cuando alguien ‘clama en voz alta, quejándose vehementemente de algo’ (“Lo que llama la atención es que quienes estos días han puesto el grito en el cielo por las declaraciones de Bolsonaro, callan y justifican la lamentable posición uruguaya en relación al régimen sangriento del dictador Nicolás Maduro en Venezuela”, El Observador [Uruguay], 29-03-2019).

También aparece en la locución pedir (algo) a gritos (fr. réclamer à cor et à cri, ing. to cry out) que sirve para expresar que alguien necesita algo (“Fue Cristiano, que saltó a la cancha esprintando, haciendo gala de su soltura, de su velocidad controlada y de su pelo impregnado de brillantina. Parecía pedir a gritos al mundo un poco de atención”, El País [España], 30-11-2009). Y en la locución grito y plata (fr. c’est du gâteau, ing. to be a cinch) de empleo en Chile, que se usa cuando alguien o algo tiene el éxito asegurado (“Muchos creen que venir a Australia “EL PAÍS DE LAS POSIBILIDADES”, como lo piensan muchos, es grito y plata”, Y así son mis viajes [Chile], 02-02-2015).

El grito también es limpio (a grito limpio), pelado (a grito pelado), tendido (a grito tendido) o abierto (a grito abierto). Y cuando usamos la expresión último grito (fr. le dernier cri, ing. It’s cutting edge) queremos reflejar alguna novedad en la moda o en otros ámbitos (“Aguja, tinta y hasta mil vibraciones por minuto es todo cuanto se necesita para plasmar un dibujo en el cuerpo. El último grito en moda arrasa en el mundo del deporte”, Prensa Libre [Guatemala], 19-10-2015).

Con todo, el grito es una manifestación sonora de las emociones, ya sean negativas o positivas. Cuando los gritos son positivos se crean mayores vínculos entre las personas (solo hay que pensar en los fans de un artista o en los hinchas de un equipo deportivo). Esto se debe a que con el grito liberamos endorfinas que son las encargadas del placer, por lo que también nos ayuda a liberar tensiones acumuladas, calmarnos y mejorar nuestro equilibrio emocional. Quizá ahora comprenda un poco mejor los motivos y las situaciones en la que usted –o alguna persona de su entorno– grita y lo practique más.

Enrique Pato es doctor en Filología Española por la Universidad Autónoma de Madrid. Sus campos de investigación se centran en la gramática, con especial atención a la sintaxis, y en la dialectología y la variación, tanto histórica como actual. Investigador principal de varios proyectos, Corpus de la sintaxis dialectal del español peninsular (FQRSC), Sintaxis dialectal del español (CRSH), El español en Montreal y COLEM (Corpus oral de la lengua española en Montreal), ha coeditado varios volúmenes colectivos y actas de congresos y tiene publicados más de un centenar de artículos en revistas nacionales e internacionales. En la actualidad es professeur titulaire en la Universidad de Montreal. Leer más artículos del autor.

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