El actor de origen mexicano interpreta a Camilo en Le Coyote, un inmigrante viudo y solitario en Montreal que intenta reiniciar su vida. Por este papel ganó el Premio a Mejor Actor en el Festival de Cine de Whistler de Canadá. Un reconocimiento para una carrera donde confluyen el talento, la disciplina y el ánimo para comenzar de nuevo muchas veces.
Por Carlos Bracamonte
Jorge Martínez Colorado no olvida el día en que su padre bajó de su enorme camioneta y se dirigió resuelto a la pensión donde se alojaba su hijo.
— ¡Coge tus cosas que nos regresamos a Córdoba!
El tajante hombre de negocios había viajado tres horas hasta la ciudad Xalapa, donde su hijo estudiaba teatro. Desde muy joven, Jorge Martínez Colorado decidió tomar el camino del arte. Su padre se oponía.
— No, papá, no me voy.
A su padre le habían dicho que en esa facultad de teatro había gente de mala reputación.
— Alguien escribió un cartel en los camerinos de los estudiantes que decía: “aquí estamos todos aquellos de los cuales nuestros padres nos previnieron” —, recuerda el actor mexicano que a los 17 años resolvió dedicarse a la actuación pese al porvenir incierto.
— Okey, si te vas a quedar, será bajo tu responsabilidad, con tus propios recursos.
— Así será.
Y así fue. Su padre volvió a Córdoba, ciudad en Veracruz donde Jorge Martínez Colorado nació hace 51 años. La dueña de la pensión había presenciado la escena de drama y le lanzó al joven un salvavidas:
— Mira, hijo, no te preocupes, que acá no te va faltar un techo ni comida.
Muchos recuerdos habitan ahora en Jorge Martínez Colorado mientras charlamos. Algunos son lacerantes; otros traen resignación, alegría y cierta paz.
Una voz entrecortada. Una emoción a punto de desbarrancarse es reprimida, pero va vibrando por dentro con peligroso caudal.
— Tu personaje en la película Le Coyote, el mexicano Camilo, es un hombre que contiene sus emociones, que parece haber fracasado en la vida, como padre y en su vocación. Él reprime sus emociones y, pese a todo, quiere volver a empezar, y cuando parece que las cosas se dan, todo se trastoca…
— Hay en él una implosión. Y su carga emocional que va por dentro y vibra todo el tiempo. Uno de los mensajes de Le Coyote era eso de volver a empezar. Nos ocurre a todos en diversas circunstancias. Camilo es inmigrante, y la inmigración, sin duda, representa un empezar desde cero, pero lo que le ha ocurrido en la vida va más allá de eso. Camilo ha sufrido tanto que ahora le cuesta mucho expresar sus emociones. Creo que nos pasa a todos, nuestras emociones van encontrando un lugar donde las metemos para poder seguir avanzando.
— La vida de Camilo es un constante empezar de cero. ¿Cuántas veces te ha tocado recomenzar?
— Muchas veces, y de varias maneras. Cuando mi madre murió hace seis años, no tuve la posibilidad de despedirme de ella. No pude volver a tiempo a México. Esas pérdidas borran ese propósito del “voy a hacer esto y lo otro”. “Yo lo hago por ti”. “Gracias por apoyarme”. “Gracias por tu amor”. Cuando pierdes esa posibilidad te surge la pregunta: ¿y ahora qué hago? Volver a empezar. El teatro fue algo que se interpuso entre mis padres. Mi madre me apoyó a todo precio. Tú haz lo que tú quieras, porque es tu vida, me decía. Mi padre murió hace dos semanas y creo que mis emociones van encontrando un lugar, y lo único que me queda es seguir.
— Camilo hace limpieza de madrugada para sobrevivir. Tú vives hace más de 20 años en Quebec, ¿Tuviste que hacer oficios difíciles?
— Cuando llegué intenté trabajar en servicio a la clientela. Trabajé en tiendas de ropa donde terminaba regalándola. Trabajé haciendo café y donas, y nunca me pagaron. Llegó un punto donde me dije: no voy a encontrar la paz si no hago lo que creo que vine a hacer en esta vida. Ahora trabajo en el Centro de Estimulación Médica de la Universidad de McGill. Soy un falso paciente.
— ¿Cómo es eso?
— Actúo en escenarios simulacro para la escuela de medicina, para los estudiantes de medicina. Como falso paciente recreo escenarios con síntomas y estilos de vida. Entonces, llego a la cita médica y el doctor me da un diagnóstico. Lo que McGill ha aprovechado de mí es la cuestión lingüística, es decir, la diferencia por la cuestión cultural. Me explico: puedo interpretar a un tipo que no habla ni francés ni inglés y tiene un diagnóstico en el cual está en riesgo su vida. Y los estudiantes deben echar mano de todos los recursos para hacerle entender a este hombre la gravedad de su diagnóstico.
— Es decir, estás con el motor encendido de la actuación todo el tiempo…
— Este tipo de escenas las hago siete veces en un día. Los espectadores son personas enfocadas en la ciencia. Esto me ha permitido esta naturalidad de cómo se hacen las cosas.
—¿Después de 20 años de carrera en Quebec, crees que el azar ha tenido una cuota en tu carrera?
— Creo a conveniencia en el azar. Alguien me preguntó una vez: ¿qué crees que es más importante, el talento o la disciplina? Yo tenía 17 años y acababa de llegar a la facultad de teatro. Hacía tres horas diarias de gimnasia y de danza. Estaba súper en forma. Me sentía inmenso, bello, bien hecho, yo creo que lo más importante es el talento, le respondí. Pero hoy creo que lo más importante es la disciplina. Cuando hablas del azar dices: “sí, el azar existe”, pero detrás de todo eso hay una disciplina de todos los días, cuando tienes la posibilidad de hacer las cosas, las haces bien. Hay que estar listos para cuando se presente la oportunidad. El maestro Stanislavski decía “No hay pequeños papeles, hay grandes actores”.
Aunque Jorge Martínez Colorado es un actor formado en el teatro, desde hace 20 años ha tenido una carrera ascendente en Quebec que ha pasado por la televisión, las series web y ahora se muestra en largometrajes con roles cada vez más protagónicos.
Recientemente trabajó con el destacado director de cine Philippe Falardeau, reconocido por ser nominado al Oscar a mejor película de habla no inglesa por el filme Monsieur Lazhar (2011).
El director quebequense le dio al actor mexicano un papel como jornalero en su última serie Le temps des framboises, la historia de una viuda que debe administrar un negocio agrícola con trabajadores extranjeros.
Hay una escena donde Jorge Martínez Colorado debe pedalear a toda marcha una bicicleta muy chiquita para su estatura. Ese era el chiste de la escena. Un hombre grande en una bicicleta pequeña. Y así se la pasó pedaleando desde las 7 de la mañana hasta las cinco de la tarde. Tenía un gran dolor de rodillas. Hacía mucho calor. Sus botas eran de caucho. Ya no aguantaba más. Philippe Falardeau lo seguía filmando.
— ¡Ya no doy más, ya no puedo, Philippe! —, suplicaba el actor.
— ¡Pero quieres ser vedette, ¿no? — le repetía sonriendo el director.
Jorge seguía pedaleando sin detenerse. Un horizonte se abría paso bajo el sol.
La película Le Coyote ha tenido una importante acogida en los espectadores de Quebec, por eso seguirá proyectándose una semana más. Podrá verla en los siguientes cines:
🎬 Cinéma Beaubien
🎬 Cinéma du Parc
Camilo fue cocinero en sus mejores tiempos. Ahora entrado en sus cincuentas, trabaja para una compañía de limpieza. Se vislumbra un fracaso personal en el pasado de este inmigrante mexicano solitario. Sin embargo, Camilo busca retomar su vida y finalmente se le presenta una oportunidad para volver a su pasión culinaria. Todo está listo para un nuevo inicio cuando Camilo recibe la visita de su hija Tania con quien cortó toda relación, debido a su adicción a las drogas y, quien le anuncia que es abuelo y le pide cuidar del niño mientras ella se somete a una enésima rehabilitación. La llegada de este nieto afectará los planes de Camilo. Habrá un nuevo comienzo para él, pero no como lo imaginaba.
Carlos Bracamonte es director de la revista Hispanophone de Canadá. Periodista y paralegal en inmigración. Lea más artículos del autor. Contacto: revista@hispanophone.ca.
[…] Volver a empezar, todo el tiempo: Jorge Martínez Colorado […]