Los retos del cannabis entre Canadá y Latinoamérica

Invernadero bajo techo de cannabis de la multinacional Canopy Growth Corporation, en Ontario.
Los canadienses que compraron cannabis por vía legal en 2021 aumentaron en 12% respecto al 2020. Se trata de un nuevo mercado al que no acceden aún productores de países latinoamericanos donde se ha legalizado también su producción y consumo. Regulaciones canadienses lo impiden.
Textos y fotos de Sebastián Navarrete Aldana
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En ocasiones, sin importar la estación climática, vemos por las calles largas filas de personas a las fueras de las tiendas de la Société québécoise du cannabis (SQDC) en Montreal, donde se puede comprar cannabis para fines recreativos y/o medicinales. Podríamos pensar, si no hemos entrado, que ahí encontraremos algunas flores de cannabis provenientes de nuestros países latinoamericanos.

Pero no es así.

Según el Departamento de Salud Canadiense, el cannabis importado en Canadá “no podrá ser vendido a provincias, territorios o clientes médicos”. Así lo afirma el permiso de importación de cannabis expedido por esta misma entidad a una de las empresas de este país. Prácticamente no se importó cannabis a Canadá durante el 2020 según los datos de esta institución gubernamental. Sin embargo, el valor en aduana total de las exportaciones de cannabis medicinal en Canadá en 2020 fue de $ 53 millones de dólares canadienses.

Tienda Société québécoise du cannabis (SQDC) Montreal, Canadá.

Se trata de mercado al que no acceden los países latinoamericanos que han legalizado el cannabis, así como también los pacientes o consumidores. Según el Informe Cannabis en Latino América y el Caribe realizado por la firma Prohibition Partners con sede en Londres, se proyecta que este mercado alcance más de $500 millones para 2024 ($619.88 millones de dólares canadienses) con el aumento de la producción de cultivo de cannabis. La cifra sería más alta si Canadá abriera las puertas a otros mercados.

En Latinoamérica, se permite alguna forma de cannabis medicinal en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú. Uruguay y México son los únicos países latinos que la han legalizado con los dos propósitos: medicinales y recreativos. Rodrigo Arcila, Presidente de Asociación Colombiana de Industrias de Cannabis (Asocolcanna) le contó a Hispanophone que con las Asociaciones de Argentina, Paraguay, Brasil, Uruguay, México y Perú están creando la Asociación Interamericana de Industrias del Cannabis con el propósito de mantener una comunicación permanente, ver los avances regulatorios y de mercado.

“Hay que entender que es difícil que un solo país logre ser una masa crítica importante para ser reconocida a nivel mundial. Latinoamérica puede ser un polo de desarrollo importante tanto de cultivo de cáñamo como de cultivo medicinal”, explicó Arcila.

Canadá fue de los principales inversionistas extranjeros con socios nacionales en este negocio en Latinoamérica. Promovió los cultivos, llevó la tecnología y la experticia científica. Varias de estas empresas canadienses de capital mixto están afiliadas a las distintas asociaciones y cámaras del cannabis en los países latinos. Sin embargo, es uno de los mercados más difíciles.

“Estamos luchando con el Ministerio de Comercio Exterior para que de manera bilateral con el Tratado de Libre Comercio que se tienen con los dos países y con nuestro embajador Jorge Londoño en Canadá logremos abrir esos mercados. No hay reciprocidad, aquí pueden llegar los productos, las inversiones y la tecnología canadiense pero no permite que nuestros productos lleguen a Canadá”, sostuvo Arcila.

Trabajadores de la multinacional Canopy Growth Corporation manipulan flores de cannabis.

La industria del cannabis medicinal y recreativo es un sector nuevo. Ha sido llamada la bonanza del cannabis o el oro verde. Un negocio que ha encontrado muchos problemas para su desarrollo por el estigma que ha tenido. Pero que, como en otros sectores de la industria, por la pandemia del Covid-19 se ha acelerado su dinamismo para afrontar la crisis económica y sanitaria que enfrenta el mundo. “Esta industria es parte de la solución y no parte del problema”, dijo Arcila.

Sin embargo, su estigma continúa y existe una lucha contra las drogas, entre ellas la marihuana ilegal que durante casi 50 años ha sido perseguida en varios países latinoamericanos que la cultivan. Ahora, por la legalización de la planta, personas que estuvieron en la ilegalidad ahora son legales. Es el caso de la Cooperativa Multiactiva y Multiétnica de Productores Transformadores Agropecuarios de Colombia “ATIY ACHAY K´INTY” Coprocannabis, ubicada en Popayán, Cauca, una de las regiones más golpeadas por el conflicto armado colombiano y también conocida por ser un corredor del narcotráfico. 

“Nuestro reto más complejo fue el tema del narcotráfico. Que es lo más duro, sacar a la gente de la ilegalidad y volverlos legales. Lograr convencer a las comunidades que lo que se hacía era negativo para el territorio y para ellos porque la ilegalidad es negativa y trae a los grupos armados. El cannabis es una planta inofensiva, nosotros los seres humanos la volvemos ofensiva” contó Jaiber Perdomo, gerente de Coprocannabis en entrevista para Hispanophone.

Está comprobado científica y ancestralmente que la planta del cannabis es terapéutica para combatir enfermedades como la epilepsia. Tanto así que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció, en diciembre de 2020, las propiedades medicinales del cannabis en una votación en Viena de la Comisión de Estupefacientes, el órgano ejecutivo sobre políticas de drogas del organismo. Esa recomendación -adoptada ahora- se basaba en el primer estudio crítico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el cannabis, la droga más popular del mundo con unos 200 millones de consumidores, según estimaciones de la ONU.

Cuarto de tratamientos de cannabis de la multinacional Canopy Growth Corporation.

La utilización del cannabis con fines científicos no está restringida para ningún país. Canadá sí permite este tipo de importación, pero es restringida. Los productores de cannabis que quieran exportar o importar sus productos se afrontan a un mercado con altos estándares agropecuarios y farmacéuticos. Cada país tiene su normatividad y son muy estrictos.

“Las licencias, la tramitología y estudios técnicos tienen un valor. A nosotros nos costó 120 millones de pesos colombianos ($40.000 dólares canadienses). Además 1 hectárea de cultivo que cumpla con toda la normativa para exportar está en unos 1.200 millones de pesos colombianos ($395.000 dólares canadienses). No podemos pagarlo, nuestros cultivos se hacen a la forma ancestral e indígena. Nosotros queríamos salir de la ilegalidad y que el mundo sepa que ahora somos legales”, contó Jaiber Perdomo.

El tráfico de marihuana ilegal en Latinoamérica continúa

En el caso de Colombia los cálculos son muy especulativos del tamaño de lo que se produce ya que se carece de monitoreo satelital y de mapas consistentes que muestren el tamaño de las áreas en producción. Esto a diferencia de la coca cuyo monitoreo es muy detallado, entre otros, por la Oficina Contra la Droga y el Delito de la ONU.

“No obstante, los datos más creíbles señalan que la comercialización internacional de marihuana se da hacia Brasil y es probable que hacia otros países de Sudamérica. Es poco probable que hay una exportación hacia Norteamérica o por lo menos no se tienen datos ciertos sobre esa ruta: la autosuficiencia de Estados Unidos, la producción de México y Jamaica dificultarían en principio la competitividad de la marihuana colombiana”, contó Ricardo Vargas M, sociólogo e investigador Asociado al Transnational Institute (TNI) en entrevista para Hispanophone.

Cuarto de investigación científica de cannabis de la multinacional Canopy Growth Corporation.

Sin embargo, y aquí lo más importante, la preservación de la competitividad de Colombia en el mercado internacional está asociada a la variedad creepy que ha venido consolidándose en el norte del departamento del Cauca, la cual abastece la demanda interna y un mercado que se sabe va hacia Brasil, eventualmente Ecuador y probablemente se reexporta hacia otros países.

“En términos especulativos esa especialidad de la variedad creepy sería la razón fundamental para que alcance también un ingreso a mercados como Canadá. Aun con mercados legalizados, la competitividad de Colombia se mantiene en virtud de esa especialidad que alcanza ganancias importantes lo cual estimula la búsqueda de otros mercados internacionales distintos a los ya conocidos”, concluyó el investigador Vargas. La historia de la planta en Canadá data desde la época del Mayor Jean Talon quien confiscó un cargamento de cannabis en lo que fue La Nueva Francia. Ahora, en la época de Justin Trudeau, la planta goza de libertad medicinal y recreativa. No obstante, las restricciones en temas de importación que el país ha implantado cierra las puertas de nuevas cepas que, tras ser estudiadas, pueden servir de potenciales tratamientos para enfermedades canadienses.


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Sebastián Navarrete Aldana es periodista y viajero. Ha trabajado como reportero freelance desde Chile, Brasil, Estados Unidos y Canadá. También hace voluntariados en hostales para despreocuparse de la renta mensual y conocer viajeros de todas partes del mundo.