La empresa local de dos hispanos que soportó la pandemia

Venezolanos Alfredo Tovar y José Luis Curvelo, dueños de CT Impress en su centro de operaciones (foto: CT Impress).
CT Impress de los hispanocanadienses Alfredo Tovar y José Luis Curvelo tuvo que encarar en Quebec la debacle masiva de negocios causada por la crisis sanitaria. Pero sus dueños dieron una vuelta de tuerca al negocio para sobrevivir y seguir imprimiendo productos promocionales y personalizados.
Por César Salvatierra
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Bajo la pandemia muchos negocios locales cerraron sus puertas. Otros se aferraron a su sueño y buscaron a tientas la manera sobreponerse. Los que resistieron le dieron cierto giro a la idea original de su negocio. La creatividad brota cuando la horca aprieta. La imprenta de los venezolanos Alfredo Tovar y José Luis Curvelo estaba aprendiendo a caminar entre la gran competencia quebequense cuando, con la llegada del virus, tuvo que correr para no irse a la quiebra.

Como buenos hispanos, los dos socios venezolanos estaban curtidos para enfrentar situaciones límite. Debían salir adelante sin más presupuesto que las máquinas y los equipos que habían adquirido poco antes de la enfermedad mundial. CT Impress, la empresa local de Alfredo Tovar y José Luis Curvelo, ubicada en Longueuil, Quebec, continuó imprimiendo artículos promocionales y personalizados. Poco a poco, las puertas de los clientes se reabrieron pese al virus.

Una de las cosas que llama la atención cuando se conoce su historia es que ninguno de sus dos dueños tenía experiencia previa en el rubro de la imprenta y el diseño gráfico.

Alfredo Tovar estudió traducción en Venezuela. Arribó a Canadá en el invierno nevado del 2013 y siguió un certificado en su especialidad en la Universidad de McGill. Llegó con su esposa y su hijo mayor. Luego tuvo dos hijos más. Vio un futuro promisorio en el campo de la traducción ya que había laborado en el área diplomática, incluso en la embajada de Canadá en su país. Pero pronto un baño de realidad cayó sobre sus expectativas de nuevo inmigrante.

Por su parte, su socio, el economista José Luis Curvelo pisó por primera vez Canadá en la primavera del 2013 junto a su esposa y su perro. Él había trabajado en Mondelēz International, la multinacional dedicada a la confitería, alimentación y bebidas. Era experto en inteligencia de ventas. Su adaptación profesional fue menos engorrosa, mas de algún modo no se sentía del todo satisfecho con los empleos que conseguía.

Aunque son Caracas, la capital de Venezuela, se conocieron en Quebec. José Luis era compañero del curso de francesisation de la esposa de Alfredo. Pronto la amistad floreció. Ambos tenían inquietudes por iniciar algo propio, pero no sabían bien en qué rubro apostar todas sus fichas.

Al principio, José Luis quería montar algo relacionado al chocolate. En Venezuela siguió un curso de chocolatería internacional y cultivó muy buenos contactos. Pronto notó que en Quebec eran muy arduos los requisitos empresariales para ese sector.

Más allá del oficio como traductor, Alfredo Tovar tenía un hobby: hacía en su cochera diseños personalizados usando una impresora y una máquina pequeña. Era una posibilidad de emprendimiento que fue tomando cuerpo tras recibir un curso de formación y de lanzamiento de empresa en la comisión escolar. Invirtió 170 dólares.

Tras aprender el ABC para montar su propia empresa, Alfredo y José Luis analizaron el mercado de Quebec. Incursionar en el rubro de la imprenta sin tener experiencia y con muchos competidores era como un disparo al aire o, peor, dispararse al pie.

Sin embargo, José Luis estudió el mercado desde dos perspectivas: las demandas insatisfechas, y conocer cómo la competencia ofrecía sus servicios. La mala planificación en las ventas pone cuesta arriba la adquisición de nuevo clientes. Había nichos que nadie visualizaba. Ellos decidieron ocupar esos espacios.

— Vamos a la comunidad latina, a las pequeñas y medianas empresas. Hay que estudiar a la comunidad latina y los productos. Hay que “atacar” los nichos. No solo desde el punto de vista étnico, sino desde el punto de vista del consumidor final — explica José Luis Curvelo, que ahora tiene un hijo y dos perros.

La empresa CT Impress ocupó una serie de vacíos. Por ejemplo, ofreció mercancías para organizadores de conciertos. El mercado de las mascotas y sus dueños también figuraba en esa lista potencial. 

El primer cliente importante llegó en el 2018. Se trataba de la Universidad de Concordia, en Montreal. Produjeron un set de franelas y camisetas para un evento grande de la Escuela de Aeronáutica. Le ofrecieron el servicio durante tres años.

La pandemia no solo trajo incertidumbre, sino también nuevas ideas. En sus planes no estaba clausurar el negocio. Entonces diseñaron mascarillas con motivos personalizados y con banderas de países. Su oferta actual incluye tres tipos de productos: los promocionales, productos personalizados y productos minoristas o novedosos. Utilizan también la serigrafía, y diseñan caricaturas a pedido que te las envían a casa y que podrías obsequiar a un ser querido si solo les envías la foto.

Todos los inmigrantes buscan una oportunidad. Muchos tienen la esperanza de que un día esta les tocará la puerta y la esperan con paciencia. Otros, más inquietos, se generan sus propias chances. Algunos de esos sueños pueden adquirir la forma de una empresa, de esas que dan independencia financiera y que encarnan la perseverancia y la pasión.

CT Impress ofrece productos promocionales y personalizados. Las caricaturas digitales tendrán un 10% de descuento durante el mes de diciembre 2021.


César Salvatierra es agente en temas interculturales y director de proyectos de la revista HispanophoneLea más artículos del autor.  Contacto: revista@hispanophone.ca

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