Planean mejorar el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales de México y Canadá

Trabajadores inmigrantes en una explotación agrícola, en una imagen de archivo. Foto: Bob Jagendorf / Flickr
Las partes involucradas se comprometieron a emprender, durante 2022, una revisión integral del contrato que sustenta estas relaciones laborales.
Por Alejandro Estivill, Cónsul General de México en Montreal
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El Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT) que México y Canadá establecieron por un acuerdo bilateral realizó este noviembre su reunión de revisión anual. Ello pone a trabajar juntos a funcionarios gubernamentales y asociaciones de empleadores de las provincias involucradas, así como organizaciones y académicos interesados en el apoyo directo a los trabajadores temporales. Un paso importante que, en esta ocasión, merece destacarse por un importante sentimiento de colaboración.

Los factores para ello están en la mesa: por una parte el programa se percibe ya antiguo. Aun cuando ha sido objeto de importantes halagos como una de las fórmulas más satisfactorias para atender demanda y oferta de mano de obra a nivel internacional con condiciones adecuadas para sus participantes, fue creado en 1974 con la participación entonces de menos de 200 trabajadores jornaleros del campo. En 2019 llegó a superar los 27,000 mexicanos participantes. Por otra parte, si bien ya se venían impulsando desde antes importantes mejoras para su mayor efectividad, la pandemia del COVID 19 obligó a reencontrar el valor de la mano de obra migrante temporal como “esencial” para la producción de alimentos en Canadá: innegable la necesidad de cuidar esa mano de obra en condiciones donde la seguridad y el bienestar de los involucrados se revele como la más alta prioridad.

Las autoridades canadienses responsables de revisar granjas, papeles, condiciones de trabajo señalaron en esta reunión que 95% de las granjas involucradas en el programa cumplen adecuadamente con las condiciones para una atención satisfactoria para sus trabajadores. México registra claramente que 85% de los trabajadores involucrados en el programa son de los llamados nominales y otorgan mucha valía a volverse a inscribir al programa una temporada tras otra porque su participación les parece satisfactoria. Sin embargo, los casos negativos, los abusos, los contagios, los problemas para atender un trabajador afectado con toda agilidad no son aceptables y obligan a no cejar en los esfuerzos de mejora.

Pero ¿qué hay nuevo entonces? Las partes involucradas se comprometieron a emprender, durante 2022, una revisión integral del contrato que sustenta estas relaciones laborales, entendiendo que, por arrastrar enmendaduras constantes a lo largo del tiempo, se ha alejado de la practicidad necesaria para que ofrezca todos los resultados esperados. Compensación ante afectaciones por clima, por ejemplo, que no llegan a los trabajadores, mejoras en seguros, eliminación de las repatriaciones tempranas cuando los trabajadores necesitan permanecer en Canadá por tratamientos o para atender temas jurídicos, elevación salarial, valoración de la antigüedad y revisión de deducciones no bien justificadas son solo parte de ese ambicioso proyecto. Pero igualmente, esta perspectiva tiene un origen en el interés por inscribir el programa en una visión más amplia y binacional sobre lo que puede ser dentro del conjunto de la movilidad laborar entre países.

Este no es el espacio, pero muchos latinoamericanos conocemos las cifras sobre la llamada “escasez de mano de obra” en Canadá, donde la Columbia Británica y Quebec tienen las circunstancias más apremiantes. En los últimos dos años esta escasez se ha incrementado: las encuestas que realiza Statistics Canada hablan de que el número de puestos vacantes subió, tan solo en Quebec, 38% si lo comparamos con 2019 llegando a 195,145 puestos vacantes.

Es importante decir que es un problema internacional y según una encuesta realizada por ManpowerGroup en 45 países, 69 % de los empleadores tienen dificultades para encontrar el personal que requieren. En definitiva, comienza a ser un fenómeno complejo atravesado por la automatización, la afectación a empleos tradicionales, las disrupciones del mercado y las necesidades que aparecen en nuevas actividades que antes ni siquiera se pensaba que serían relevantes. Decía en una ocasión la rectora de la UQAM que los estudios muestran que el 60% de las profesiones que hoy se vislumbran asequibles para el futuro de un recién nacido, cambiarán radicalmente o desaparecerán para la fecha en que él llegue a adulto. Por ello, recientemente, el gobierno de Quebec lanzó la estrategia “Operación mano de obra” que buscará atender esta escasez y cuya estrategia se orienta mayormente a la reconversión y recalificación de trabajadores.

Lo curioso es que las actividades más rutinarias, las mecánicas, son la que pueden ser suplidas y viven fuertes afectaciones en el cambiante mundo actual, pero las actividades más creativas e innovadoras, las actividades que implican involucramiento humano sensible y por igual las que requiere habilidades manuales difíciles de repetir con las máquinas (agricultura, preparación de alimentos especiales o ciertas actividades de limpieza o incluso corte de pelo) se vuelen necesarias y sufren de falta de personal en países como Canadá.

La escasez está entonces muy presente en jornaleros agrícolas y también en la manufactura (soldadores, personal de fábricas, maquinistas), en el comercio y por igual en los servicios o en niveles más altos de sofisticación como el de personal médico, las enfermeras, el personal dedicado al cuidado de ancianos y los programadores de cómputo y creativos de los videojuegos.

Para impulsar los nuevos avances que el programa de trabajadores agrícolas la posición mexicana toma en cuenta la perspectiva macro que esta situación encierra. Considera indispensable que los gobiernos reacciones pronto a esa realidad. Primero, no está en los objetivos del país ser un exportador simple de mano de obra, sino ofrecer remedios de desarrollo a su gente para que la decisión de ir a otro país sea, ante todo, un acto de elección y no una necesidad; que las oportunidades que abre este trabajo se signifiquen en decisiones orientadas a la educación y los procesos productivos en México para detonar cambios generacionales.  

La valoración de los jornaleros, una vez que se percibe la esencialidad de la labor agrícola en Canadá y la imposibilidad para suplirla, permite replantearla para que no sea una actividad condenada a la precariedad. En esta temporada, el aumento del salario mínimo en Ontario da pie a un jalón que incremente salarios en otras provincias y para que las consideraciones por antigüedad o por actividades más sofisticadas que ocurren en el campo repercuta en mejores ingresos.

Aun así, lo más importante está en el esfuerzo de incorporar el PTAT hacia una valoración más holística de lo ocurre en la relación de movilidad laborar entre México y Canadá que deberá involucrar a muchas más actividades (la demanda de mano de obra y la forma en que atrae trabajadores en condiciones de vulnerabilidad dicta considerar esa perspectiva), que deberá hacer prevalecer principios básicos como la equidad: mismos derechos, salarios y beneficios para los trabajadores migrantes conforme a lo que tienen los locales, entendiendo y cuantificando que uno de los detonadores del esquema de trabajo temporal extranjero es que los locales no quieren dedicarse a ciertas actividades. Y finalmente aceptar la gran complementariedad que existe entre las fuerzas de trabajo y de creatividad en toda la región de América del Norte.  

El año 2022 será de mucho trabajo y mucha cooperación entre México y Canadá para volver a dar un ejemplo mundial, eliminar definitivamente los casos que exhiben la permanencia de injusticias y ponernos a la altura de un esquema de movilidad laboral que responda a demanda y oferta como lo exigen los tiempos actuales.


Alejandro Estivill es diplomático de carrera del Servicio Exterior de México, con el rango de Embajador. Se ha desempeñado principalmente en América del Norte, y en las áreas de cultura y asuntos consulares. Es escritor y ha publicado las novelas El hombre bajo la piel, Alfil, los tres pecados del elefante, premio AKRÓN novela negra 2019. Es promotor cultural y especialista en lingüística e intercambio cultural internacional.