Corazón migrante: Resiliencia, la palabra de una mamá hispana

Iris Morillo con su hijo (foto: álbum familiar).
Por Merling Sapene

Cuando Iris Morillo entró por primera vez a un banco de Montreal, pensó: algún día trabajaré aquí”. Había inmigrado no hacía mucho desde Venezuela. Era especialista en finanzas. Por entonces estaba felizmente casada e iniciaba el programa de francisación que el gobierno de Quebec ofrecía masivamente a todos los inmigrantes trabajadores calificados. Su actitud era optimista. Su temple, todavía sólido. Deseaba dominar pronto la lengua para encontrar su primera experiencia laboral canadiense.

La llegada del invierno le trajo también el reto de sacar adelante a su familia. Iris Morillo provenía de Maracaibo, tierra tropical de sol contundente. De 35 a 40 grados de calor todo el año, pasó en Montreal a vivir lo mismo, pero a la inversa.

La intensidad del frío la angustió. El silencio de las personas, también. “Aquí la gente es mucho más reservada. Nosotros estamos acostumbrados a hablar mucho. Sentí la soledad”, recuerda.

La montaña rusa

“¿Cómo lograr que los canadienses confíen en mí en el plano laboral?”, se preguntaba Iris Morillo tras volver al Norteamérica. Al mismo tiempo debía buscar un equilibrio entre su rol como madre y como profesional con aspiraciones.

“Fue como una montaña rusa intensa”, explica Iris, “pero en los momentos arduos me preguntaba cómo puedo enmendar mi camino y cambiar de dirección para salir de esta”.

Trabajar con excelencia y ética. Eso le fue granjeando una comprobada reputación en su trabajo.

Su hijo nació con dispraxia, una condición que limitaba su nivel del lenguaje. Iris sostiene que la ayuda que recibió para el apoyo y las terapias que se necesitaba el niño la hizo comprobar otra vez que Canadá es un país que te ofrece oportunidades.

“Cuando veo a mi hijo, el avance que ha tenido, me siento realmente muy emocionada. Su inclusión me hace sentir que todo el esfuerzo valió la pena. No importa lo que yo haya hecho como mamá, sino los logros que él también está obteniendo”, confiesa.

Iris no estuvo exenta de la vida franciscana de los nuevos inmigrantes: recursos limitados, planificación alimenticia, restricciones para entretenimientos.

“Nunca dudé de mis capacidades, simplemente entendí que no era el momento para mí. Siempre traté de mantener mi casa en pie, y que la tormenta interna que vivía no se manifestara. Quería que mi hijo creciera en un hogar cálido y organizado”.

Hoy, Iris trabaja en una de las instituciones financieras más reconocidas del país. También ofrece asesorías digitales a personas para que aprendan a organizarse y ser más eficientes en la gestión de sus recursos.

“Los inmigrantes no deberían dudar de sus dones y sus talentos. La frustración llega cuando dudas de lo que puedes ser capaz de hacer y, cuando eso sucede, te paralizas. Hay que cosechar lo mejor de nuestro crecimiento personal y profesional en este país. Si nos apoyamos en todas nuestras experiencias, podemos hallar oportunidades, en los negocios, por ejemplo. Abrirnos mercados emergentes como el mercado digital”, explica.

El tiempo corre muy rápido en este país. Y parece que apenas llegamos ayer, cuando fuimos capaces de enfrentarnos a aquellos desafíos inmigratorios con la resiliencia que jamás pensamos tener.

Nos vemos en dos semanas.


Merling Sapene es experta en manejo de cambio, coaching y responsabilidad social corporativa. También es certificada gerente de proyectos de alto impacto social por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). ha creado el programa “Corazón Migrante” para que los inmigrantes del mundo no vivan las mismas dificultades emocionales que ella padeció, y generar un impacto positivo en su integración. Este proyecto les brindará estrategias para una integración eficaz y plena en su nueva sociedad. Venezolana de origen y fundadora de la organización MSTransition.