Por Merling Sapene
Gracias por estar nuevamente en este espacio donde reflexionaremos sobre nuestras experiencias como migrantes desde una mirada emocional. Mi propósito es contribuir positivamente en tu proceso de integración. Estoy casi segura que, como inmigrante, he vivido lo mismo que sientes hoy o por lo que ya has transitado.
En mi artículo anterior hablé del duelo que viven nuestros hijos durante la inmigración. Esta vez te hablaré del matrimonio, basándome en mi propia experiencia y en casos que conozco muy de cerca. Sin duda, nuestra relación pasa por un “fuego” en este periodo de tanta turbulencia en nuestras vidas como es la inmigración.
Siento una profunda admiración por las mujeres valientes que, por una razón u otra razón, solas han sacado adelante a sus hijos, que se han recuperado de situaciones difíciles y luchan por un futuro. Lo viví en carne propia cuando mis padres se separaron siendo yo de muy corta edad. Vi el esfuerzo y dedicación de mi madre.
El divorcio puede ocurrir inclusive en nuestros propios países, pero, definitivamente, la presión emocional que implica la migración y la curva de cambio es inevitable, impacta profundamente en nuestro vínculo con la pareja.
Comencemos por el principio. Un día decretamos: “Yo te acepto a ti como mi esposo, prometo serte fiel, estar a tu lado en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, amarte y cuidarte todos los días de mi vida, hasta que la muerte nos separe” … Pero resulta que llega la inmigración y entonces…
¿Somos capaces de mantener esa promesa y no abandonarlo todo?, ¿qué hacemos cuando uno se quiere quedar y el otro regresar? ¿Como superamos la frustración cuando nosotros o nuestra pareja no consigue trabajo en su área y entra en depresión? ¿Cómo afrontamos los temores cuando nuestra pareja esta distante y distraído? ¿Qué hacemos cuando nos preguntan “¿es que hicimos lo correcto viniendo aquí?”, ¿cómo vamos a recuperarnos de esta debacle financiera donde perdimos nuestros ahorros? ¿Culpamos al otro? ¿Qué pasa cuando nuestra visión y proyecto de vida no están alineados?
Podría escribir todo este espacio solo de preguntas que pasaron por nuestras mentes, ¿cuáles rondan tus días hoy, justo en este momento?
Después de 30 años de casada, ciertamente les puedo decir que mi matrimonio paso por aquel “fuego” intenso, muy especialmente durante nuestros primeros años al llegar a Canadá.
Primeramente, mi esposo, de descendencia portuguesa, nunca quiso irse de Venezuela. No quería vivir nuevamente la experiencia de “ser inmigrante” y tener la sensación de no pertenecer ni a un lugar ni otro. Sin embargo, al ver el futuro de nuestro amado país, decidimos partir con nuestros hijos y sueños.
El secreto de pasar por el fuego y no “achicharrarnos” fue que nos prometimos mutuamente:
1. Pase lo que pase nuestra relación estaría en primer lugar
2. No regresaríamos a Venezuela por miedo al futuro.
3. Nuestra familia, nuestros hijos, están primero que nuestros intereses personales.
Al llegar a Montreal hubo toda una luna de miel entre los dos. Después, las cosas fueron cambiando ya que comenzaron las frustraciones. En el fondo es muy duro desarraigarnos de lo que somos y hacemos. Mi esposo tenía su propio negocio en Venezuela y era la fuente principal de provisión de nuestro hogar. Al llegar aquí, los dos tuvimos que trabajar para otros, y fue duro sobre todo para él, ya que siempre ha tenido un espíritu “entrepreneur”.
Por muchos años me sentí culpable porque no podía quedarme con mis hijos en casa y mi esposo también se llenaba de frustración porque necesitábamos los dos sueldos para poder echar para adelante nuestra familia. Fueron años muy conflictivos, hicimos un “curso para matrimonios” y eso nos ayudó muchísimo. Si tú estás pasando por una crisis en tu relación, busca ayuda, antes de que sea demasiado tarde.
Busqué ayuda profesional “psicológica”, y apoyada en nuestra fe y valores, decidí apoyar a mi esposo en aquellos momentos arduos.
Siempre sentí mucha carga en mis hombros, ya que, al inmigrar, nos revestimos con una coraza dura y pesada para salir cada día a luchar por nuestro futuro. Sin embargo, a veces, cuando la lucha acaba y alcanzamos “esa tierra prometida”, seguimos con aquella armadura que no nos deja avanzar y vivir plenamente.
Siempre he disfrutado la vida, con una salud de oro, pero no había notado ese peso que cargaba, que era autoimpuesto, hasta que en el 2020 una peritonitis crónica, el milagro de Dios y la destreza de los médicos me salvaron. Al despertar, allí estaba él, mi amado esposo, y cuando no pude trabajar, y no pude ni caminar, sus brazos me sostuvieron. Muchas veces creemos sentirnos tan fuertes que no nos dejamos proteger por nuestra pareja.
¿Cuál fue la clave para que nuestro matrimonio no se haya consumido bajo aquel “fuego” de la inmigración?
La respuesta es simple y compleja al mismo tiempo:
1. Ama incondicionalmente
2. Da gracias por todo, en la riqueza o en la escasez, lo más importante es lo que uno es, no lo que tiene, ya que venimos y nos vamos desnudos de este mundo
3. Escúchate a ti mismo y a tu pareja con el corazón. Intenta comprender que ambos están pasando por una transición muy dura.
4. ¡Actúa! Demuestra tu amor y apoyo a tu pareja en todo momento.
5- No huyas. Tu familia vale la pena.
Recuerda que el oro más preciado se purifica con el fuego.
Volveré en dos semanas. Gracias por estar aquí.
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Te dejo ahora un breve video sobre el tema:
Merling Sapene es experta en manejo de cambio, coaching y responsabilidad social corporativa. También es certificada gerente de proyectos de alto impacto social por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). ha creado el programa “Corazón Migrante” para que los inmigrantes del mundo no vivan las mismas dificultades emocionales que ella padeció, y generar un impacto positivo en su integración. Este proyecto les brindará estrategias para una integración eficaz y plena en su nueva sociedad. Venezolana de origen y fundadora de la organización MSTransition.