El FILBA era una fiesta

Sobre la cama de la legendaria editora Victoria Ocampo, los directores de festivales de letras (de izquierda a derecha): Christian Lund (Louisiana/Copenhagen), Nick Barley (Edinburgh Book Fest), la escritora Carolina Sanín (Colombia), Sandrine Ghys y Christopher Mathi (FLIP-Paraty) e Ingrid Bejerman (Blue Metropolis/ Metropolis Bleu, Montreal)

El Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA) acaba de cumplir 10 años; en la previa se organizó una reunión de directores de festivales literarios de este continente y de Europa. Nuestra cronista participó en representación de Blue Metropolis/Metropolis bleu, y habló de cómo en Montreal trabajamos con una perspectiva multicultural

Por Ingrid Bejerman

Aterrizo en Ezeiza a las 10 de la noche del domingo, 7 de octubre de 2018, y por primera vez, que yo recuerde, no busco compulsivamente la señal en mi celular para checar las últimas noticias, después de casi diez horas desconectada. Es también la primera vez desde mis 18 años que no voto en las elecciones presidenciales de mi país, Brasil. Y justamente hoy dudo de lo que dice el tema de Beth Carvalho “Firme e Forte”, que a veces tomamos como himno nacional:“Deus é brasileiro e a vida é um grande carnaval.”

Mis padres me esperan ansiosos; después del abrazo fuerte y las lágrimas de emoción les pregunto, ¿perdimos? Todavía no, me contesta mi madre, pero casi. Jair Bolsonaro —fascista, machista, racista— pasó al segundo turno con casi 47% de los votos. Por poco no gana.

Los argentinos están muy preocupados, porque una de sus propuestas es aislar a Brasil de América Latina. Y nosotros, los gestores culturales, aún más: Bolsonaro quiere cerrar el Ministerio de Cultura. Comparto en inglés mis miedos y angustias con Uli Schreiber, el director del festival de literatura de Berlín, Nick Barley y Kate Seiler del Edinburgh International Book Festival, y Christian Lund, del festival Louisiana en Copenhagen. Nos damos cita en la librería El Ateneo Gran Splendid y vamos caminando por Santa Fé a cenar juntos al Milión, que para mí tiene el patio externo más lindo de Buenos Aires.

Hago de guía de una ciudad que conozco como la palma de mi mano pero en la que nunca he vivido, donde reside la gente que más amo y admiro en la vida. Mi Buenos Aires querido, de mi formación literaria, de la noche porteña de baile y charlas interminables sabor Malbec y Marlboro Lights, en el que caminaba sin miedo con una colección de libros y CDs en la mochila; todo no lo que no era Campinas, Brasil, donde nací y viví con mis padres y hermana, hasta los 18 años, los cuatro separados del resto de la familia argentina.

Taxis que atraviesan barreras

Nick y Kate habían llegado de Escocia esa misma mañana; apenas aterrizaron, pidieron a los encargados de los programas sociales y educativos de la Fundación FILBA que los llevaran a La Matanza, un barrio porteño en el corazón del cono urbano. El festival literario para el que trabajan, el Edinburgh Book Fest -el más grande del mundo, que dura tres semanas de agosto y trae a 1.000 escritores- se esmera por despejar el mito de la literatura como lujo de las élites. Entre varias estrategias, Nick envía taxis por las zonas marginales de la ciudad; “no necesitas ser un lector, basta con que seas alguien que se interese por el mundo,” les dicen a los transeúntes, y los convencen para que vayan al festival, invitándoles también el viaje de vuelta. Así, cada año, van conquistando a fieles seguidores que regresan.

El martes temprano arranca nuestra reunión de directores de festivales literarios, organizada por la bella y brillante Gabriela Adamo, directora del FILBA. Nos damos cita en la Biblioteca Casa de la Lectura, donde nos reciben Pablo Braun de Eterna Cadencia, Javier Martínez (entre otras cosas, hijo de Tomás Eloy, que hoy tiene a su cargo la Dirección General Libro, Bibliotecas y Promoción de la Lectura) y Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.

Para mí no es una reunión, es una cumbre, y como todo en la escena literaria de Buenos Aires, es de primer nivel aunque se hace con escasos recursos. Además de los tres festivales que menciono arriba, y el nuestro, Blue Metropolis/Metropolis Bleu de Montreal, participaron Babel (Bellinzona, Suiza), Biblioteca Nacional (Lima, Perú), CCELP (La Paz, Bolivia), Eñe (Madrid, España), Lillehammer (Noruega), Paraty (Brasil), Puerto de Ideas (Valparaíso, Chile), Universidad Diego Portales (Santiago, Chile), Zurich (Suiza). Por Argentina: Malba Literatura, Festival Filba, y el Festival Internacional de Literatura de Tucumán.

Hablamos de nuestros retos y dificultades con cada uno de nosotros presentando la realidad de su ciudad y festival: ¿Cómo financiar un festival? ¿Cómo generar y fidelizar una audiencia lectora? ¿Cómo armar equipos de trabajo? ¿Con o sin voluntarios? ¿Con o sin puntos de venta propios de libros? ¿Cobrar entrada a los eventos sí o no? ¿Cuánto pagarle a los autores? ¿Es admisible y hasta posible invitarlos sin pagarles?

Con Blue Met no somos los únicos multilingües (está también Babel, de Suiza) pero nos destacamos por ser los únicos con tres directoras de programas, una por idioma (Marie-Andrée Lamontagne en francés, Shelley Pomerance en inglés, y yo, español/portugués) y además otro curador dedicado exclusivamente a la literatura LGBTQ, Chris DiRaddo, reflejo de nuestra ciudad. A Nicole Brossard la adoran en Buenos Aires; fue una de las estrellas de nuestra última edición, y la ganadora de nuestro primer premio LGBTQ.

Directores de festivales literarios de América Latina y Europa en la casa de Victoria Ocampo, foto cortesía FILBA

A la tarde nos llevan a la editorial independiente Mardulce, donde nos recibe el capo máximo Damián Tabarovsky; también están los editores de Blatt & Ríos, Eterna Cadencia y Tusquets. Nos hablan del panorama del libro independiente en Argentina —su meta es calidad literaria y trabajan muy de cerca con sus escritores, creando un mercado para ellos, colaborando también con casas independientes internacionales, como Charco Press, de Carolina Orloff, que tiene un equipo de primera traduciendo lo mejor de las letras en castellano al inglés. Gracias a su trabajo, nosotros los programadores podemos hacer el nuestro: presentar a esos brillantes escritores al mundo anglosajón o quebequense.

La literatura de mi generación —y las que nos suceden, hasta los millennials— vive aquí una especie de renacimiento; tienen por ejemplo una feria de editores independientes, liderada, entre otras, por mi querida amiga Vanina Colagiovanni, escritora, poeta y editora en Gog & Magog. Eso también se debe, en gran parte, al impulso de haber sido País Invitado de Honor en Frankfurt en 2010. Canadá lo será en el 2020; espero que las nuevas voces fuera del canon del CanLit se encuentren también en la Buchmesse.

Saudades, saudades

Por la noche tenemos un asado en la terraza de la mágica librería Eterna Cadencia, donde nos recibe Pablo Braun, la fuerza detrás de la Fundación FILBA y el padrino de todos los escritores y gestores culturales de Argentina (y varios de Chile y de Uruguay, donde también organizan ediciones del festival).

Extraño tanto a mis amigos de Montreal, en particular dos grandes escritores/periodistas venezolanos, Cynthia Rodríguez y Rafael Osío Cabrices, y pienso en cuánto todos disfrutaríamos de su compañía. Hablo de ellos a todos los presentes, en especial a los escritores internacionales que comparten el asado con nosotros, como Horacio Castellanos Moya, salvadoreño residente en Estados Unidos.

Sí, los lusoparlantes estamos siempre con “saudades”, pero los argentinos entienden que me desespere la persistencia del “brain drain”, la movilidad forzada por las dificultades en nuestros países que nos trajo a Cyn y a Rafa y a mí y a tantos otros a Canadá. Dedico mi vida a promover el talento literario latino y la fuerza intelectual que existe en nuestra ciudad; la curaduría de mi programación en Blue Met, esta crónica —y esta revista— es un reflejo de esa realidad.

Saudades, saudades. El portugués es un idioma amado en Buenos Aires. Y por supuesto, a la hora del brindis, Sandrine Ghys y Christopher Mathi de la FLIP-Party y yo le cantamos al FILBA, que cumple 10 años, el “Parabéns a você” con toda la alegría y el “batuque” brasileños necesarios para que salga bien.

Al día siguiente nos damos cita en Infobae, donde nos reciben Daniel Hadad y la legendaria periodista cultural Hinde Pomeraniec, quien conduce el noticiero internacional de Canal 7, además de ser la editora de cultura de esta web. Nos explican su modelo de trabajo y cómo se están convirtiendo en el medio más grande y confiable de toda América latina. Tienen dos ediciones, una para Argentina y otra para el resto del mundo hispanoparlante; tienen oficinas en Miami y el próximo paso es conquistar a Brasil, con una edición en portugués.

Es impresionante el trabajo que hace Hinde con Gaby Adamo para cubrir el FILBA; Hinde trabaja directamente con los gestores culturales y preparan juntos una excelente cobertura de los programas culturales de la ciudad. Acaba de regresar del Festival Gabo —en Medellín— donde nos comenta que la colaboración entre los medios, y entre los periodistas, es clave en estos tiempos de fake news.

En las oficinas de Infobae: Nick Barley, Hinde Pomeraniec, Ingrid Bejerman y Kate Seiler

 

Nos vamos caminando con Nick y Kate, Wara Godoy de Bolivia y Daniela Ini del FILBA —40 minutos por la avenida Libertador— a la casa de Victoria Ocampo, donde nos espera una comida de vino y empanadas argentinas. Pasamos ahí una tarde inolvidable; invadimos por un ratito la habitación de Rodrigo Fresán, escritor residente, y la de la colombiana Carolina Sanín, que está en el cuarto de Victoria. Nos tomamos una foto en su cama (el descaro de la iniciativa fue mío, ça va sans dire, pero no fue difícil convencer a los demás).

Después nos vamos al MALBA, a esperar por la inauguración, y antes de eso tenemos una visita guiada especial. Yo estoy más allá de emocionada; nunca había tenido la oportunidad de visitar el museo. El Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires aloja el Abaporu de Tarsila do Amaral, la pintura brasileira más valorada en el mundo incluso cuando aún teníamos con nosotros la historia que perdimos en el incendio del Museo Nacional. Sandrine y Christopher, de la FLIP Paraty, que como yo nunca la habían visto, tampoco pueden contener las lágrimas. Después del Guernica de Picasso es la obra de arte que más me ha conmovido en la vida.

Y arranca el FILBA, con una charla feminista por la francesa Catherine Millet y un falso o paródico premio Nobel para Borges. Participé como moderadora de dos charlas, una de ellas sobre las canciones fiesteras preferidas de los escritores, que literalmente, como decimos en Brasil, terminó en samba cuando tocamos el tema final: la producción belga Disco Samba de Two Man Sound, elegida por el también belga Fikry El Azzouz.

Y la fiesta no paró: me vi con mis amigos, rodeada de vino y literatura, fui a una fiesta en la que el DJ era el autor de Trainspotting, Irvine Welsh, con quien farreamos hasta que salió el sol y pude citar a mi ex-jefe Jaime Abello, “el azul reproche”. Pero lo que pasa en la noche porteña, queda en la noche porteña, aunque sí diré que nos afanamos una botella de whiskey del último bar que cerramos, cuando nos estaban por echar.

 

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Ingrid Bejerman es profesora de teoría periodística en Concordia University, directora asociada de la programación en español y portugués de Blue Metropolis, y directora de proyectos de Hispanophone.