Las imágenes de la solidaridad

Crisis humanitaria en el lago Chad controlado por milicias del Boko Haram (foto: Pablo Tosco, Oxfam, 2017)

Oxfam-Québec cumple 45 años trabajando por los más vulnerables. Una retrospectiva de su labor por un mundo más igualitario forma parte de la exposición World Press Photo de Montreal, abierta hasta el 30 de setiembre.

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Por Carlos Bracamonte 

En la retrospectiva fotográfica Regards, que es parte de la muestra anual del prestigioso premio World Press Photo de Montreal, presentado en el Marché Bonsecours, tienen rostro varias historias de cambio positivo en Asia, África y América Latina. Los rostros pertenecen a muchas mujeres: una joven boliviana filma por primera vez la vida de su comunidad autóctona; en la calle una muchacha canadiense se ha pegado los labios con una cinta en protesta por la injusticia pidiendo paz y amor con la mano; un grupo de damas africanas con atuendos coloridos pisan el desierto portando megáfonos para que su voz llegue más lejos. El poder de la diversidad hecho retratos.

Más historias de vida se condensan en muchas fotos: en un campo de refugiados de Jamam, en el caótico Sudán del Sur, un comité de voluntarias transmitió mensajes esenciales sobre buenas prácticas de higiene femenina, a vísperas de la guerra civil. En Burkina Faso, Annick Bambara una joven empresaria dueña de 20 colmenas de abejas, recibió orientación técnica y hoy produce jabón, miel y velas. En Sierra Leona, Marrion Thomson enseñó a su comunidad a tomar medidas en caso de infectarse con el virus ébola.

En la República Democrática del Congo, Neem Mibimba, de 28 años, encabezó un grupo de mujeres que se reunió con las autoridades para explicarles la constante violencia sexual que padecían. En poco tiempo lograron que las agricultoras trabajaran en paz, cuando se prohibió el ingreso de los varones a los campos.

En un lugar preponderante de la exposición, se hallan las imágenes de la masiva participación juvenil en una marcha por un mundo más justo. Cada yo forma un nosotros más poderoso que los gobernantes, dice en francés la leyenda de una fotografía. Es la marcha más contundente organizada en la provincia por Oxfam-Québec, Marche Monde: este año congregó a 6.000 jóvenes.

Directora de Oxfam-Québec, Denise Byrnes, en la exposición al lado de la foto del comité de voluntarias de Sudán del Sur (foto: Hispanophone).

Ayudar a vivir mejor

“Nuestras estrategias para acercar a los jóvenes a la labor que hacemos parten desde las escuelas secundarias”, nos explica Denise Byrnes, directora ejecutiva de Oxfam-Québec, la organización involucrada en todas esas historias. “Ahí trabajamos no sólo con los alumnos, sino también con los profesores e interventores educativos. Promovemos actividades de sensibilización presentando las realidades de otros países y animándolos a asumir compromisos solidarios. También trabajamos con sindicatos de enseñanza, universidades, entre otros organismos de la sociedad civil”.

Con siete años en la institución, Denise Byrnes siempre que puede se lanza al trabajo de campo para que las oficinas no la alejen del todo de las realidades que la organización ayuda a cambiar. Parece estar lista para un viaje de última hora a alguno de los 27 países del llamado Tercer Mundo donde Oxfam-Québec está presente con una centena de proyectos

“Comencé muy joven. He trabajado mucho en África”. En Burkina Faso conoció a una mujer que ni siquiera concluyó la escuela y que crió a 10 hijos en uno de los países más pobres del planeta, y que un día decidió ayudar a su comunidad promoviendo préstamos entre vecinos con montos pequeños y aportes mensuales, una forma de solidaridad local muy conocida. Al cabo de unos años, lidera a unas 10.000 mujeres en proyectos de emprendimiento social y defensa de los derechos de las mujeres, y da trabajo a más de un centenar de personas con su organización. Hoy viaja mucho para explicar su labor y obtener apoyos.

Oxfam-Québec invierte sus recursos apoyando proyectos de capacitación técnica juvenil, la lucha contra la violencia a la mujer, la ayuda humanitaria, el agua potable, la autonomía económica de la mujer, la seguridad alimentaria y el desarrollo agrícola. En lo cual hay muchas más historias de éxito, que involucran a América Latina.

Congoleña Neem Mibimba, líder de mujeres que exigían trabajar en paz en los campos (foto: Oxfam-Québec).

Un impacto positivo

En la última década, en Honduras se ha agudizado la inseguridad alimentaria. Además, las frecuentes inundaciones han echado a perder los cultivos. El cambio climático no es ficción. Sin embargo, prácticas agrícolas sostenibles y ecológicas incentivadas por Oxfam-Québec han intentado mitigar en parte lo que parece irremediable.

Un ejemplo es el de Olman, de 25 años, que trabaja con su esposa un pedazo de tierra que su padre le heredó. En 2012 fue entrenado como promotor agrícola en un proyecto de Oxfam-Québec – y su aliado Prasa – sobre gestión de cuencas hidrográficas, riego y pozos. Olman empezó entonces a cultivar árboles frutales y de madera, y duplicó su ingreso mensual en el mediano plazo. Luego se volvió un experto técnico en ecología y en métodos agrarios sostenibles.

Desde entonces, Olman y su esposa representan a su comunidad cuando las autoridades hondureñas quieren conocer su historia. Hoy, Olman aspira a convertir su tierra en un centro de capacitación de buenas prácticas agrícolas en un país con una de las poblaciones más jóvenes de América Latina, donde casi la mitad de sus 9 millones de habitantes vive en zonas rurales.

Historias como las de Olman se repiten en los otros países latinoamericanos donde Oxfam-Québec está presente: Bolivia, Colombia, Haití, El Salvador y Perú. Miles de personas. Vida digna. Dos frases que también pueden resumir en buena medida su misión y convicciones.

Marche Monde 2015 en Montreal, organizada por Oxfam-Québec.

En 1968, esta organización benéfica abrió su primera oficina en Montreal. Había comenzado como un capítulo regional de Oxfam-Canadá y terminó independizándose muy pronto, en 1973. Pronto su popularidad escaló gracias a una publicidad para la televisión en la que el humorista quebequense Yvon Deschamps apelaba a aquellos que siempre tienen pretextos para nunca dar nada: “Cuando les piden ayuda para la gente del Tercer Mundo responden con un rotundo no porque aquí en Quebec hay muchos indigentes. Cuando les piden ayuda para estos indigentes se niegan: cómo los vamos a ayudar si ellos ya reciben ayuda; deberíamos darle a los del Tercer Mundo”. Dicha publicidad, que parece grabada ayer, convirtió a Oxfam-Québec en una entidad querida y confiable.

El nombre de Oxfam proviene del Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre, fundado en 1942 para enviar provisiones a mujeres y niños griegos aislados por la ocupación de sus territorios durante la Segunda Guerra Mundial. En 1995 se creó Oxfam International como una confederación de 20 organizaciones no gubernamentales independientes que promueve en casi todo el mundo proyectos humanitarios y ecológicos.

Desde aquel conflicto, muchas otras terribles circunstancias han demandado ayuda urgente de organizaciones como Oxfam. Las comunidades y sus historias le han dado forma desde diferentes esquinas del mundo: La Paz, Porto Novo, Damasco… “Creo que el sentido – concluye Denise Byrnes – está en encontrar a gente que, aunque no conoces, ayudas a vivir mejor; generas un impacto positivo en su vida”.

Regards, exposición fotográfica de Oxfam-Québec:
World Press Photo de Montreal
Marché Bonsecours, 325, rue de la Commune Est
Domingos a miércoles de 10 h a 22 h
Jueves a sábado de 10 h a medianoche


Carlos Bracamonte es comunicador social, agente comunitario y especialista en gestión de proyectos y responsabilidad social empresarial (RSE). Publica una columna sobre historias de inmigrantes en NM Noticias. Es editor de la revista Hispanophone de Canadá. Lea más artículos del autor.