La experta en animación Anne Koizumi pasó más de tres años realizando el corto ‘A la sombra de los pinos’, sobre quién era su padre, el hombre que llegó a Canadá con su familia desde Japón, para buscar oportunidades.
Ella relata un poco lo que sentía cuando de niña veía a su padre inmigrante trabajando en su escuela. “No quería que la gente pensara que yo era diferente, ¡y no quería que mis amigos supieran que el conserje del colegio era mi padre!”
“Cuando estaba en segundo curso, un compañero se puso enfermo y llamaron a mi padre por el intercomunciador para que limpiara el desastre. Cuando entró en el aula, fingí buscar un lápiz en el suelo para que los demás niños no se enteraran de que era mi padre”.
“Me avergonzaba mucho el inglés sin nivel de mi padre, su rudeza exterior, su “japonesidad”. Yo quería que fuera un padre que llevara traje, un maletín y fuera en coche a un trabajo de oficina en el centro de la ciudad”.
“Pero entonces era muy difícil comprender y procesar mis sentimientos”.
“De adulta llegué a comprender la complejidad de las experiencias de un padre. Ahora sé que las decisiones no se toman en función de si tu hijo va a sentir vergüenza. Se toman porque son necesarias”.
“No profundicé realmente en estos sentimientos de vergüenza hasta que mi padre falleció en 2012”.
“Una vez que se fue, anhelaba establecer con él conexiones que no pude establecer cuando estaba vivo. ¿Cómo le digo que lo siento? ¿O que ahora puedo ver todo lo que hizo por nosotros?”.
“Hacer mi cortometraje documental “A la sombra de los pinos” fue una forma de intentar conectar con mi padre, incluso después de su muerte”.
“Antes había pensado en hacer de mis relatos personales el tema de mi trabajo, pero tenía miedo de perseguir y desvelar las historias que -durante muchos años- había intentado ocultar”.
“Hacer esta película fue muy difícil. Me enfrentaba a mucho dolor y pérdida. Tuve que enfrentarme a mi propia vergüenza y culpabilidad. Lloré mucho haciendo esta película; estaba haciendo un decorado o un atrezzo y me ponía a llorar”.
“Nunca es fácil obligarse a afrontar emociones y recuerdos difíciles. Lleva tiempo. En mi caso, me llevó más de tres años”.
“Quería enfocar el proyecto como un documental, lo que requirió mucha investigación”.
“Las entrevistas que se ven en la película fueron lo primero que hice cuando empecé hace casi cuatro años. Empecé con los miembros de mi familia en Calgary, Alberta, y luego viajé a Japón para hablar con los hermanos de mi padre, miembros de la familia ampliada y amigos”.
“Mi padre nunca hablaba de su infancia ni de su vida en Japón. Gracias a todas estas entrevistas conocí su vida y pude construir su historia para la película”.
“Mi padre nació en Osaka (Japón) en 1943. Cuando tenía un año, su padre murió de tuberculosis y su madre se quedó sola al cuidado de cinco hijos. Finalmente, un orfanato de Kumamoto le ofreció trabajo como cuidadora y, a cambio, la familia recibió un lugar donde vivir”.
“Cuando estuve en Japón, visité ese orfanato. Se llamaba Giaen y estaba dirigido por misioneros luteranos estadounidenses”.
“Las imágenes de archivo del orfanato que aparecen en A la sombra de los pinos se rodaron en el orfanato. Los misioneros hicieron una película educativa titulada Fujita en 1949, para mostrar su trabajo en el extranjero, en Japón. Recibí una copia de la película cuando estaba investigando sobre mi padre en el orfanato”.
“Utilicé estas entrevistas y vídeos de archivo, además de fotos familiares, recortes de papel y animación stop-motion para tejer este documental”.
“Es una sensación extraña compartir con el mundo una historia que he intentado ocultar durante tanto tiempo”.
“Mis padres me pusieron un segundo nombre japonés, Mayuko, cuando nací. Es mi segundo nombre legal. Los caracteres que eligieron fueron 真由子”.
“El primer carácter significa “verdad”, el segundo proviene de la palabra “libertad” (自由) y el último significa “niña”. Mi madre me dijo que eligió los caracteres a partir de la expresión: la verdad os hará libres”.
“Para mí, hacer esta película era revelar mi propia verdad sobre la vergüenza que sentía de niña. Ese acto me ha permitido reivindicar la historia de mi padre, y mi propia historia. Y sin que suene demasiado a tópico, hay mucha libertad en ello”.
Puede ver el cortometraje en este enlace.