Aventurarse en la historia en el Museo de Bellas Artes de Montreal

Fundado en 1860, el Museo de Bellas Artes de Montreal es la institución artística más antigua de Canadá (foto: Wikipedia).
Por Dino Rozenberg

Cualquiera, a cualquier edad, puede ir al Museo de Bellas Artes de Montreal (MBAM) a ver los cuadros de grandes pintores europeos o norteamericanos, esos que valen millones de dólares y aparecen en los libros y revistas de arte. Es uno de los museos más grandes de Canadá, y a lo largo de sus diferentes edificios se pueden ver desde las artes decorativas, el arte internacional antiguo y moderno, obra gráfica, fotografía y esculturas de diferentes orígenes.

Sin embargo, para los inmigrantes y las personas interesadas en la historia y la cultura de Quebec, es muy educativo visitar el pabellón Claire and Marc Bourgie, inaugurado en 2011 dentro del mismo museo y dedicado al arte de la provincia, desde la fundación y la conquista francesa y británica, hasta los tiempos modernos, incluyendo el arte Inuit. A lo largo de sus salas, en cinco pisos de un moderno edificio, se descubre la evolución de las costumbres sociales, la religión, la influencia francesa e inglesa, historias, batallas y dramas humanos e incluso objetos curiosos que no se esperaría encontrar expuestos. Para los inmigrantes latinos puede dar una idea de que tanto Quebec como sus propios países pasaron por situaciones similares con los conquistadores, los colonos, las iglesias y los pueblos autóctonos, las primeras naciones.

El museo en su conjunto incluye un edificio de sobrio estilo francés construido en 1912, con su fachada de mármol, y el nuevo atrio de entrada, de cristal y acero, inaugurado en 1991. El visitante no se da cuenta cuando pasa de unos a otros porque una galería cruza por debajo de la avenida Sherbrooke. Solo entiende el truco cuando se encuentra frente a una elegante escalera al estilo europeo. El museo está ubicado en la famosa Golden Square Mile, la antigua zona habitada por las familias más ricas de Montreal.

Vista parcial del Pabellón Claire y Marc Bourgie. Museo de Bellas Artes de Montreal. Foto MBAM, Annie Fafard © Sucesión Guido Molinari (SOCAN) 2022

¿Y qué hace ahí una canoa azul?

Un objeto que enseguida llama la atención es la canoa azul colgada de un muro en la sala Champs Libres, dedicada a los años 60 y 70. No es cualquier canoa, sino la que utilizó el famoso pintor montrealés Jean-Paul Riopelle cuando iba de cacería con su guía Gilles Gagné. Fue pintada y decorada por el artista, y donada al museo cuando dejó de cazar patos y gansos en l’Ile-aux-Oies.

La historia del pintor y su guía, y su común amigo Champlain Charest, merece ser contada. Hay que decir que Riopelle nació en el seno de una familia acomodada y vivió muchos años en París, donde en 1968 conoció a Charest, un amante del arte y del vino que resultó ser vecino de su casa en Sainte-Marguerite-du-Lac-Masson.

Desde entonces fueron grandes amigos y comenzaron a salir de cacería, sobre todo a buscar el snow geese, el waterfowl y otras especies de gansos y patos, primero en Cap Tourmente y, aprovechando que Charest tenía un hidroavión, en otras reservas de Québec y el norte de Canadá. Este gusto por el paisaje y las culturas del norte de Canadá se percibe en buena parte de sus obras, sobre todo las de su madurez.

La amistad duró más de 30 años, hasta la muerte de Riopelle en 2002. Fue por esa época que Riopelle pintó la canoa y la donó a Quebec. Champlain, que nació en 1931, compró a lo largo de su vida muchas obras de Riopelle, y también se hizo famoso por su colección de vinos y sus restaurantes.

Aun después de la muerte de Riopelle, el guía Gagné muchas veces ha sido visto en el Museo Nacional de Bellas Artes, en la ville de Québec, donde está la famosa obra l’Hommage à Rosa Luxemburg. Es seguro que en cada ocasión encuentra nuevos significados, porque Gagné no solo acompañó al pintor a cazar y pescar, sino que le ayudó a realizar esa extraordinaria obra que mide 40 metros de largo. Algunas de las aves pintadas ahí fueron cazadas y acomodadas por el mismo Gagné, y en algunos sitios está eternizada la silueta de sus propias manos. La historia de esta curiosa amistad está narrada en la película L’homme de l’Isle, de Bruno Boulianne, que se presentó en 2017 en el marco del Festival international du film sur l’art. Próximamente habrá un pabellón sobre Riopelle en este museo de la ciudad de Quebec.

Hay varias obras de este artista montrealés en el MBAM, y algunos de sus trabajos son reconocibles por sus pequeños cuadrados multicolores, lo que recuerda el aspecto de un mosaico bizantino. En una época el artista no usaba pincel ni diluía la pintura, sino que pintaba directamente con un cuchillo o espátula, con lo que creaba efectos dramáticos y con una rica textura.  

Vista parcial del Pabellón Claire y Marc Bourgie. Museo de Bellas Artes de Montreal. Foto Bernard Fougères

El pintor que fue fan de los Canadiens

Si la historia de Riopelle es la de un hombre sereno y cuidadoso, que construyó una carrera artística a partir de una sólida escuela pictórica, hay otros creadores de Québec que han tenido una trayectoria diferente y en ocasiones escandalosa. Es el caso de Serge Lemoyne, su contemporáneo, que murió cuando apenas había cumplido 57 años, en 1998. En los años 60 fue un promotor de la cultura pop y los grafitis, un irreverente que realizó algunos de los primeros happenings, aquellas actividades entre improvisadas y polémicas que dieron voces a los artistas jóvenes y los lanzaron a los medios y la publicidad. Uno de sus posibles “méritos” fue haber sido expulsado de la École des beaux-arts de Montréal. El crítico Marcel Saint-Pierre dijo de él que es « Le père des graffiteurs et des performeurs ». 

Lemoyne era fan del hockey sobre hielo, y dedicó a este deporte una década completa de su carrera. En 1969, en la galería 20-20 de London, Ontario, decidió que durante los siguientes diez años sólo utilizaría los colores azul, blanco y rojo, que son precisamente los colores del equipo Canadiens. Anunció que las obras presentadas esa noche serian embaladas y enterradas, y que sólo serían recuperadas al cabo de 10 años. Era obviamente una de sus estrategias para llamar la atención, algo constante a lo largo de los años. En 1979, aunque lo intentaron, la mayoría de aquellas obras se habían desintegrado.

En 1972, para el evento Slap Shot en la galería Véhicule ArtE, convirtió el espacio en una improvisada pista de hockey, y según recuerdan los documentos, intentó que los asistentes aventaran pintura con sus bastones para hacer una pintura colectiva. Algo salió mal y al final acabaron echándole pucs a un arquero improvisado.

Tal como lo prometió, durante 10 años sólo pintó con los tres colores del equipo, y de esa época datan algunos de sus trabajos más llamativos, como una serigrafía dedicada a los hot-dogs, en la que dibuja con tres trazos de color el supuesto sándwich de salchicha. A un costado escribió, como garabato, la receta para prepararlo. De paso dice que ese día 28 de noviembre de 1975 comió cuatro hot-dogs y los pasó con una Coca-Cola.

Según explica la página web de sus herederos, durante la fiesta de Saint-Jean-Baptiste de 1979 en Acton Vale, el desfile de amigos y curiosos finalizó en las puertas de la casa de Lemoyne, donde colgó varios cuadros de su serie Bleu-Blanc-Rouge en la galería del segundo piso. Toda la ciudad se reunió para la exposición, que tuvo como objetivo marcar el final oficial de la década.

De esa época increíblemente rica, el Museo en Montreal presenta la que es quizá la obra más representativa: Dryden es una imagen fantasmal de la goalie mask (la máscara protectora de los arqueros) de los Canadiens, en blanco, rojo y azul, con la pintura chorreando libremente hacia abajo, como si fuera sangre o sudor.

Está obviamente dedicada al goaltender Kenneth “Ken” Wayne Dryden. Para quienes no conocen la historia del hockey, Dryden jugó ocho temporadas en la NHL, siempre con los Montreal Canadiens, y se retiró a la edad de 31 años después de llevar al equipo a ganar 6 Stanley Cup Championships. La camiseta número 29 que utilizó fue retirada del listado en 2007 para que ningún otro jugador pudiera usar ese número. Después de retirado, Dryden fue recibido en el Hockey Hall of Fame, fue electo diputado por el partido Liberal y recibió la Orden de Canadá.

Aun cuando ya se consideraba consagrado, Lemoyne siguió siendo un artista muy activo. En 1984, todavía participó en eventos públicos que pudieran crear provocaciones y ruptura con lo tradicional, y hasta se presentó a las elecciones de diputado por el partido sarcástico Rhinocéros.

Riopelle y Lemyone son apenas dos de las decenas de artistas presentados en el museo quebequense de la avenida Sherbrooke, hombres y mujeres que han contribuido con su talento y virtuosismo desde los tiempos más remotos de la historia de Quebec.  La visita puede comenzar en la parte más alta del museo, con las esculturas de arte inuit, y descender por las salas que cubren los periodos clásicos (1700-1870), la era de los salones de arte académico (1880-1920), la novedad del modernismo (1920-1960), hasta llegar a los Champs libres (1960-1970).

Ahí están las obras de Alfred Laliberté (1877-1953), Marc-Aurèle de Foy Suzor-Coté (1969-1937), Luois Philippe Hébert (1850-1917), Marc-Aurèle Fortin (1888-1970), Paul Emile Borduas (1905-1960), Louis Archambault (1915-2003), Lisette Lemieux (1943), Michael Flomen (1952) y Nicolas Baier (1967).

El museo puede recorrerse en unas dos horas, y la experiencia es cómoda y llevadera. Al final del recorrido hay una librería donde se ofrecen libros, postales, posters y regalos con los motivos del museo.

Por cierto, si alguien quedó intrigado por las interesantes y provocativas experiencias de Riopelle y Lemoyne, debería investigar también la fascinante y un poco trágica vida de Marc-Aurèle Fortin. Es un extraordinario pintor de paisajes y escenas urbanas, y según cuentan quienes convivieron con él, llevó una vida más que bohemia en una casa que tuvo en la calle Saint Urbain, cerca de Laurier. En el museo hay una pequeña sala dedicada a sus obras.

Musée des beaux-arts de Montréal (MBAB): www.mbam.qc.ca/fr/

1380, rue Sherbrooke Ouest
Montréal (Québec) H3G 1J5

Lunes cerrado/Lundi fermé

Todos los pabellones son accesibles y están adaptados para usuarios de sillas de ruedas (salas de exposición, aseos, ascensores).


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