Por Ebrahim Faria Reyes
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I
– Bonjour Monsieur.
– Bonjour.
– Est-ce que je peux vous aider?
– Oui, je cherche des bottes pour moi.
– ¿Qué número?
– ¡Ah! ¿Hablas español?
– Sí, un poquito.
Este fue uno de los primeros diálogos de nuestro estreno como inmigrantes. Sucedió en una tienda de calzados de la grand ville de Montreal, la ciudad del Mont Royal.
La vendedora canadiense, hija de inmigrantes kazajos, nos contó que estudiaba en la universidad. Ella irradiaba de satisfacción al poder dialogar con un hispanohablante.
Llevaba y traía los modelos que le solicitábamos, mientras nos explicaba que el curso de español lo aprobó como materia electiva por su interés – al igual que varios de sus amigos – por aprender a hablar nuestro idioma. Empecé así a conocer la importancia que muchos quebequenses, y, particularmente, los montrealeses, le dan al estudio del español y al conocimiento de las culturas del centro y del sur de América y el Caribe.
¿Cuándo comenzó esta tendencia y qué la originó? ¿Sería el contacto con los hispanohablantes a través de las actividades y programas que promueve el gobierno de Canadá? ¿Quizás el hecho de que Canadá se ha convertido en la oportunidad ideal para que los habitantes de nuestros países recuperen los sueños pospuestos o cancelados por las absurdas e irresponsables decisiones políticas y económicas? ¿O es consecuencia del marketing en torno a los diversos destinos turísticos en el Caribe, dirigido a los habitantes de este país? No tengo elementos para demostrar lo que para mí son sólo hipótesis.
En el contacto con quebequenses y revisando programas universitarios, constato que existe un interés tanto de la gente como de las instituciones en abrir espacios para la enseñanza del español. Siempre la lengua como puente entre culturas.
II
En el necesario transitar por la vía de la integración nos inscribimos en la escuela de francés, la lengua fundamental en esta provincia de cuyos ancestros galos se conservan muchos símbolos y elementos tradicionales a cada paso. Allí coincidimos con inmigrantes de diversas naciones y continentes: europeos, asiáticos, africanos y latinoamericanos, náufragos de un cataclismo socioeconómico que continúa azotando y horadando las bases de muchas sociedades. Caleidoscopio de costumbres y diferentes elementos de significación cultural, valores que definen la personalidad social y refuerzan las barreras que la lengua impone entre esta multiplicidad de individuos.
Pero la necesidad del ser humano para comunicarse es el caudal de energía que nos envuelve y nos empuja a interrelacionarnos sin importar el origen geográfico o cultural, aprovechando los elementos que suelen ser comunes a la especie, como el espíritu de convivencia y el reconocimiento de los otros como semejantes. Apenas concluido un primer nivel en el aprendizaje del francés, la interrelación comienza a operar.
-Ça va monsieur ?
-Ça va!
-Quel est votre pays d’origine ?
-Je viens du Venezuela, et vous ?
-Je viens de la Syrie.
Un verdadero crisol de culturas. Experimento exitoso de socialización, modelo vivo sobre lo que debe ser nuestra convivencia planetaria, compartiendo y respetando intereses propios y normas locales.
Ebrahim Faria Reyes es periodista y comunicador social venezolano. Radica en Montreal con su familia.