La obra del arquitecto mexicano Javier Senosiain nos muestra que aún es posible convivir con la naturaleza. Destacado difusor de la llamada arquitectura orgánica, una muestra de su trabajo se expone hasta el 9 de febrero en el Instituto Cultural de México en Montreal. Ingreso libre.
Por César Salvatierra y Carlos Bracamonte
“La arquitectura orgánica busca la armonía entre el hábitat del ser humano y su entorno natural”, ha resumido de este modo su estilo el arquitecto Javier Senosiain en una de las varias conferencias que brindó en Montreal el otoño pasado a propósito de la inauguración de una exposición sobre su obra en el Instituto Cultural de México de la ciudad. Senosiain ha invertido poco más de cuarenta de sus setenta años de edad intentando darle un giro a la arquitectura convencional del trazo recto y encajonado para poblarla de curvas y estancias que fluyen como bifurcaciones de la naturaleza, como vientres a media luz dentro de la madre tierra.
“Un niño se la pasa de caja en caja toda su vida — ha explicado Senosiain en varias entrevistas —, desde la cuna hasta los departamentos y las oficinas cuadradas y, al final, terminamos en una caja, en un féretro. No hay espacios que inviten a la libertad, a la espontaneidad y a la creatividad… Cuando ocurre, los cambios de espacio traen un viaje turbulento, en esa transición buscamos los brazos de la madre, esa sensación de paz de cuando dormíamos en su vientre escuchando el latido del corazón que nos acurruca”, finaliza el arquitecto que es un hombre cordial, delgado y alto, como una línea recta de casi un metro noventa de estatura.
Para su trabajo, Senosiain ha hecho suyos los principios con los que los animales construyen sus casas. Por ejemplo, ha mencionado el caso del pájaro macho que va añadiendo ramas como ladrillos leves alrededor del pecho de la hembra, que va girando y acomodándose; o el caso del molusco que con su baba y desechos va adaptando su concha al molde de su masa. De ahí proviene su apuesta por hacer casas enterradas que se adecuen al cuerpo. Una muestra de esto es su famosa Casa Orgánica construida en la ciudad de Naucalpán, Estado de México, y que de acuerdo a la página personal del arquitecto, “nace de la idea de crear un espacio adaptado al hombre, de acuerdo a sus necesidades ambientales, físicas y psicológicas (…) con el fin de buscar espacios semejantes al claustro materno, a los refugios de los animales, al del hombre que en un principio adoptó las cavernas sin modificar su medio, al iglú, a todos los espacios acogedores; cóncavos como los brazos de la madre que acurrucan al niño”. Dicha obra compleja y extraordinaria pronto será de acceso abierto al público. Mientras tanto, en la exposición que se presenta hasta el 9 de febrero en el Instituto Cultural de México del Consulado General de México en Montreal, usted hallará las maquetas de aquella casa y de otras construcciones innovadoras como el Nido de Quetzalcoatl, la Casa Tiburón, el Cacahuate, la Serpiente… Además, verá fotografías y videos sobre la ejecución y los avances de sus obras, la mayoría de fachadas coloridas, hechas de materiales nobles y con autorregulación energética.
Se puede decir que el origen de su estilo nos remite hasta el año 1972, cuando a los veinticuatro años de edad, el joven Javier Senosiain replanteó su trabajo final universitario sobre un centro deportivo. El muchacho notó que el deporte en esencia se apoya en la flexibilidad; por tanto, los espacios debían favorecer a las formas curvas y no a las rectas. “Lo peor que podría pasar, me dije, es que me reprobaran, pero no me fue mal. Salió un proyecto muy libre. A partir de eso tuve la inquietud de buscar formas libres ya que desde mi punto de vista son más humanas”, ha contado en una entrevista. La labor del arquitecto se ha recopilado en dos libros: BioArquitectura, en busca de un espacio (1998) y Arquitectura Orgánica de Senosiain (2012). Ambos volúmenes pueden consultarse en la exposición del Instituto Cultural de México en Montreal, dirigido por el artista plástico Remigio Valdez De Hoyos, quien acaba de visitar al arquitecto en su casa en México y nos cuenta que la inmensa serpiente que da la bienvenida a los visitantes a la exposición (una escultura enroscada a una de las gruesa columnas del edificio donde se halla el Instituto, en pleno centro de la ciudad), acababa de ser donada por Senosiain y pronto será considerada parte del circuito turístico de Montreal.
El cuerpo de dicha serpiente llegó a la ciudad dividido en cinco partes. La ardua tarea de unir cada pedazo sin dejar huella le tomó casi cuatro meses de labor a un grupo de cinco colaboradores mexicanos del arquitecto Senosiain, que supervisó la excelencia del trabajo hasta dejarlo listo para la exhibición. Su estructura se basa en una malla metálica revestida con fibra de vidrio y polvo de mármol, decorada con azulejos y equilibrada con dos toneladas de arena en su interior. Medio cuerpo del ofidio pende del aire.
— En náhualt [lengua autóctona mexicana] a la serpiente se le llama coatl, por ello, ya que se va a quedar con nosotros, a esta serpiente la hemos bautizado como la “coatla”, nos explica Remigio Valdez.
El director de la maestría de arquitectura de la Universidad de Montreal, Jacques Lachapelle, considera asombrosas las casas orgánicas de Senosiain: “todas en redondez, fusionadas con el paisaje, tienen un carácter muy lúdico. Los interiores recuerdan el arquetipo de la cueva (…) Senosiain forma parte de una tradición moderna de artistas que crean obras personalizadas, es decir, fuera de lo común. Su trabajo es parte de una línea de arquitectos modernos cuyas fascinaciones orgánicas tenían como objetivo renovar la arquitectura: pensamos necesariamente en Antonio Gaudí.
— ¿Arquitecto Senosiain, de dónde viene esta originalidad?, le preguntó uno de los asistentes en la conferencia que ofreció el maestro mexicano en setiembre pasado en la sede de Lemay Architectes de Montreal.
— Gaudí decía que original viene de la palabra origen, y que ser original es ir al origen de las cosas… La humanidad desde sus inicios ha ido a la par con la naturaleza. El hombre busca, como los demás seres vivos, un refugio; sin embargo, lo que debe buscar es la guarida, el hogar -que viene de hoguera, aquella hoguera que da calor y reconforta.
— ¿Y a dónde apunta la arquitectura hoy?, le consultamos al final.
— La arquitectura apunta cada vez más hacia lo natural y lo humano, a resaltar esa armonía que siempre ha estado presente.
Senosiain ha contado que según estudios científicos si los insectos desaparecen, el mundo se acabaría para el año 2050; pero si nuestra especie se extinguiera, entonces, para ese mismo año, la vida en el planeta florecería. Más nos valdría entonces volver a las fuerzas básicas, a la idea primigenia y profunda que tenemos del espacio: el seno materno, oscuro, inofensivo, protector. Un trazo de vida hecho en curvas.
Exposición: Javier Senosiain, arquitectura orgánica.
Instituto Cultural de México en Montreal
2055, rue Peel, Montréal
Montréal, Qc, H3A 1V4
De martes a viernes de las 11 a las 18 horas y sábados de las 12 a las 17 horas
César Salvatierra es bachiller en Estudios hispánicos en la Universidad de Montreal. Especialista en la promoción de la cultura hispanoamericana en Quebec. Es redactor y relacionista público de Hispanophone. Lea más artículos del autor.
Carlos Bracamonte es comunicador social, agente comunitario y especialista en gestión de proyectos y responsabilidad social empresarial (RSE). Publica una columna sobre historias de inmigrantes en NM Noticias. Es editor de la revista Hispanophone de Canadá. Lea más artículos del autor.