Autor: Francisco Garcia González.
Miami, EE.UU.: Alexandria Library Publishing House, 2017, 186pp.
Por César Reynel Aguilera
El año del cerdo es un libro que me confirma algo que ya sabía: en un mundo de escritores y lectores adictos a los fuegos de artificios, Francisco García González demuestra, una vez más, que es posible iluminar cielos sin petardos ni explosiones. Esa cualidad suya daría para convertir El año del cerdo en una obra recomendable hasta el ruego. Obligatoria, diría yo, cuando recuerdo que, entre las páginas de este libro, hay un niño que quiere comprar virtud con canicas, que en la sordidez de un manicomio crece un cantero de nomeolvides en flor o que un guerrillero manco pudo al fin descubrir cuánto apesta la mochila de sus sueños. Esa es la grandeza de Francisco García González como escritor, su capacidad para hurgar en esas esquinas del mundo en las que nadie quiere mirar. Su don para sacar de ellas unas historias que deleitan por la sencillez de sus visiones y la complejidad de sus alcances. Esa es la grandeza de este libro: hacernos mirar hacia donde no queremos. Obligarnos a descubrir que no hay metáforas prohibidas y que, por muy lindo que sea un arcoíris, cualquier esperanza empieza por otear la oscuridad de nuestras sombras.