Los estudiantes que luchan tras la catástrofe pandémica necesitan desesperadamente apoyo para salvar vidas.
Dos minutos antes de medianoche en una noche escolar el mes pasado, cuatro personas saltaron de una camioneta y mataron a tiros a un hombre afuera de un apartamento de gran altura en el barrio de North York de Toronto.
La policía ha acusado a un sospechoso de asesinato en primer grado. Tiene 14 años, está en edad escolar, no tiene todavía la edad suficiente para tener su propia licencia de conducir y es el segundo niño de su edad en Toronto que enfrenta un cargo de ese tipo en menos de dos semanas.
“Estamos en una crisis”, dijo Solange Scott, presidenta del personal de servicios profesionales para estudiantes de la Federación de Maestros de Enseñanza Secundaria de Ontario (OSSTF). “Es anormal que un joven de 14 años sea acusado de asesinato en primer grado”.
Los trabajadores sociales, educadores, psicólogos y trabajadores de apoyo comunitario afirman que una constelación de factores contribuye a la violencia juvenil en el área metropolitana de Toronto, que van desde las consecuencias de la pandemia hasta la proliferación de las redes sociales. Sin embargo, coincidieron en que la solución es mucho más sencilla: afirman que los compromisos de financiación a largo plazo para los programas de apoyo, junto con el espacio y el tiempo para centrarse en las causas fundamentales y la prevención de la violencia, son fundamentales para lograr el cambio y salvar vidas.
La ira, el dolor y la ansiedad se descontrolan durante la pandemia
Según Statistics Canada, en 2022, los delitos violentos cometidos por jóvenes aumentaron un cinco por ciento en todo Canadá. Dieciocho de los jóvenes acusados de delitos violentos ese año se encontraban en Toronto, casi una cuarta parte de todos los acusados y un aumento respecto de los tres del año anterior.
La edad promedio de las personas involucradas en actos de violencia con armas de fuego en la ciudad ha bajado de 25 años en los últimos años a solo 20, según la policía de Toronto.
Los expertos afirman que la pandemia de COVID-19 y sus catástrofes en cascada afectaron a niños y adolescentes en una etapa crítica de su desarrollo emocional y físico. Durante los meses en que las escuelas estuvieron cerradas en Ontario, los estudiantes en desarrollo que se enfrentaban a grandes emociones como la ansiedad, el duelo y el aislamiento perdieron simultáneamente el acceso a la influencia estabilizadora del aula y a los programas comunitarios.