Por Vilma Filici
Hace unos días, miles de personas marcharon en las calles de Toronto y de las principales ciudades del país para hacer al gobierno federal una petición que no es nueva pero que es muy importante para el país: que implemente un programa de regularización para las personas que viven de forma indocumentada en Canadá.
Yo marché en Toronto junto a una diversidad de lideres comunitarios, empleados, profesionales, activistas, trabajadores sociales, abogados y consultores interesados en el tema, así como también con ciudadanos del común que probablemente tienen algún familiar o algún amigo que vive sin estatus legal en el país.
Marchamos desde la intersección de las calles Yonge y Bloor hasta el City Hall, caminando sobre Yonge, la principal calle de la ciudad, en la cual las personas veían nuestra petición y muchas de ellas se unían al clamor de que es necesario poner fin a la situación de inseguridad jurídica que viven las personas indocumentadas, quienes trabajan, pagan impuestos y ayudan a mover la economía el país.
Lo interesante de esta marcha es que la petición era bien simple para el Primer Ministro Justin Trudeau y su gabinete de gobierno: que cumpla la promesa que hizo al inicio de su gestión de que iba a implementar un programa de regularización para las personas que viven sin estatus legal en el país. Debemos recordar que esta fue una de las principales ordenes que le dio el Primer Ministro al entonces Ministro de Inmigración, Refugiados y Ciudadanía, Sean Fraser, en su carta de mandato.
Sabemos de hecho que funcionarios del gobierno han estado sosteniendo reuniones sobre este tema con diversas organizaciones que trabajan con inmigrantes y refugiados, y que supuestamente ya se estaría trabajando este programa de regularización. El problema es que el tiempo pasa y pasa y no se concreta nada en este tema tan importante.
Sobre la base de la poca información con que se cuenta, todo indica que no va a ser una amnistía general, sino que un programa de regularización especial que implicará que las personas cumplan algunos requisitos para que puedan acceder sus beneficios. Dichos requisitos obviamente aún no se conocen, pero por la experiencia de programas piloto que ha implementado el gobierno en el pasado reciente, queda claro que un manejo adecuado del idioma, inglés o francés, y un buen historial laboral van a ser elementos clave para poder calificar.
Los esfuerzos por lograr la implementación de un programa como este no son nuevos, y tengo que mencionar que hace varios años, una coalición de organizaciones dio a conocer una investigación acerca de las personas indocumentadas que vivían en Canadá. La investigación, que fue financiada por la Labour International Union of North America, LIUNA Local 183, y que fue publicada en el año 2005, llegó a la conclusión de que en el país había entre 300 y 500 mil personas indocumentadas. A la fecha de hoy, diversas fuentes plantean que ese número puede andar un poco arriba del millón de personas.
A lo largo de estos últimos años, diversos medios de comunicación han hecho eco de esta realidad que vive el país y han presentado como ejemplo de esta población a familias de origen latinoamericano, las cuales, después de que se les venció su visa de turistas, decidieron quedarse en el país.
Recuerdo un artículo en particular, donde un periodista explicaba lo honesta que era una familia, lo trabajadores que eran sus miembros y el buen establecimiento económico que tenían en Canadá. De igual forma mencionaba que esta familia estaba preparando la documentación necesaria para solicitar su residencia permanente basada en Razones Humanitarias y de Compasión, dado que definitivamente no querían regresar a su país de origen. Hoy esta familia tiene su residencia y son dueños de una importante empresa en la cual le dan trabajo a decenas de residentes y ciudadanos canadienses.
Traigo a colación esta historia sobre la cual escribí ya hace algún tiempo, porque lo que planteaba dicho artículo es la realidad que muchas personas viven no solamente en Toronto, sino que a lo largo y ancho del Canadá. Personas que después de haber perdido su caso de refugio decidieron quedarse, o que llegaron como visitantes y cuando se les venció su visa de turistas se quedaron.
También es el caso de estudiantes internacionales que se quedaron después de haber terminado su carrera, y también de trabajadores temporales que después de haber terminado su contrato decidieron hacer de Canadá su hogar aun sin tener la documentación legal necesaria para residir en el país.
A partir del 2015 también fue el caso de miles de trabajadores temporales que en ese momento aun tenían permiso de trabajo, pero que decidieron quedarse, aunque fuera de forma indocumentada ya que ese año empezó a funcionar la nueva normativa que establecía que después de cuatro años de trabajar en Canadá, ciertos trabajadores no podían renovar su permiso de trabajo.
Según datos proporcionado por la organización Migrant Workers Alliance for Change el año pasado, al menos 1 de cada 23 personas en Canadá (más de 1,6 millones) son residentes no permanentes. Los migrantes viven en el país a través de permisos de estudio, trabajo o humanitarios, o carecen de documentación. Muchos migrantes están excluidos de la atención médica universal, del acceso a ayudas económicas de emergencia y del trabajo decente. Muchos están separados de sus familias.
Los indocumentados particularmente son personas que generalmente han vivido en Canadá durante muchos años. Yo personalmente conozco personas que han estado en el país por más de diez años sin estatus y que están muy bien establecidas, que tienen hijos nacidos aquí, tienen trabajo, muchos de ellos tienen sus propias compañías y algunos vienen de países que están en crisis económica o política y que por lo tanto no sería difícil legalizarlos. Hay que destacar que estas son personas que pagan impuestos provinciales, municipales y, a veces, hasta federales.
Si observamos los trabajos que hacen las personas indocumentadas vemos que la mayoría están involucrados en las áreas de servicios, de salud, de cuidado de niños, de cuidado de ancianos, en la construcción, en la limpieza, etc., es decir que la mayoría hacen trabajos esenciales y fueron fundamentales durante la pandemia.
También es importante señalar que desde el momento en que estas personas están en el país y que están trabajando, obviamente son personas muy importantes para la industria de construcción, para los servicios y para el cuidado de niños en las casas (lo cual permite que los padres, los profesionales canadienses y residentes, puedan salir tranquilos a sus trabajos sabiendo que sus niños están en buenas manos), etc. Y estas personas también son importantes para la economía canadiense dado que son consumidores y, como dije anteriormente, pagan impuestos.
Yo tengo cuatro décadas de experiencia trabajando con indocumentados y jamás he visto un indocumentado que no estuviese trabajando, tratando de establecerse económica y socialmente en el país. He visto a muchos indocumentados que han abierto sus propias compañías y que le están dando trabajo a ciudadanos canadienses y a residentes permanentes, y hay, lamentablemente, una falacia en relación con el comportamiento de los indocumentados, porque no es raro ver que a veces se asocia a los indocumentados con criminalidad, cuando por el mismo hecho de vivir de forma indocumentada las personas tienen un comportamiento mucho más correcto que el de las personas que tienen su estatus en el país.
Porque el estar sin estatus en Canadá los hace vulnerables, ya que cualquier tipo de error, aunque sea un error de tráfico, los pone en peligro de ser detectados y arrestados por la CBSA y eventualmente deportados.
Creo que ha llegado el momento de que el gobierno canadiense implemente este programa especial de regularización para las personas indocumentadas y sin estatus. Lo más importante para tener en cuenta es que estos trabajadores han demostrado ser esenciales para la economía canadiense, que están bien establecidos, que pagan impuestos, que son capaces y que son honestos. Es hora de regularizar a los trabajadores que viven de forma indocumentada o con estatus temporal en Canadá.