Por Enrique Pato, profesor de la Universidad de Montreal
En algunas de las variedades del español actual, especialmente en España, se emplea tío bueno (aunque, como veremos más adelante, también se puede optar por la forma lexicalizada tiobueno) para piropear a un hombre guapo o que tiene un físico atractivo. En el caso de que sea una mujer se dice tía buena. Este piropo, que empezó a usarse en el lenguaje de los jóvenes, y entre estudiantes, se ha extendido a otros grupos y en la actualidad es una forma generalizada propia del registro informal y coloquial.
El significado base originario de tío bueno es la unión del sustantivo tío (‘hermano del padre o de la madre de una persona’, o apelativo de ‘amigo, compañero’) y del adjetivo bueno (‘de valor positivo’, ‘sano’), tal y como vemos en los siguientes ejemplos:
(1) Perderse él un domingo así como así, con todo ese familión a las espaldas. –Es un tío bueno -dijo Mauricio-; pero bueno verdad. –No hay más que oírle. Hablando se retrata la gente (Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama, 1956).
(2) Era mucha casualidad haber topado con el Gordo en una gasolinera, a la vuelta de San Sebastián, y que menos de dos semanas después saliera en la conversación. –Trabajamos juntos. Era un tío bueno. De ley (Alfonso Rojo, Matar para vivir, 2004).
El significado figurado, que viene después en el tiempo, de ‘hombre guapo’ y ‘mujer guapa’ se obtiene cuando los hablantes evalúan de manera positiva el aspecto físico de una persona, como si una de sus principales cualidades fuera ser hermosa y sexualmente deseable. En estos casos el nombre tío potencia la cualidad del adjetivo bueno (‘agradable, apetecible’) que le sigue:
(3) Salvo por sus arcos supercialiares, no especialmente pronunciados, un Homo antecesor vestido con traje y corbata podría pasar en la actualidad por un hombre de negocios que antes de fichar en su trabajo ejercita sus músculos en el gimnasio. “Un tío bueno”, resume Carbonell (Bruno Cardeñosa, El código secreto, 2001).
(4) Tres o cuatro mujeres contestaron con piropos (“guapo”, “macizo”, “tío bueno“) y el artista procedió a calmar los ánimos: “Agradezco mucho las palabras cariñosas y las doy ya por supuestas” (El País, 27/10/2004).
Lo interesante es que, según los corpus lingüísticos consultados, la forma femenina (tía buena) se documenta antes que la masculina (tío bueno), hecho que estaría directamente relacionado con la llamada “objetivación sexual” de la mujer y con los roles de género en el mundo hispanohablante. Siguiendo la teoría de Fredrickson y Roberts (1997), la objetivación sexual aparece cuando una persona mira, trata o valora a una mujer en relación al uso que se le puede dar a su cuerpo (o a algunas de sus partes) en función del placer sexual que produce o ejerce a otros:
(5) Por si las moscas, es más conveniente salir acompañado. Coger un rehén, vamos. ¿A quién me llevo? ¿Al director, a uno de los empleados, a la secretaria, a la vieja, al barbas, a la tía buena o al del brazo en cabestrillo? (Carlos Pérez Merinero, Días de guardar, 1981).
(6) de pronto los yanquis, que aciertan siempre a lo bruto, introducen en el mercado una muñeca adulta, una “tía buena” como Barbie, y las niñas, que llevaban siglos de madrecitas de sus bebés de cartón, lo aceptan. A tomar por culo Freud (El Mundo, 09/01/1995).
Como mencionamos al principio de esta nota en relación a la lexicalización, los hablantes tienden a unir esta construcción de «nombre + adjetivo», porque funciona como una sola unidad léxica independiente, al igual que ha pasado con voces como tiovivo (de tío + vivo, ‘carrusel’), mamacallos (de mamar + callos, ‘persona tonta’) o papanatas (de papar + natas, ‘persona simple y fácil de engañar’). De este modo, tío bueno aparece ahora escrito junto, como una sola palabra y sin tilde (tiobueno), al ser una forma llana (el golpe de voz recae en la –e– del diptongo creciente –ue-) que termina en vocal:
(7) Que os parece este tiobueno? asqueroso, demasiado mazado y probablemente con poco cerebro (Twitter, 06/05/2013).
(8) Fabio, el tiobueno de la serie, con permiso de ‘El egipcio’, termina la temporada sangrando ‘like a pig’ tras descubrir el plan de fuga de la maligna Zulema (Revista Blue, 01/04/2016).
(9) Lo q ha de importar a los fans chinos por encima de todo es q el RM gane la Liga, no ver corretear a tal o cual tiobueno (Libertad Digital, 22/04/2017).
Por otro lado, el adjetivo bueno admite sufijos apreciativos, especialmente –orro (tío buenorro/ tía buenorra), el aumentativo –azo (tío buenazo/ tía buenaza) o el superlativo –ísimo (tío buenísimo/ tía buenísima).
Otros términos y expresiones relacionadas con este uso que estamos viendo son buenorro, macizo, estar tremendo, estar cañón, estar como un tren, estar como un queso, meloco (acortamiento de me lo comería) o chamo (especialmente usado en las Islas Canarias). Lo interesante es que, gracias a los efectos de la globalización, el tío bueno empieza a ser registrado en países como México, Colombia, Perú y Argentina. No obstante, en las variedades hispanoamericanas se emplean preferentemente otras voces como bebesote, churro, cuero, papazote, rico, ser un mango, ser un bizcocho, ser una bomba, entre muchos otros.
En inglés tenemos formas como hunk, hunky (dude), hottie y stunner. Y en francés los sinónimos más adecuados serían un beau mec, un bon gars, beau gosse, loup, type y canon, por dar solo algunas formas. En relación a esta última voz, cabe señalar la semejanza entre el español estar como un cañón y ser un cañón con el francés être un canon (y también méchant pétard) pues en ambas lenguas se hace uso del léxico militar (en concreto de la artillería) para hacer referencia a alguien muy guapo/ guapa. Este mismo sentido de ‘estar cañón’ aparece en otras lenguas como el árabe y el persa. Por último, otra semejanza semántica la encontramos también entre el meloco (de me lo comería) y del está para comérselo del español y el être mangeable del francés.
Como vemos, las expresiones culturales se tornan algo básicas en cuanto al piropo, los dichos breves y la atracción sexual se refiere. Quizá una definición más actualizada de tío bueno, ya no solo basada en la altura de la persona, su volumen y musculación –al menos entre algunos jóvenes–, sea el de hombre ‘fuerte pero sensible’, es decir un buen tío.
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