De Canadá a México: El largo viaje de un niño que murió hace más de 2000 años

CRÉDITO: AMÉLIE PHILIBERT, UNIVERSIDAD DE MONTREAL

La Facultad de Antropología de la Universidad de Montreal recibió a una delegación del Consulado General de México en Montreal para una ceremonia de repatriación de un entierro mesoamericano.

Una nueva realidad donde todos están aislados de los demás, muchas situaciones nuevas que se imponen en la vida de todos: estamos en 2020, un año de pandemia. En las universidades las actividades también se están desacelerando y, sobre todo, a distancia. En el Departamento de Antropología de la Universidad de Montreal, el entonces director, Guy Lanoue, aprovechó la oportunidad para hacer lo que nunca tiene tiempo de hacer: ¡limpiar!

En uno de los estantes de una estantería polvorienta, encuentra una caja del tamaño de una caja de zapatos. Su contenido lo deja atónito: son los huesos de un niño. Al menos eso es lo que pone en la parte superior de la caja. ¿Pero de dónde vienen y qué hacen allí? Comienza la investigación.

El profesor Lanoue llamó inmediatamente a su colega Isabelle Ribot, bioarqueóloga especializada en el estudio de restos humanos antiguos. Tras una breve inspección del contenido de la caja, el investigador concluyó que los huesos datan de varios siglos. Sin embargo, ella tampoco sabe cómo terminaron en un estante del Departamento de Antropología.

A principios de diciembre de 2023, la pandemia ha quedado atrás, las actividades universitarias han vuelto a la normalidad desde hace más de un año. Isabelle Ribot entrega la caja con huesos encontrada hace tres años al cónsul de México en Montreal, Alejandro Estivill Castro. Lo acepta agradeciendo a la señora Ribot bajo los flashes de la cámara del fotógrafo de la Universidad. El vicecónsul y varios compañeros del consulado de México también están presentes en la primera ceremonia de repatriación de un antiguo entierro celebrada en la UdeM.

Pero, ¿qué pasó entre 2020 y finales de 2023? Aquí está la improbable historia de lo que Isabelle Ribot y sus colegas llamaron El Niño.

Una investigación que se convierte en artículo científico

Sin más documento que unas cuantas notas garabateadas en la caja, Isabelle Ribot decide confiar el trabajo de investigación a uno de sus mejores alumnos, Étienne Houle, estudiante de máster en antropología. También se comunica con Carlos Jácome Hernández, profesor visitante del Departamento de Antropología y experto en arqueología forense y bioarqueología mesoamericana, para co-supervisar a este estudiante, dada la relevancia de su experiencia para esta situación.

El estudiante tiene algunas pistas que le permiten seguir el hilo de los acontecimientos: las inscripciones en la caja proporcionaban información sobre la procedencia de los restos, que podrían datar de La Pastora – subfase del período zacatenco, nombre del pueblo principal de una región ubicada en México, donde las poblaciones indígenas practicaban la agricultura, lo que sitúa la edad de los huesos entre 750 y 550 a. C.

Como se ilustra a grandes rasgos en la parte superior de la caja, contiene sólo un individuo en un estado muy incompleto: 75 fragmentos de hueso de un niño de seis años y medio que vivió poco más de 2.000 años.

Un lado de la caja también lleva una inscripción adicional que permite a Étienne Houle avanzar en su investigación: “ Para el Museo Americano de Historia Natural, si lo desean. Contacta con Sumru Aricanli. » Este último trabaja en el museo neoyorquino como experto en arqueología sudamericana, mexicana y centroamericana. Al comunicarse con la señora Aricanli  , el estudiante supo que fue el profesor Pablo Tolstoi, fundador del Departamento de Antropología de la UdeM, quien trajo de México estos huesos exhumados durante las excavaciones que realizó allí en 1965. Cuando se jubiló, no No dejó dirección de contacto, pero sí siguió en contacto con el arqueólogo estadounidense.

Por lo tanto, la señora Arincali explica al estudiante investigador que Paul Tolstoi transfirió toda su colección al museo en 2014, una colección compuesta principalmente de artefactos (cerámica y materiales líticos). Pero allí no se encuentran restos humanos. El profesor Tolstoi se especializó en la difusión cultural de las sociedades mesoamericanas. Nunca mencionó estos huesos en sus publicaciones sobre su trabajo de investigación. Cuando fueron descubiertos, se consideró erróneamente que los huesos eran de ciervo: la inscripción ” ciervo ” de la caja fue tachada y sustituida por ” niño humano “.

El profesor Kent V. Flannery de la Universidad de Michigan –un folleto dejado en la caja lleva el escudo de esta institución– también contribuyó a resolver el enigma. Fue él quien, a petición del profesor Tolstoi, trabajó en el análisis de algunos de los artefactos recuperados de las excavaciones y quien habría señalado la presencia de huesos humanos juveniles entre los restos de fauna antes de devolverlos a Montreal. Étienne Houle y sus colegas plantean la hipótesis de que el profesor Tolstoi probablemente informó sobre estos huesos por error, sin saber que eran de origen humano.

Estos huesos humanos fueron recolectados en el sitio de El Arbolillo (Cuenca de México), excavado en 1965 por el equipo de arqueólogos de la UdeM, aunque persisten incertidumbres sobre su ubicación exacta. Fallecido en el otoño de 2022, Paul Tolstoi habló por correo electrónico con Étienne Houle en la primavera del mismo año y le proporcionó información valiosa sobre estos restos.

“Recordaba muy bien este entierro”, afirma Étienne Houle. También es gracias a la información que nos brindó que pudimos desarrollar este proyecto de repatriación, ya que abogamos por la devolución y centralización de las colecciones bioarqueológicas en su país de origen.

Fue también en esta época cuando Carlos Jácome Hernández se ocupó de los largos trámites de repatriación ante las autoridades mexicanas y científicos del Instituto Nacional Antropología e Historia (México). Este descubrimiento singular, la investigación que siguió y el proceso de repatriación llevaron a los tres investigadores de la UdeM a escribir y publicar un artículo científico en la revista Archéologique en el otoño de 2023.

Este artículo científico se divide en tres partes: el inventario osteológico, el contexto arqueológico del descubrimiento y las consideraciones éticas en torno a la repatriación de estos restos humanos en un contexto legislativo internacional.

Los profesores Isabelle Ribot y Carlos Jácome Hernández, cónsul de México en Montreal, Alejandro Estivill Castro y Étienne Houle, estudiante de maestría en antropología. CRÉDITO: AMÉLIE PHILIBERT, UNIVERSIDAD DE MONTREAL

¿Las personas fallecidas tienen derechos?

“La ética que rodea la conservación de restos humanos arqueológicos se ha convertido en una preocupación importante en el siglo XXI  tanto para las comunidades como para los investigadores”, escriben los tres antropólogos en la introducción del artículo. Este proceso sin precedentes de repatriación internacional de El Niño da lugar a reflexiones éticas y jurídicas que se hacen eco de muchas otras solicitudes de repatriación en los últimos años.

“En resumen, este estudio de caso pone de relieve la necesidad de integrar consideraciones éticas en la gestión de las colecciones bioarqueológicas y de aclarar los procesos de repatriación de restos humanos para garantizar el respeto a las personas fallecidas y a sus comunidades de origen”, subraya Isabelle Ribot. También pone de relieve el debate entre la preservación científica de los restos humanos en los establecimientos educativos y la dignidad cultural y espiritual reivindicada por las comunidades indígenas interesadas, lo que coloca a los equipos de investigación en un acto de equilibrio.

El concepto de dignidad humana es central y se opone al enfoque materialista de la comunidad científica, sostienen los tres investigadores: “Mientras que la visión occidental a veces muestra un distanciamiento emocional respecto de la antigüedad de los artefactos, muchas comunidades indígenas reaccionan con emoción en relación con sus antepasados, especifica Étienne Houle. Consideran que las personas fallecidas, independientemente del tiempo transcurrido, tienen derecho a la dignidad, como todo ser humano que hoy muere”.

Diagrama esquemático para la reevaluación del inventario osteológico de “el niño”. CRÉDITO: GUTIÉRREZ 2018, 113

¿A quién pertenecen los restos humanos?

El artículo también aborda cuestiones relacionadas con la afiliación cultural de los restos humanos. Hay dudas sobre si los restos deberían entregarse sólo a grupos con afiliaciones geográficas, genéticas y culturales demostradas. Los desafíos surgen cuando los restos no pueden identificarse culturalmente de acuerdo con estándares científicos, lo que obstaculiza los esfuerzos de repatriación de las comunidades, como fue el caso del entierro de El Niño.

El Niño: regreso a tierra natal y continuidad

El proceso de repatriación de El Niño reveló vacíos legales en Canadá y México con respecto a las leyes sobre repatriación de restos humanos y destacó los códigos de conducta y ética profesional que guían las prácticas en el campo de la bioarqueología. Inevitablemente, algunos establecimientos deberán esforzarse por aclarar el procedimiento a seguir para este tipo de repatriación.

Durante la ceremonia realizada por El Niño, el cónsul mexicano mencionó en más de una ocasión que la aventura de este niño fallecido hace más de 2000 años aún no ha terminado. Los científicos mexicanos planean estudiar sus restos gracias a los trabajos que continúan en México sobre el período Teotihuacán. Así, después de varias décadas de dormir en una tableta, El Niño permitirá a los equipos de investigación investigar y enriquecer el conocimiento de quienes nos precedieron en el continente americano.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por la UdeM.