Los padres tienen sueños, pero puede que los hijos no estén interesados en cumplirlos. Un modelo de coaching apunta a optimizar la comunicación, aumentar la autoestima y restablecer su responsabilidad como guías y mentores. Es una forma de evitar los conflictos cotidianos y las rupturas irremediables.
Por Dino Rozenberg
A Canadá llegan inmigrantes con diferentes culturas, valores y motivaciones.
Hay profesionales jóvenes ansiosos de abrirse camino, y familias asustadas que no entienden su nueva realidad. A algunos les atraen el frío y los deportes invernales, y otros se pasan soñando con sus paraísos tropicales. Están quienes vienen abiertos a lo nuevo y quienes se aferran a su comida, su música y sus santos favoritos.
El desafío que enfrentan es la necesidad del cambio. A unos les cuesta poco y a otros mucho, pero todos lo sufren. Hay personas que se esfuerzan por desprenderse de lo antiguo, y otras que consideran un deshonor olvidar sus tradiciones.
La cultura, la familia, las amistades, la moral y la religión son motivo frecuente de desencuentro entre la pareja, los padres y los hijos, sobre todo los jóvenes y adolescentes.
Iraís Vieto tiene un nombre para este fenómeno: la frustración de las expectativas. “Todo inmigrante busca algo mejor. Un latinoamericano que deja una buena posición espera una mejor alternativa para él y su familia. El problema es que pone una pesada carga sobre sus hijos: estoy haciendo este sacrificio porque quiero que tengas un mejor futuro”.
Esa es la expectativa: los padres tienen sueños, pero puede que los hijos no estén interesados en cumplirlos.
Vieto, una mexicana radicada hace años en Montreal, se ha certificado como coach y ayuda a padres latinos a navegar los conflictos cuando, oh, sorpresa, las cosas no funcionan como esperaban. Ella es parte de Servicios Interculturales NunanuQ (NunanuQ Services Interculturels), una organización que facilita la integración y ayuda a resolver conflictos en las familias.
La continuidad entre casa y escuela
Ella explica que un primer descubrimiento suele ser la gran desconexion entre la escuela y el hogar. “La escuela es la segunda casa, y es donde el niño se educa y enriquece con compañeros que tienen mucha influencia entre sí. Todo influye: los profesores, la música que escuchan, la ropa que usan, lo que hablan y descubren de los otros”.
Pero los maestros no preguntan a los padres sobre lo que van a enseñar. Esa es la responsabilidad de las escuelas en Canadá: formar personas autónomas e informadas. Sin embargo, cuando los chicos llegan a casa los adultos quieren corregirlos, les dicen cosas diferentes o les inculcan otros valores o ideales.
Ahí es cuando se nota la falta de continuidad. Un caso típico es el de la educación para la sexualidad, que figura en los programas y que los padres pueden revisar en internet. Pocos lo hacen y luego se asombran cuando sus hijos tratan el asunto de manera natural. Vieto ejemplifica: “Unos padres me dicen que en casa nunca hablan de eso, y cuando pregunto la edad de su hija resulta que ya tiene 12 o 13 años y está perfectamente informada.”
La especialista dice que existen muchos temas en los que la falta de continuidad genera conflictos y desacuerdos, cuando no enojos y castigos. Pero niños y jóvenes van a tomar partido por lo más convincente y si no los respetan comenzarán a mentir o disimular. Un tema controvertido son los castigos corporales, que en Canadá están prácticamente prohibidos.
No les pedimos venir a Canadá
Si los hijos no son comprendidos y aceptados seguirán comportándose como “niños obedientes”, y si los padres no cesan de echarles en cara su “sacrificio”, solo ensancharán la brecha. Es que al final, los hijos entenderán que no tomaron la decisión de migrar y que no quieren cargar con los sueños de los padres. Ellos no lo pidieron.
Según la experiencia de los facilitadores, los diálogos rotos van de temas delicados como la sexualidad, el dinero y los tatuajes hasta los ligeros como la ropa, las diversiones o los modales en la mesa. Sin darse cuenta, los padres pierden la oportunidad de acompañar el desarrollo que sus hijos necesitan para vivir en Quebec, no en sus países lejanos.
Vieto asegura que para evitar ese desencuentro los padres están obligados a informarse a la par de los hijos, incluso más, y ayudar a su integración y no al desajuste. Para muchos adultos, la religión o el matrimonio son asuntos vitales, mientras que en ciertos ambientes han dejado de ser una prioridad. No se puede condicionar a los hijos con fantasmas o amenazas.
Aunque pueda resultar desafiante, Iraís Vieto aconseja informarse y navegar el modelo educativo de Quebec, para saber cómo funciona y conocer las opciones locales.
Esto incluye ajustar la predilección latina respecto de la formación universitaria y las profesiones liberales, como medicina o leyes. La idea de que la familia se mudó para que su hijo o hija siguieran la tradición familiar no suele funcionar. Los jóvenes pueden elegir otros caminos, o irse de casa y trabajar desde que llegan al CEGEP. Con información y dinero adquieren nuevo poder.
El coaching como abordaje para los padres
La coach Vieto es clara al explicar que el servicio que ofrece NunanuQ está dirigido a los padres inmigrantes y no a los hijos. “Cuando las cosas significan algo diferente para los padres y los hijos es momento de hablar con un profesional –dice–. Solo así se podrá entender a ese hijo que quiere trabajar en un restaurante, tatuarse o no estudiar para ser abogado como el papá.”
Este tipo de mediación puede ser presencial o en línea, y el objetivo es identificar la problemática para alinear las expectativas y la realidad. Algunos padres llegan al coaching porque alguien conoce o les recomienda los servicios de NunanuQ, o son derivados por escuelas y organizaciones como la Dirección de protección juvenil de Quebec (Direction de la protection de la jeunesse, la DPJ).
El coaching debe centrarse en una problemática concreta: no es una terapia ni pretende cambiar la forma de pensar de los adultos. “Se trata de establecer cierta continuidad entre la sociedad, la casa y las escuelas –agrega Vieto–. Lo que busca el facilitador es cierto grado de aceptación mediante la divulgación de una información realista y sencilla para que todos entiendan qué se espera de ellos. Se trata de conciliar los intereses familiares con las demandas de los hijos y la sociedad donde viven.” Es claro que algunos padres no van a cambiar su cultura ni abandonar sus costumbres, pero tienen mucho para hacer con relación a sus hijos.
Los resultados de una intervención exitosa, que puede tomar una decena de sesiones, suelen centrarse en una mejor comunicación, la aceptación madura entre padres e hijos, y una relación más cercana y positiva. “De esta manera se siguen acompañando –concluye Vieto–, porque los padres recuperan su autoestima y se asumen como guías y mentores. No como una figura de autoridad sino para un acompañamiento mutuo y respetuoso. Lo importante es nunca llegar a las rupturas definitivas, porque un padre y una madre siempre serán necesarios en la vida de la siguiente generación.”
Recursos en Internet:
NunanuQ Services Interculturels
https://www.instagram.com/coach.parents.immigrants/
Educación para la sexualidad:
https://www.education.gouv.qc.ca/professionnels/dossiers/education-a-la-sexualite
Contenido para padres: