“El universo en tus manos: pensamiento y esplendor de la Colombia indígena” es la nueva exposición del Museo de Bellas Artes de Montreal (MBAM) que se presenta hasta el 1 de octubre. La curadora de la colección de arte precolombino, Erell Hubert, nos explica de qué manera esta muestra acerca las culturas precolombinas a nuestra sociedad actual.
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Por César Salvatierra
Desde 2016, Erell Hubert es curadora de arte precolombino en el MBAM. Su formación es en arqueología y fue curadora de la memorable exposición «Perú: Reinos del Sol y de la Luna» que dejó un imborrable recuerdo en Montreal. Ella ha dirigido excavaciones arqueológicas, especialmente en el Perú. Su papel actual apunta a enriquecer, documentar y valorizar la colección de arte precolombino del museo. Su trabajo y el del equipo de expertos del MBAM vuelve a ser destacado en esta nueva muestra realizada en colaboración con el Los Angeles County Museum of Art, el Museum of Fine Arts, Houston, el Museo del Oro de Bogotá y la comunidad arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta.
En la historia del MBAM, las colecciones precolombinas fueron responsabilidad de Frederick Cleveland Morgan (1916-1961) y Léo Rosshandler (1968-1976). No hubo un cargo formal en esta especialidad hasta la creación del cargo de curador en 2009, cuando nombraron a Víctor Pimentel (2009-2015). Eso posibilitó muestras como «Perú: Reinos del Sol y de la Luna». ¿Qué enfoque ofrece el MBAM a las exposiciones sobre culturas precolombinas para el público canadiense, en particular con «Pensamiento y esplendor de la Colombia indígena»?
Ahora adoptamos un enfoque más amplio sobre el arte de las Américas, el cual sobrepasa lo que llamamos simplemente «el arte precolombino». Históricamente, hubo, sobre todo en la primera mitad del siglo XX, un enfoque orientado hacia lo exótico. Este venía de una visión colonial de las obras que consistía en un movimiento sobre todo unidireccional del sur hacia el norte. Actualmente, nos dirigimos hacia enfoques más colaborativos. Queremos que las obras cuenten historias que revelen la profundidad histórica, la diversidad y la riqueza del arte y de las concepciones del mundo de los pueblos indígenas de las Américas, sin una separación estricta entre lo «precolombino» y lo «post-colombino».
Así que pensamos en las mejores maneras de transmitir el mensaje de las obras, lo que intentan decirnos hoy. ¿Qué importancia tienen para la población local? ¿Qué dicen a los visitantes de Montreal? Durante una visita en las salas, ciertas personas descubren el arte de las Américas, mientras que otras pueden encontrar referencias culturales que hacen eco a su identidad. El objetivo es crear lazos entre las obras, quiénes la crearon y el público visitante de hoy. El trabajo de los curadores es de intentar dar una voz a las obras y facilitar esas relaciones.
¿Cómo refleja la exposición el intercambio que tuvo lugar entre los líderes indígenas de la comunidad arhuaca, Jaison Pérez Villafaña, mamo Camilo Izquierdo y los organizadores de la exposición?
Tengo que decir que esta exposición se organizó en primer lugar en el Los Angeles County Museum of Art (LACMA). La decisión de traerla al MBAM fue tomada en 2020, cuando las curadoras de LACMA, Juilia Burtenshaw y Diana Magaloni, habían ya establecido una relación desde hace varios años con la comunidad arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta. Fue este intercambio a largo plazo lo que ha cambiado la forma en que pensamos y presentamos las obras. En los museos como en la arqueología, nos hacemos siempre las mismas preguntas ¿qué es? ¿cuándo se hizo y por quién? La primera etapa es la identificación. Discutiendo con representantes de la comunidad arhuaca, entendimos que estas preguntas no les interesaban realmente ya que, para ellos, las obras no son objetos por clasificar sino, más bien, miembros de su familia, seres vivos con quienes interactuamos.
Esto cambia totalmente la relación con las obras. Para mamo Camilo Izquierdo, uno de los líderes espirituales y políticos más importantes del pueblo arhuaco, las obras presentadas en la exposición se hicieron originalmente para crear vínculos, por ejemplo, con los antepasados y el cosmos. Él considera que las obras continúan hoy esta labor de relacionar creando lazos entre épocas y lugares (Colombia y Quebec), pero también entre las personas: quiénes han creado las obras, sus descendientes (como los arhuacos), y el público del MBAM.
En la exposición elegimos hacer hincapié en un enfoque más temático. ¿Qué nos cuentan las obras? ¿Cómo se posicionan en la concepción de un mundo donde todo está interrelacionado? ¿Cómo participan en esta interrelación? Los visitantes se darán cuenta también que no hay fechas en los carteles. Los arhuacos nos explicaron que las obras fueron hechas según principios que no tienen ni origen ni fin. En efecto, ¡estas obras están aún con nosotros! Entonces, ¿por qué atribuirles una fecha que marque su fin? Su función y, de este modo, su temporalidad, va mucho más allá de la época de su fabricación. Así pues, creo que es en este punto que se tuvo que repensar la exposición, teniendo en cuenta la pertinencia actual del mensaje de las obras.
«Pensamiento y esplendor de la Colombia indígena» reúne unas 400 obras, entre ellas piezas de cerámica y orfebrería, repartidas en 10 salas. ¿Qué nos propone el recorrido de la exposición?
Los grandes temas ya existían, especialmente en la presentación de Los Ángeles. Pero en Montreal realmente queríamos acentuar un recorrido inspirado en la visión arhuaca. En primer lugar, hacia adentro, mirar dentro de nosotros mismos, reconocer nuestros a priori, pensar en cómo influencian en nuestra relación con el mundo. Luego, tras este momento de reflexión, ir hacia afuera: pensar en el alcance de nuestras acciones sobre lo que nos rodea y, en consecuencia, modificarlas.
Así se concibió el recorrido. En el primer espacio, la voz de Jaison Pérez Villafaña nos invita a deshacernos de la energía negativa que se acumula en nosotros y a reflexionar en la relación de interdependencia que nos une al mundo, por ejemplo, al rol de los árboles en su producción del oxígeno necesario para nuestra respiración. Luego, en la segunda sala, iremos al encuentro de las ocarinas y, gracias a una trama sonora compuesta por Luis Fernando Franco Duque, escuchamos su voz envolvente. La tercera sala es un poco más «clásica». En esta se presentan diferentes regiones y períodos delimitados por los arqueólogos para que el público pueda situarse en el contexto cronológico y geográfico de la exposición.
El corazón de «Pensamiento y esplendor de la Colombia indígena» está dedicado a los grandes temas: la concepción del mundo, la relación con los seres que habitan el universo, el valor de los materiales, etc. Como mencionamos antes, las etiquetas que acompañan a las obras no llevan la fecha de fabricación. Ellas indican solamente un título descriptivo, el lugar de fabricación, el estilo y los materiales. El objetivo es llamar la atención sobre el contenido temático. Cuando visitamos exposiciones arqueológicas, pensamos muy seguido: «¡Ah, es impresionante porque es antiguo!» Ponemos nuestra atención en este punto, teniendo la impresión de que es la fecha que da valor a la obra. En lugar de plantear la pregunta «¿Dónde se sitúa esta obra en una línea de tiempo?», nuestro proceso apunta a centrar la mirada del público en la obra misma, sobre lo que tiene para contar.
Al final del trayecto, la última sala fue concebida en colaboración de Benoit Jodoin, de la Dirección de Educación y Compromiso Comunitario del MBAM. Se encuentran citaciones de personas indígenas y colombianas que viven en Quebec, lo que hace eco de ciertos temas abordados en la exposición, por ejemplo, los árboles y los animales vistos como miembros de nuestra familia. En esta sala, las personas que han hecho el trayecto son invitadas a expresarse y participar en la exposición al escribir o dibujar en cartulinas sus respuestas a preguntas como «¿cómo cuidar del mundo?»; las cartulinas serán conservadas en los archivos de la exposición.
¿Qué desafíos encontraron a la hora de diseñar y montar la exposición?
En el plano escenográfico, había que instalar alrededor de 400 obras de un modo tal que se pudiera mantener la atención del público hasta el final. ¿Cómo permitir al público acercarse a las obras que a menudo son de pequeñas dimensiones? ¿Cómo colocarlas evitando el amontonamiento? ¿Cómo traducir los conceptos arhuacos? La escenógrafa, Laurence Boutin-Laperrière, intentó de manera notable «hacer entrar» el territorio de la Sierra Nevada de Santa Marta en las salas del museo gracias a proyecciones y a una trama sonora. Ahí estuvo el verdadero desafío. Remarcar el mensaje de las obras, ofrecerles el espacio necesario para que puedan expresarse, evitando al mismo tiempo dar la impresión de encontrarse en un conjunto de objetos inanimados como en una tienda. Igualmente, para Jaison Pérez Villafaña, no son los conocimientos científicos los que priman, lo importante es que cada persona establezca un lazo con las obras. Si las personas al final de la exposición tienen una obra favorita en mente, ya es un logro.
¿Qué materiales y técnicas utilizaban los antiguos artistas de Colombia para crear estas piezas?
La cerámica modelada, incisa o pintada, cuenta entre los materiales más utilizados. Hoy, los pueblos indígenas de diversas regiones de Colombia trabajan materiales orgánicos como el algodón para los textiles. Su uso fue probablemente en el pasado, pero estos materiales se han preservado raramente hasta hoy. En orfebrería utilizaban una técnica de aleación entre el oro y el cobre conocida como tumbaga. Algo que es especialmente reconocido en los antiguos maestros de la orfebrería colombiana es el excepcional nivel de dominio de esta aleación.
Los pueblos del norte preferían la técnica de fundición a la cera perdida, mientras que los pueblos del sur preferían el martillado. La fundición a la cera perdida es una técnica especial que consiste en crear un modelo de cera de abeja y cubrirlo con arcilla. Durante la cocción, la arcilla se endurece, la cera se funde y deja un hueco que luego se rellena con metal fundido.
Por desgracia, la orfebrería no se practica realmente hoy en día entre los pueblos indígenas de Colombia. Los arhuacos dicen que el metal se ha escondido por la presión de los conquistadores, entre otros. Sin embargo, es algo que sigue arraigado en su historia.
¿Cómo se desarrolló la regulación de las piezas arqueológicas precolombinas, especialmente las del MBAM?
Hay normas legales y éticas que respetar, tanto para la exposición como para la adquisición de las obras. En el caso de esta exposición, la mayoría de las obras pertenecen al Museo del Oro, institución pública dependiente del Banco de la República de Colombia. Las piezas procedentes de otros lugares han sido validadas por el personal del museo. Probablemente, la mayoría de las obras fueron saqueadas en una época en la que las regulaciones sobre el tráfico de objetos arqueológicos no existían o eran mucho menos estrictas, pero la situación mejoró a lo largo del siglo XX. En la actualidad, la Constitución colombiana consagra que el patrimonio arqueológico no es una mercancía. Antes de añadir dos piezas de la colección del MBAM a la exposición, envié fotos y toda la información sobre la procedencia al Museo del Oro para obtener su aprobación y confirmar no sólo la autenticidad, sino también la legalidad de la presencia de estas obras en Montreal.
Más allá de las normas legales, está la colaboración con las comunidades indígenas. Las obras se presentaron a los arhuacos, que se tomaron el tiempo de reflexionar sobre lo que puede significar el hecho que se encuentran tan lejos de su tierra, teniendo en cuenta que se les considera miembros de su familia. De hecho, esta separación requiere una reflexión seria, pero lo importante para ellos era la transmisión de su mensaje. Las obras son una especie de embajadores que viajan y cuentan sus historias en el extranjero. Para la comunidad arhuaca, continúan su misión de crear vínculos en otros lugares. Así que los arhuacos no pidieron que les devolviéramos las obras, sino que querían saber si las cuidábamos bien. De hecho, Jaison y su esposa Rubiela vendrán pronto a Montreal a encontrarlas, alimentarlas y conocer a los equipos del Museo. Es en el espíritu de este tipo de colaboración y en el respeto de las normas actuales que rigen la circulación del patrimonio en lo que estoy trabajando.
¿Qué desea aportar como curadora de arte precolombino del MBAM?
Mi formación es en arqueología, una disciplina con fuertes raíces antropológicas. La relación entre las obras y las personas también ocupa un lugar central en mis investigaciones. Así que, si puedo aportar algo, será buscar toda la información posible para comprender las obras, relacionarlas con las personas de hoy, ya sean descendientes de los artistas que crearon las obras o personas que vienen a conocerlas.
También creo que hay una tendencia a presentar las colecciones de arte europeo como nuestro arte, y todo lo demás como arte de los otros. Pero basta conocer un poco a la población de Montreal para comprender que no es así. No existe una definición estricta de «nosotros», que sea fluida y múltiple. De hecho, la importancia de la comunidad colombiana en Montreal influyó en la decisión de traer la exposición al MBAM. Alguien de Colombia puede tener una relación diferente con una obra concreta que alguien de Nigeria o Francia. Esta relación también puede cambiar dependiendo de la historia personal de cada individuo. Así que, si puedo compartir algunas claves de interpretación sin dar una respuesta definitiva y, sobre todo, facilitar el acceso a las obras, ese será mi aporte.
Te invitamos a conocer 400 obras de arte fino en oro, cerámica y textiles antiguos de la nación arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia. Hay guías en español los domingos de 13h30 a 16h30. Entradas tinyurl.com/2l4rmevr
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