Eduardo, amigo de quienes dirigimos esta revista, era alguien apasionado en sus ideales, entre los cuales confluían la justicia social, la ayuda comunitaria y la lucha contra la discriminación de los inmigrantes. Era un infatigable promotor del aporte hispano en esta lejana tierra del frío y su partida deja sin brújula a no pocas personas que buscaban su auxilio y consejos certeros.
Finalizados sus funerales, resurgen cuestionamientos y enormes dudas sobre los móviles de su desaparición y muerte. Desde la actuación de la policía en la primera hora de la alerta, hasta las diversas hipótesis oficiales que daban la esperanza de encontrarlo aún con vida: que alguien lo había visto en un parque horas después de su desaparición, que huía de un supuesto miedo por un altercado que tuvo en el café donde se le vio por última vez, que se fue con otra pareja, o que se había ido con un grupo de extrema izquierda a planear una revolución.
¿Desidia? ¿Negligencia? ¿Ocultamiento de información? ¿Protección a alguien? ¿Impunidad? La cuestionable actuación de las autoridades abre paso a la mayor especulación.
Ahora se aguarda el reporte de la oficina forense para determinar las causas y circunstancias de la extraña muerte del catedrático de origen peruano. Su familia y amigos cercanos esperan los resultados para fijar una nueva estrategia para una campaña que, sin duda, pasará de llamarse “Encontremos a Eduardo” a “Justicia para Eduardo”.
La búsqueda de ese derecho seguirá latente entre quienes lo quisieron. Sólo así Eduardo descansará en paz.
Seguiremos informando.
Carlos Bracamonte y César Salvatierra
Directores de la revista Hispanophone