CREADORES DE SENTIDO

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Por Federico Puebla

«Un día verán a alguien bailar y escucharán la música en su corazón. Un día, frente a un cuadro, no verán más el cuadro, sentirán su presencia. Un día, un libro no les hablará más, pero los escuchará, como nadie a su alrededor los ha escuchado hasta hoy. Y de golpe, la vida tendrá sentido. Así de simple»  (Christian Bobin).

El 10 de noviembre pasado me ocurrió un milagro. Me volví padre por segunda vez. Esta vez a los cuarenta y cinco años,  o sea quince años después de mi primer niño. Nuestra pequeña Sarah vino al mundo desbordando vitalidad. Estoy, evidentemente, lleno por este verdadero regalo que la vida me ha ofrecido por segunda vez.

Pero, con su llegada, nuevas preguntas salen a la luz. Sarah debería entrar al «mercado de trabajo» a partir de 2040… ¡Es difícil proyectarse tan lejos en el tiempo! Si una cosa es cierta, la generación Artemis verá a los primeros humanos caminar en Marte. Siempre fieles a nuestro ADN de exploradores, partimos de África, atravesando los océanos, y  nos volveremos ipso facto una especie interplanetaria.

Ahora que el reloj de nuestro precioso planeta marca casi la medianoche, me pregunto si Sarah estará lista a sobrepasar los desafíos que la esperan. ¿Qué valores definirán su generación? ¿Qué significará «ser humano» para la primera generación interplanetaria?

He aquí tres deseos para esta generación emergente.

Crear sentido 

Durante la crisis de la COVID, una de las más grandes tomas de conciencia fue la importancia de darle sentido a nuestras vidas. Jóvenes que ya no encuentran sentido a lo que aprenden en el colegio, profesionales que no encuentran más sentido a sus empleos, llegando, e incluso sistemas estáticos que ya no tienen sentido a los ojos de los ciudadanos.

Mientras reflexionamos, darles sentido a las cosas siempre ha jugado un rol crucial en nuestra corta historia. En cierta época, se daba sentido a la vida siguiendo el movimiento de los astros y los peligros del clima. Para otras civilizaciones, la región jugaba ese rol de marcar nuestros sufrimientos y alegrías. 

Hoy, en ausencia de cualquier punto de referencia externo, nos ponemos los lentes cartesianos y nos dejamos obsesionar por las narrativas del crecimiento económico y el poder. Nos preguntamos entonces dónde extraviamos el sentido, como si este último fuera un simple artefacto escondido detrás de una roca.

Deseo que esta nueva generación sea capaz de crear sentido en su ausencia. Un líder del siglo veintiuno debe ser capaz de salirse del modelo «piloto automático» y crear sentido, aun en la ambigüedad. Toma el impulso necesario para concebir nuevas narrativas unificadoras y menos polarizantes. Narrativas que creen pasarelas y orienten la discusión teniendo en cuenta nuestra materias primas: emociones, pasiones, aspiraciones y sueños. Ya que lamentablemente el sentido no se manufactura; se manifiesta a quienes lo saben anticipar.

Abrir los espíritus

Cuando una civilización logra pasar a una fase de evolución ulterior, es a menudo debido a su capacidad de hacer nuevas y mejores preguntas. Cuando las preguntas son de calidad, las respuestas son casi secundarias. «¿Y si salimos de nuestras cuevas?». «Y si no éramos el centro del universo?». «¿Y si la tierra fuera redonda?». «¿Y si no fuéramos más que una compañía fabricante de computadoras?».

Esta generación deberá aprender a interrogarse y a no temer cuestionar las preguntas que nos hacemos. Tomen el debate del calentamiento climático. Una de las razones por la que no llegamos a innovar lo suficiente rápido, es que aun hacemos preguntas como «¿no, pero hay realmente un calentamiento global?», en lugar de «Hay un calentamiento global constatado por la comunidad científica ¿cómo se coordinan los esfuerzos mundiales acerca de este tema?».

Lamentablemente, uno de los grandes frenos del descompartimiento de saberes es el sistema escolar mismo, que no logra aún desenclavar nuestros espíritus. ¿Aceptaría usted trabajar con un Windows 3.1 viejo de 30 años? ¿Cómo es entonces que, cuando se trata de enviar a nuestros jóvenes al colegio, estamos claramente cómodos que sea a un sistema de educación que no se ha actualizado hace 125 años? Y peor aún, cuando un joven levanta la mano para decir que no se siente inspirado por la materia, o pone en duda el sentido de ciertos aprendizajes, se le pide que se quede sentado y callado…¿Es así que vamos a construir los nuevos “movers and shakers of tomorrow”?

Su creatividad y su curiosidad no deberían ser descuidadas; deberíamos por lo menos preservarlas. Por otra parte, aprender pura y simplemente no será más suficiente. Los analfabetos del mañana serán los que consigan reaprender continuamente manteniendo la tensión entre lo imaginario y lo posible.

Antes, cuando íbamos a visitar un laberinto, más allá de salir de él, aceptamos perdernos en él y habitarlo. Porque un espíritu libre es capaz de acoger la incomodidad y provocar la imaginación.

Aprender a conjugar lo intangible

En La mandolina del capitán Corelli, de Louis de Bernières, un anciano dice a sus hijos: “El amor es lo que nos queda cuando el fuego de la locura amorosa se ha apagado… Eso es lo que sentíamos vuestra madre y yo. Teníamos raíces que crecían profundas y cerca el uno del otro. Cuando nuestras ramas perdieron sus bonitas flores, descubrimos que éramos un solo árbol en lugar de dos.”

Aunque ser poético tiene mala prensa hoy en día, deseo que esta nueva generación vuelva a conectar con el arte y especialmente con la poesía. Dado que nuestro lenguaje racional es tan limitado, debemos aprender a combinar poesía, amor, crecimiento y dignidad en la misma frase. Debe producirse un renacimiento que reconcilie lo intangible. Nuestras fintechs, nuestros unicornios, nuestros multimillonarios, son todos efímeros. Nadie se acordará de ellos. Consigue una victoria para la humanidad y todos los libros de historia hablarán de ello.

Y por último, este es mi último deseo para esta nueva generación: no se pasen la vida rebotando contra las paredes de la existencia. Conviértanse en soñadores activos. Tengan la oportunidad de crear sentido a su alrededor, de abrir mentes creativas y descompartimentar el conocimiento. Hacedlo con humildad, pasión y empatía.

Y tú, querida Sarah, nunca te tomes demasiado en serio. Baila como si nadie te estuviera viendo. Comprométete con tu intuición y tu inteligencia, pero comprométete. Y añade un poco de poesía a tu vida. Hazlo por tu padre, que tanto te quiere. 

Lea la versión original en francés

Federico Puebla fue Director de Innovación del Grupo Desjardins, donde impulsó la incubadora Desjardins Lab, Startups en Résidence para empresas emergentes y de innovación abierta de Canadá, Coopérathon. En la actualidad, Federico es CEO y cofundador de Créativité Québec.