Por Enrique Pato, profesor de la Universidad de Montreal
Como es sabido, los bloqueos (de bloquear, fr. bloquer) pueden ser de diversa naturaleza. El Diccionario de la lengua española (RAE/ASALE) define el verbo bloquear como ‘obstruir el paso’ (La nieve bloqueó las carreteras), ‘impedir el funcionamiento normal de algo’ (Se bloqueó la cerradura de la puerta), ‘dificultar la realización de un proceso’ (Esta aplicación bloquea las llamadas no deseadas) y ‘paralizar las facultades mentales de alguien’ (Se bloqueó y no supo qué responder), entre otras acepciones.
En los estudios gramaticales, especialmente en morfología, se emplea el concepto de bloqueo cuando una voz existente en el lexicón de una lengua impide la creación de otra nueva palabra con un significado muy similar, o cuando interviene de alguna manera para que esa nueva voz no se forme. En otros términos, y como ejemplificaremos más abajo, si una palabra no se puede generar en una lengua es porque otra palabra con características más apropiadas la “bloquea”, esto es, no se puede formar porque ya existe una palabra similar.
Un concepto estrechamente relacionado con el bloqueo es el de productividad. Cuando un proceso gramatical es regular y se emplea de manera activa en la creación y formación de nuevas palabras se considera productivo. Por dar un ejemplo concreto, en español el sufijo –idad (que denota ‘cualidad’) se une a adjetivos para crear nombres (12 023 formas según el Corpus del español): feliz > felicidad, especial > especialidad. Este sufijo contrasta con otros similares, pero menos productivos, como –idez (variante de –ez), que aparece en muchas menos palabras (423 formas, según el Corpus del español): rápido > rapidez, tímido > timidez.
Dado que felicidad y especialidad ya existen en español, las posibles palabras *felicidez y *especialidez que presentan la misma raíz (felic-, especial-) no se pueden formar, son agramaticales (por eso se coloca el asterisco delante de ellas). En estos casos se habla de un vacío léxico o accidental (lexical) gap. En ambos casos el proceso de creación de la palabra mediante la regla de formación «adjetivo + sufijo = nombre» se bloquea, ya que produciría un término muy similar al existente (felicidad, especialidad), con el mismo significado. Esto iría en contra del principio de economía del lenguaje, su eficiencia y el deseo de mínimo esfuerzo en el procesamiento del mensaje.
El bloqueo también puede evitar la formación de palabras con sinónimos existentes, sobre todo si la forma bloqueada es morfológicamente compleja y el sinónimo existente es morfológicamente simple. Aunque esto parece muy complicado es sencillo de entender. Un ejemplo es el antónimo del verbo limpiar, cuya forma es ensuciar, no *deslimpiar. Otro verbo que no existe en español es *desromper, porque en el léxico ya contamos con otras formas como arreglar, reparar o recomponer. Sin embargo, el bloqueo no impide que algunos hablantes formen palabras o estructuras agramaticales, como *más mejor por mejor: Es más mejor así. En estos casos no se compite por la gramaticalidad sino por el uso de una forma y su significado; es decir, que signifiquen exactamente lo mismo.
El aprendizaje de lenguas (maternas y extranjeras) es uno de los contextos más propicios para que este tipo de palabras y estructuras sintácticas aparezcan, como por ejemplo *poní en lugar de puse (como forma del pasado del verbo poner). En este caso se puede hablar de sobregeneralización (overgeneralization) ya que los hablantes extienden (sobregeneralizan) una regla posible a casos que no son aceptados por la gramática normativa, muchos de ellos irregulares. En otras palabras, crean una forma “nueva” (poní) siguiendo el patrón regular de otras que ya conocen (comí, bebí, leí, etc.).
El enfoque teórico que más se ha ocupado del bloqueo es de la Morfología distribuida. Según esta corriente, las funciones semánticas y sintácticas crean “ubicaciones” (o celdas) en las que pueden aparecer los elementos. Siguiendo con el ejemplo anterior, para el verbo PONER, tenemos pongo [presente], puse [pasado], pondré [futuro], etc. El bloqueo ocurre cuando una celda es ocupada por una forma ya memorizada (puse) en oposición a otra forma posible o nueva (poní). En este sentido se dice que la sintaxis se encarga de generar una estructura (Puse los libros encima de la mesa) y la morfofonología de darle la forma fonológica.
Por último, pero dentro también del dominio de la enseñanza y aprendizaje de lenguas, así como en el de su adquisición, el bloqueo (lingüístico) –fenómeno involuntario e inconsciente– aparece cuando un hablante no puede continuar su discurso, generalmente debido a un “problema” de interferencia entre su lengua materna y la lengua segunda, o bien debido a diversos motivos psicológicos como la ansiedad o el miedo a hablar en público, entre otros factores.
Enrique Pato es doctor en Filología Española por la Universidad Autónoma de Madrid. Sus campos de investigación se centran en la gramática, con especial atención a la sintaxis, y en la dialectología y la variación, tanto histórica como actual. Investigador principal de varios proyectos, Corpus de la sintaxis dialectal del español peninsular (FQRSC), Sintaxis dialectal del español (CRSH), El español en Montreal y COLEM (Corpus oral de la lengua española en Montreal), ha coeditado varios volúmenes colectivos y actas de congresos y tiene publicados más de un centenar de artículos en revistas nacionales e internacionales. En la actualidad es professeur titulaire en la Universidad de Montreal. Leer más artículos del autor.