Por Enrique Pato, profesor de la Universidad de Montreal
Como seguramente ha podido deducir al leer el título de esta nota, en español general decimos La masa del pan se mete en la olla. Sin embargo, en algunos vernáculos del español actual, especialmente en los dialectos andaluz occidental y extremeño (pero no solo), las personas dicen La masa del pan se entra en la olla, así como oraciones del tipo [Los cinchos] son hojas de lata enrolladas, donde se entra (‘se mete’) la cuajada. En todos estos ejemplos el verbo entrar compite –como variante inacusativa– con el verbo meter. Veamos qué se entiende por “inacusativo”.
Los verbos inacusativos son verbos intransitivos (sin complemento directo) que pueden expresar acaecimiento (ocurrir), aparición y desaparición (aparecer, desaparecer), surgimiento (surgir), dirección (venir) o término de movimiento (llegar) y, en lugar de tener un agente (un sujeto animado que lleva a cabo la acción), el sujeto designa la entidad afectada (frío y noticias en los siguientes ejemplos): Entra frío; Llegaron noticias del extranjero.
Lo que sucede en las variedades dialectales mencionadas más arriba es que el verbo entrar participa de una alternancia supletiva, es decir, hay un cambio de base léxica (se usa entrar en lugar de meter), pero no de significado. Las dos posibilidades en la oración María {entró ~ metió} las toallas en la casa significan lo mismo. La variación en este caso concreto, por tanto, sería puramente léxica. La sintaxis es la misma, lo que cambia es la manera de materializarla, ya que estos dos verbos proceden de léxicos diferentes (uno es de uso general [meter] y otro dialectal [entrar]). En este sentido se puede entender que el léxico es una manera de interpretar la sintaxis.
Además, para algunos hablantes el verbo entrar también es compatible con el se aspectual o intensivo (María se entró en la casa), ya que entrar es un verbo delimitado (télico) cuya acción expresa un fin y esa acción (‘la de entrar’ en este ejemplo) ya ha tenido lugar.
En español coloquial tenemos otras alternancias y transitivizaciones de este tipo, que se pueden explicar de manera similar, como el uso de quedar por dejar (Me quedé las llaves en casa), caer por tirar (Ten cuidado, no vayas a caer el vaso) y llegar por llevar (Hay que llegar la compra a casa), entre otras. En estos tres ejemplos los verbos quedar, caer y llegar cuentan con un complemento directo (las llaves, el vaso y la compra, respectivamente), por ello se dice que se transitivizan.
El hecho de que todos estos usos no formen parte de la norma “culta” del español actual no significa que no existan, ni que las personas no puedan emplear estos verbos en su habla cotidiana. Conocer los dialectos y las variedades vernáculas de las lenguas, seamos hablantes nativos de ellas o no, nos ayuda a entender mejor y respetar la manera en que los individuos de otros lugares se expresan y comunican. En este sentido, comprender la variación gramatical nos hace más conscientes de los cambios lingüísticos, más sensibles a las lenguas y más respetuosos con los demás, ya que cada uno habla (y puede hablar) a su manera.
Enrique Pato es doctor en Filología Española por la Universidad Autónoma de Madrid. Sus campos de investigación se centran en la gramática, con especial atención a la sintaxis, y en la dialectología y la variación, tanto histórica como actual. Investigador principal de varios proyectos, Corpus de la sintaxis dialectal del español peninsular (FQRSC), Sintaxis dialectal del español (CRSH), El español en Montreal y COLEM (Corpus oral de la lengua española en Montreal), ha coeditado varios volúmenes colectivos y actas de congresos y tiene publicados más de un centenar de artículos en revistas nacionales e internacionales. En la actualidad es professeur titulaire en la Universidad de Montreal. Leer más artículos del autor.