Por Enrique Pato, profesor de la Universidad de Montreal
La General e grand estoria (GE) es una historia universal de carácter enciclopédico ideada y patrocinada por Alfonso X el Sabio (r. 1252-1284) durante los últimos años de su reinado. Los especialistas coinciden en señalar que la fecha de composición sería 1270-1284.
El adjetivo “general” que aparece en el título de la obra hace referencia a lo ‘universal’ y el adjetivo “grand(e)” a la ‘importancia’ y cantidad de información que contiene. Esta gran historia universal, la obra de mayor calado –aunque inacabada– del rey Sabio, se conserva en numerosos manuscritos, pero solo dos códices regios contienen la primera parte (el A,conservado en la BNE) y la quinta (el U, del Vaticano). El resto se conoce por otros códices y testimonios conservados en el monasterio de El Escorial y en otras bibliotecas.
La General estoria fue editada parcialmente por Antonio García Solalinde en 1930 y ampliada con los trabajos posteriores del Hispanic Seminary of Medieval Studies (HSMS). Gracias a la labor editorial de un grupo de filólogos, coordinados por Pedro Sánchez-Prieto Borja (Universidad de Alcalá), hoy en día tenemos acceso a la obra completa (en su versión en papel en 10 tomos, con más de 6000 páginas de texto). Esta inmensa fuente de conocimiento medieval está siendo ahora editada, anotada y comentada multidisciplinarmente por un grupo de investigadores bajo la coordinación de Francisco Peña Fernández (Universidad de British Columbia) y Guadalupe González Diéguez (Universidad de Montreal).
Contenido y fuentes de la obra
El contenido de la obra conservada se divide en seis partes, que van desde la creación del mundo hasta la concepción de la virgen María. Su esqueleto temático y cronológico, tal y como nos ha llegado, viene fijado por el Pentateuco, los Cánones Crónicos de Eusebio-Jerónimo y la inserción de las estorias seleccionadas.
–Primera parte. Va de la creación del mundo a Abraham.
–Segunda parte. De Abraham a David.
–Tercera parte. Centrada en la figura de David y el exilio de Babilonia.
–Cuarta parte. Narra el cautiverio de Babilonia, de Nabucodonosor II a Tolomeo IV.
–Quinta parte. Comienza con el cautiverio de Babilonia y termina en el mandato de Octavio Augusto.
–Sexta parte (inacabada). Centrada en los padres de Juan Bautista y de María.
Las fuentes de la obra son numerosísimas, por lo que la convierten en una pieza única dentro de la historiografía medieval europea. Hasta la fecha, se han identificado las siguientes:
-bíblicas: Antiguo Testamento, a través de la versión de la Vulgata.
-grecolatinas clásicas: Ovidio, Lucano, Plinio, Pompeyo Trogo, Flavio Josefo.
-latinas tardías: Agustín, Eusebio de Cesarea, Jerónimo, Pablo Diácono, Paulo Orosio.
-latinas medievales: Isidoro de Sevilla, Pedro Comestor, Godofredo de Viterbo, León de Nápoles.
-francesas: Benoît de Saint-Maure, Gautier de Châtillon, Historia de preliis Alexandri Magni, Histoire ancienne jusqu’á César, Roman de Thèbes.
-españolas: Lucas de Tuy, Rodrigo Jiménez de Rada.
-británicas: Geoffrey de Montmouth.
-árabes: Alguazif, al-Bakri.
Siguiendo las explicaciones y comentarios de varios especialistas –Carlos de Ayala Martínez, Inés Fernández-Ordóñez, Guadalupe González Diéguez, Francisco Peña Fernández, Irene Salvo García y Pedro Sánchez-Prieto Borja– podemos dar respuesta de manera dialogada y coral (al estilo alfonsí) a una serie de cuestiones en torno a la General estoria y la figura de Alfonso X el Sabio.
¿Qué se sabe de los traductores, compiladores y redactores de la obra?
Muy poco, pero de seguro que eran personas cercanas al rey y habrían colaborado con él en otros proyectos. Por el tipo de obras que fueron seleccionadas y la calidad de las traducciones que hicieron, seguro que se trataba de un grupo de intelectuales formados en centros culturales europeos, con un profundo conocimiento del canon historiográfico y literario de la época.
Al final de la IV parte figura el nombre de uno de los escribanos del rey Alfonso: “Yo Martin perez de Maqueda escriuano de los libros de muy noble Rey don Alffonsso escriui este libro con otros mis escriuanos que tenia por su mandado”. Todo ello está en relación directa con el hecho de que el rey es quien hace el libro (“e fiz ende fazer este libro”, GE, I). Recientemente, se ha considerado que la Vitae patrum (1270-1275), de Bernardo de Brihuega, se habría traducido para formar parte del contenido de la VI parte de la obra. De ser cierto, sería el único nombre conocido de uno de los colaboradores.
¿Para qué se crea una historia universal, y en castellano?
En primer lugar, por el afán de conocimiento del rey, pero Alfonso X también quiere construir un relato histórico para apoyar su proyecto político. Hay, por tanto, un triple deseo: un fin personal, un fin político-cultural y un fin didáctico. De hecho, así figura en la propia obra: “Pora aver remembrança”, para “que lo sopiessen los que avien de venir” y “porque de los fechos de los buenos tomassen los omnes exemplo pora fazer bien e de los fechos de los malos que recibiessen castigo por se saber guardar de lo non fazer”; es decir, para conocer, tener buenos modelos y aprender del pasado. Todo eso solo se podía hacer en castellano, con el prestigio, la autoridad y los medios de un rey.
En todo este proceso Alfonso X empleará la cultura como herramienta de poder y como apuesta legitimadora de un programa político personal, en el que hay un control sobre la Iglesia (tanto es así que en la Universidad de Salamanca no se contaba con estudios plenos de Teología en la época). Como delegado de la divinidad (elegido por Dios) se le ha otorgado un saber universal y la exigencia de su transmisión, tanto al heredero como a sus súbditos. Alfonso X entiende que debe culturizar a aquellos que tienen un papel en la política, especialmente los nobles y los obispos. Y esa memoria del pasado (“los hechos de los buenos”) le sirve para legitimar el presente, su reinado, y, además, el giro que toma con el “fecho del imperio” al ser candidato aspirante al sacro imperio romano germánico, como rey de romanos. Por ello, la General estoria se construye parcialmente como una “historia de familia” que permite al rey situarse como heredero directo de los dioses-reyes romanos (Júpiter) y de su dinastía (los emperadores romanogermánicos). Este objetivo político traza la selección de gran parte de los contenidos y da prioridad a algunas fuentes clásicas mitológicas en la obra. Todo esto es profundamente original en el contexto medieval. En este sentido, se han visto algunas semejanzas con el programa político-cultural del califato almohade (1147-1248), y especialmente con el reinado del emperador Federico II (1194-1250), conocido como Stupor mundi.
¿Qué acogida y uso tuvo en su época la General estoria?
Muy irregular y difusa. Prueba de ello es que no conservamos ningún códice o testimonio con toda la obra completa. Pero hay que recordar que ninguna obra medieval de extensiones similares se transmite y conserva en los siglos posteriores; estas viven renovándose. Hemos tenido que esperar ocho siglos para poder disfrutar de una edición global de la General estoria.
¿Por qué los siguientes monarcas no continúan esta Estoria?
Tras la muerte de Alfonso X en 1284, en condiciones no del todo claras, no hubo mucho interés por la obra, salvo para la confección de algunos libros como la Gran conquista de Ultramar. Los siguientes monarcas tenían sus propias políticas. Además, con el paso del tiempo la GE se fragmenta en segmentos bíblicos y segmentos profanos, por lo que pierde su identidad como historia universal. Es cierto que fue fuente de varias obras en los siglos XIV y XV, pero no se dio nunca a conocer como obra completa, de ahí la importancia de la edición dirigida por Sánchez-Prieto Borja y del nuevo proyecto internacional de humanidades digitales (DEGE, Digital Edition General Estoria), del que hablaremos en breve.
¿Qué tiene de especial frente a las obras historiográficas previas?
Desde el punto de vista del contenido, se diferencia principalmente por su concepción mixta de la historia (sagrada y universal). Alfonso X iguala las historias del pueblo de Dios y la de los gentiles, aspecto que ya estaba presente en las obras de Eusebio-Jerónimo, Godofredo de Viterbo y Pedro Comestor, pero no con la amplitud y el espacio dedicado a cada fuente. Además, incorpora los clásicos a la cultura castellana. Y todo ello desde un enciclopedismo didáctico.
Desde el punto de vista de la forma, la información se compila y luego se estructura siguiendo una jerarquía, que se armoniza cuando es necesario. La obra cuenta con un prólogo y todos los libros, capítulos y apartados aparecen con sus correspondientes títulos, letras capitales, etc. Algo que hoy es normal, pero hasta esa fecha no era nada frecuente.
Lo interesante es que la historia universal se cuenta como una sucesión de los reyes y señores que ostentaron el Imperium (entendido como el derecho al poder soberano, que es de procedencia divina), y estos reinados son los que fechan cada relato temporal. En esta concepción, las demás historias quedan subordinadas. Esta estructura la aporta los Cánones Crónicos de Eusebio-Jerónimo (tablas cronológicas que llevan la cuenta de los años de los distintos reinos en el mundo). La historia del pueblo hebreo figura en primer lugar, pero luego los hechos del Antiguo Testamento aparecen después de los hechos de los reyes gentiles: Babilonia, Persia, Macedonia, Alejandría y Roma, con la idea de terminar con los emperadores romanogermánicos (hasta el reinado de Alfonso X).
¿Cuáles son las semejanzas y diferencias entre la General estoria y la Estoria de España?
En la primera parte de la General estoria se menciona la Estoria de España (EE) en dos ocasiones: “e con estos fueron los hugnos e los silingos, como lo avemos nós ya departido en la nuestra Estoria de España”, y “desque vino el rey Españ pusol nombre España del su nombre d’él, assí como lo avemos nós departido en la nuestra Estoria de España en el comienço”. Esto hizo pensar a algunos investigadores que la GE debió ser posterior a la EE. En realidad, hoy en día se cree que ambas obras fueron desarrolladas de forma paralela y que fueron proyectos simultáneos del rey.
Además del objeto historiográfico de cada una de ellas (la historia de España vs. la historia del mundo), una de las diferencias más notable es su extensión: la GE es cinco veces más extensa que la EE. En cambio, la GE tiene una iconografía muy limitada en comparación con la EE, para la cual se planearon 112 miniaturas. En la GE solo hay una miniatura en la IV parte, y muy tardía (fechada en 1280).
¿Qué importancia tienen la religión y la cultura en esta obra?
Ya hemos comentado el interés político de Alfonso X a la hora de crear esta historia universal. Si hacemos abstracción de ese hecho fundamental (y fundacional), podemos comprobar que la religión y la cultura lo son todo en la GE. Esta apertura intelectual es muy original para su época y tiene plena vigencia en el siglo XXI. Se demuestra precisamente en la selección de las fuentes, tanto cristianas como paganas, y en el tratamiento equivalente que se hace de ellas. Lo importante es el saber que transmiten esos textos y no la confesión religiosa de sus autores.
Por dar solo un par de ejemplos ilustrativos, en la GE ya leemos que la tierra es redonda: “Sabuda cosa es por razón e por natura, e los sabios assí lo mostraron por sos libros, que como el mundo es fecho redondo que otrossí es redonda la tierra” (GE, I). También se emplea el plural las Españas en varias ocasiones: Tubal y sus generaciones “poblaron las Españas”, los farusos ayudaron a Hércules “cuando fue a las Españas” y el rey Atlas “fue poderoso de todas las Españas” (GE, I). A este respecto, las glosas y los comentarios tienen una gran importancia. Toda una serie de antropónimos, topónimos, costumbres, animales y objetos son conocidos y presentados a través de este medio, y toda esta riqueza cultural debe ser recordada y puesta en valor. De hecho, la obra contiene la primera atestación de un gran número de palabras castellanas.
En este sentido, el proyecto multidisciplinar en marcha (DEGE, Digital Edition General Estoria) vendrá a completar la edición colosal de la General estoria que ya disponemos de forma que los investigadores de numerosas disciplinas (historia, estudios religiosos, filología, literatura, lingüística, traducción, arte, música, estudios culturales, política, geografía, historia natural, artes visuales, etc.) y el público general tendrán acceso al saber medieval de la historia universal que Alfonso X el Sabio ideó en el siglo XIII con los medios que nos brinda el siglo XXI.
DEGE es un proyecto de naturaleza plenamente colaborativa, que pretende afianzar una forma de trabajo en equipo y elaborar diferentes herramientas digitales para la visualización del facsímil de la General estoria, su transcripción, la edición normalizada, la anotación, la lematización, la categorización y la traducción de la obra (tanto al inglés como al francés), con diferentes filtros de visualización (capas de materias, fuentes, temas, versificación, mapas, infografías, líneas del tiempo y personajes, entre otros aspectos). Todo para que se conozca y se disfrute esta estoria única.
Enrique Pato es doctor en Filología Española por la Universidad Autónoma de Madrid. Sus campos de investigación se centran en la gramática, con especial atención a la sintaxis, y en la dialectología y la variación, tanto histórica como actual. Investigador principal de varios proyectos, Corpus de la sintaxis dialectal del español peninsular (FQRSC), Sintaxis dialectal del español (CRSH), El español en Montreal y COLEM (Corpus oral de la lengua española en Montreal), ha coeditado varios volúmenes colectivos y actas de congresos y tiene publicados más de un centenar de artículos en revistas nacionales e internacionales. En la actualidad es professeur titulaire en la Universidad de Montreal. Leer más artículos del autor.
[…] estudio de la General Estoria posee una larga tradición. Es un texto ineludible para comprender la formación de la prosa […]
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