El filme se estrena este 9 de setiembre en cines de Quebec. El documental es dirigido por el destacado cineasta Guy Simoneau, que en esta entrevista nos explica los desafíos de filmar su nueva película en un momento que fue histórico para Bolivia y Latinoamérica.
Por Carlos Bracamonte
El largometraje documental “Historias Bolivianas” fue rodado durante un año, entre enero de 2019 y febrero de 2020. La película nos sumerge primero en el corazón de la vida cotidiana de la población boliviana: las mujeres, el trabajo, la cultura indígena, los ritos y las creencias aymaras, las fiestas, y luego se desliza a las turbulencias y el caos de la última victoria del presidente Evo Morales en 2019, una victoria que provocó una profunda grieta en la sociedad boliviana y que provocó la caída y el exilio temporal del hombre al que llaman Evo.
Hispanophone conversó con el director Guy Simoneau, un experimentado cineasta que se ha dedicado por mucho tiempo a filmar a las comunidades indígenas de distintas latitudes.
Usted lleva muchas décadas realizando cine documental, sobre todo, en Canadá. Tiene un enfoque especial sobre las comunidades nativas. Pero además trata historias individuales. ¿Qué particularidades en común ha encontrado entre las comunidades nativas de Canadá y las foráneas?
Desde hace 25 años más o menos en el aspecto siguiente: el fortalecimiento de la identidad indígena en las comunidades nativas. En Bolivia, este tema se ha desarrollado mucho a partir de los años “Evo Morales”. Como presidente, Evo ha contribuido mucho a fortalecer la identidad indígena por la valorización de los idiomas indígenas en las escuelas primarias, por el tema de la descolonización, de la recuperación del orgullo, de la dignidad indígena. Lo sentí a menudo durante mi estadía en Bolivia. Eso se ve para todo. También, en mis varios encuentros con la gente indígena canadiense, en las grandes ciudades canadienses como en los pueblos del Gran Norte, pude observar este movimiento indígena fuerte que es, yo diría, ahora, universal.
¿Cuáles son las características que más le han sorprendido de estas comunidades?
La gente indígena no tiene miedo de hablar públicamente y, mientras, tomar decisiones importantes para su supervivencia cultural, social y política. Muchos jóvenes de la gente indígena canadiense quieren cada vez más estudiar y conseguir un buen trabajo, no solamente por ellos mismos, sino por su comunidad.
¿Por qué prefiere narrar historias individuales?
En cuanto cineasta que hace documentales, prefiero que la realidad se encarna a través de individuales, concretamente, “in situ”, a partir de su propia palabra y experiencia. A mí no me gusta utilizar una narración a la tercera persona que explica o pretende explicar cosas generales. Pero dicho esto, a veces los casos individuales pueden exprimir temas y realidades generales, en las cuales la gente puede reconocerse.
¿Por qué decidió en su trayectoria fílmica dedicarse principalmente a tratar temas vinculados a pueblos indígenas o nativos? o ¿fueron las circunstancias las que lo condujeron a seguir tratando estos temas?
No creo que me dediqué esencialmente en eso. Hice varios documentales sobre otros temas tales como: el tema de personas con discapacidad física; el tema del adopción internacional; la gente de la calle que necesitan ayuda para sobrevivir; la prostitución; los solicitantes de asilo; escritores (Georges Simenon; Marcel Dubé) etc. Pero, es verdad que el tema de los nativos me interesa mucho. ¿Por qué? Creo que eso es debido a mis encuentros, a mis descubrimientos solitarios, aquí y en otro lugar, otro país, a mi deseo de saber lo que me es desconocido. Lo desconocido me atrae personalmente y como cineasta también.
Durante la filmación de Historias Bolivianas usted se encontró con el derrumbe del gobierno de Evo Morales, un acontecimiento histórico. En ese sentido, su documental cobra también un sentido histórico. ¿Dudó en algún momento en continuar con la filmación cuando los hechos derivaron en protestas, fue muy riesgoso continuar con la filmación?
Pregunta pertinente. Primero, efectivamente, sentí que vivía un momento histórico cuando todo cambió: protestas en las calles, violencia, heridos, muertos – en todos los grupos -, motín policial. ¿Tuve miedo? A veces sí, pero, aunque yo quería filmar y atestiguar esta realidad, actué con una cierta prudencia, es decir, sabía que, un momento dado, en tales situaciones potencialmente peligrosas, fuera de control, tenía que irme, salir de eso y basta. Un par de veces fui molestado por los gases lacrimógenos y gas pimienta, no más. Pero fue muy doloroso.
Lo peor es cuando la multitud entra en pánico. Aprendí, durante este rodaje una cosa: siempre saber, desde el inicio de la filmación, a dónde hay una abertura, un espacio abierto para liberarse, por si acaso ocurre un pánico general y una gran estampida…
El documental muestra también cómo los ritos y manifestaciones religiosas influyen en la vida de la gente, en sus decisiones cotidianas y hasta políticas. En su experiencia, ¿cuál cree que es la reacción del “espectador occidental” frente a estas expresiones que se plasman en este tipo de documentales como Historias Bolivianas?
Bueno, creo que el “espectador occidental” tendrá tendencia a reaccionar según mi propia manera con la cual he filmado la gente y sus manifestaciones religiosas. La filmé con respeto, sin comentario o punto de vista “colonizador’’ o con desprecio. Por lo tanto, creo que el espectador occidental va adoptar un punto de vista con respeto, sin juzgar a nadie. Mi lema es “entender y no juzgar”, pero quien sabe, hay siempre personas aquí o allá que reaccionan mal frente a las diferencias. Y no tengo mucho control sobre esto, ¿no?
En una entrevista le preguntaron (a propósito de un documental) que uno de sus personajes deploraba el hecho de que los blancos (antropólogos, periodistas) vayan al norte (territorio nativo de Canadá) a buscar su información y desaparezcan. ¿Sintió eso durante el rodaje de Historias Bolivianas?
Pregunta pertinente. No a menudo tuve un sentimiento similar durante la grabación de los eventos dramáticos siguiendo la elección de Evo Morales.
En mi documental que se llama “Qallunaaliaqpallianiq – Direction Sud”, una de mis participantes principales, Marie Belleau Veevee, Metis del Nunavut, dijo eso a alguien durante un simposio en Montreal. Filmé este evento y lo dejé en la versión final de mi documental porque eso me parecía la verdad. Dicho esto, no soy periodista ni antropólogo, soy cineasta, y creo que la gente que participa en mis documentales puede sentir un tipo de relación diferente que trato de establecer. Durante el rodaje de mi largo documental, Historias bolivianas, no me sentí particularmente alguien que busca su información y que inmediatamente va a desaparecer, como un “ladrón”. Viví en Bolivia durante dos años antes de comenzar la grabación de este documental que duro un año completo. He tenido una relación cotidiana con la gente de La Paz y de El Alto, yo comía su comida, utilizaba el mismo transporte en común (minibús, microbús), caminé para todas partes, fui a varios fiestas en El Alto (en esta ciudad, nunca vi un occidental). Quería hacer las cosas lentamente, sin molestar a nadie; quería tomar el tiempo necesario para realizar las cosas en un modo de intercambio, no en un modo de superioridad.
Finalmente, si Marie Belleau Veevee hubiera sentido que yo tenía esa actitud, ella no me habría permitido de filmar una parte de su vida personal ni profesional.
¿Cuál es la estrategia que usted utiliza para que las personas de pueblos nativos o indígenas le permitan filmar sus vidas y sus rituales?, ¿es difícil que a un “occidental” le permitan ingresar en sus vida de comunidad? ¿Encontró alguna vez resistencia?
Es un tema sensible. No sé si la palabra “estrategia” es la palabra exacta por eso, pero entiendo su pregunta. En realidad, encontré resistencia algunas veces. Mi actitud era educada y respetuosa.
A propósito de este tema, primero decidí, al inicio de la filmación de este documental, hacerlo solo (sin ayuda técnica de nadie). Según yo, era la sola manera de entrar en contacto real con la gente. Es por eso que hice la cámara y la mayor parte del sonido. Quería que la gente me vea no solamente como un cineasta, sino como un ser humano, una persona extraña sí, pero alguien de buena voluntad. Por ejemplo, en general, antes de filmar o apuntar directamente la camera hacia una persona, la saludaba siempre, sea en español, sea en Aymara, y buscaba rápidamente como un acuerdo tácito, algo que me decía (según mi intuición) que podía grabar tal situación, evento o a las propias personas. Eso se hace de manera muy sutil, es difícil de explicar con palabras. Segundo, a veces, las personas que aparecen en mi documental me habían visto antes la grabación, sin la cámara, personas con quienes me gustaba dialogar y escucharlas. Tercero, lo más importante para mí era – es – el respeto sincero por la gente “diferente” a uno mismo. Es la llave que abre casi todas las puertas. Eso fue mi “modus operandi” toda mi vida como cineasta, y es por eso que conseguí hacer documentales sobre temas delicados en los años anteriores.
¿Qué fue lo más difícil y lo más riesgoso de filmar en Historias Bolivianas? Los ciudadanos estaban enardecidos y había mucha indignación por lo que estaba pasando.
Efectivamente, los “ciudadanos estaban enardecidos”, pero por los dos lados: de la parte de los pro Evo Morales, y de la parte de los anti Evo Morales, por razones diferentes obviamente.
Como usted puede ver en mi documental, me puse en medio de los dos lados: ¿cómo podía ser de otro modo? ¿Quién soy yo para apoyar o desaprobar abiertamente un lado u otro?
Al final, quería mostrar – y no demostrar – la profunda escisión, la polarización de las opiniones, la cólera, la pasión, la indignación y las emociones extremas de ambas partes, sin prejuicio. A cada cual su verdad.
Lo más riesgoso de filmar esa parte de mi documental eran los movimientos desordenados que pueden ocurrir entre la multitud, ocasionados por el pánico. Esto sucedió un par de veces. Me preocupaba que se rompiera mi cámara… En general, cuando yo muestro una situación donde hay violencia de la parte de ciudadanos, yo preciso que se trata de un muy pequeño grupo de personas (por ejemplo, en francés, “une poignée de partisans…etc.).
Su trabajo busca eliminar prejuicios sobre culturas que desconocemos. ¿Piensa que sus documentales han ayudado en ese propósito? ¿Se ha sentido satisfecho? ¿O, por el contrario, cree que, por ejemplo, con Historias Bolivianas puede haber un resultado inverso, donde se refuerce en cierto “espectador occidental” la idea o el prejuicio de que los pueblos de América Latina reaccionan con violencia ante una injusticia?
Pregunta difícil e interesante, y voy a tratar de responder lo mejor posible.
Hay un riesgo de obtener un resultado inverso y lo asumo. Por otro lado, no creo que podemos estigmatizar los pueblos de América latina que “reaccionan con violencia ante una injusticia”, y ello no fue mi intención. Esto ocurre por todo el mundo, incluso en los Estados Unidos y en Europa regularmente, en estos países supuestamente “del primer mundo”.
Dicho esto, mi película no trata solo de este tema, como usted lo sabe. Es un “episodio histórico”, como usted dice, y no podía evitarlo.
Además, usted puede constatar que mi documental no se termina por imágenes de violencia, al contrario (80% de la gente que escucha/ve una película se acuerda sobre todo de los últimos minutos). Por eso, mi película acaba de manera más positiva (La vie reprend son cours). Estoy muy consciente que Bolivia no se halla “a sangre y fuego” continuamente y no quería pretender eso de ninguna manera.
Más allá de los mensajes con el que cada espectador se quedará luego de ver este documental, ¿cuál es el mensaje que usted particularmente ha querido transmitir?
Me considero más como un artista humanista que un cineasta militante y, por eso, en general, mis películas no incluyen un “mensaje” especifico. De todos modos, para mí, vemos y entendemos lo que queremos ver y entender, según nuestra propia experiencia. A veces, un libro, una película, un artículo nos hacen reflexionar o sacude nuestras convicciones, pero no creo que eso pase por un mensaje específico, pesado, sino de manera más sutil, yo diría.
¿Cuánto tiempo le tomó filmar Historias Bolivianas? y ¿ya tiene un nuevo proyecto?
Filmé durante un año. Este periodo incluye también momentos sin filmar, es decir, momentos para encontrar a la gente, hablar, escuchar, comer con ellos. Estos momentos fueron casi tan importantes como el periodo del rodaje.
Siempre nosotros, cineastas independientes, tenemos un “nuevo proyecto” en la cabeza. Esto no termina nunca. Es una manera de vivir. Pero un proyecto de largometraje es una maratón, y no un “sprint”. Y no hablo nunca de mis proyectos al menos que esté seguro de cumplirlos, es decir, después mucho tiempo desde la concepción del proyecto.
El filme Historias Bolivianas es distribuido por K-Films Amérique y se estrena oficialmente este viernes 9 de setiembre en cines de Quebec. Puede adquirir sus entradas aquí:
Cinéma Beaubien (Montreal)https://bit.ly/3qkzYdC
Cinéma Le Clap (Québec)https://www.clap.ca/site/films/8286