La lingüista hispanacanadiense se ha propuesto difundir la enseñanza del español en todas las edades. Se ha propuesto además evitar que su uso desaparezca en las terceras generaciones de hijos de inmigrantes. También lucha contra los estereotipos que hay sobre los latinoamericanos. Inmigró a Canadá hace 30 años y hoy es la Directora del Programa de Español de la UQAM.
Por Hispanophone
Jessica Payeras arribó a Canadá en 1992. Como muchos alumnos latinoamericanos que querían continuar sus estudios en otro país, había aplicado a un crédito estatal colombiano, pero rechazaron su demanda. Para no desanimarse, recordó lo que siempre le había dicho su padre: “no te dejo bienes materiales, pero te dejo educación”. Con su ayuda, Jessica obtuvo el dinero suficiente para cursar el primer año de maestría en la UQAM. Allí empezó todo.
En la época de los noventas no era tan fácil hacer intercambios estudiantiles. No había redes sociales ni youtubers que te contaran el día a día de la vida en Canadá. Era un salto al vacío, una aventura por el encuentro con diversas culturas. Jessica Payeras, al igual que muchos inmigrantes, sobrevivió a la prueba. Como estudiante extranjera pagaba cifras exorbitantes. Por fortuna se matriculó en lingüística, una carrera subvencionada por el gobierno en ese entonces.
Dedicó su maestría a un estudio sobre la comunidad hispanohablante: ¿cómo los jóvenes mezclan frases en español con el francés en sus conversaciones? El enfoque no era considerar que estas personas no dominaban el español, sino ahondar en su versatilidad en el habla de dos o más idiomas. Su cerebro se está haciendo bilingüe o trilingüe por el contexto cultural canadiense.
Culminar esa maestría la introdujo también en la cultura quebequense: los valores cívicos, la cordialidad, la defensa del medio ambiente. En el departamento de lingüística de la UQAM, Henrietta Cedergren, una profesora panameña, le dijo: “ya has pasado tres inviernos, quédate y haces tu doctorado”. Fue así que empezó a trabajar como su asistente de investigación.
Un día Jessica Payeras le comentó a su profesora:
“¿Sabes qué, Henrietta? La maestría la hice para estudiar a la comunidad de aquí, pero el doctorado lo haré en Colombia, quiero devolverle algo a mi país”. Entonces pidió permiso para publicar la tesis al español.
Ella se preguntaba: “si la hago en francés, ¿quién la va a leer? Los trabajos los debe hacer uno para la gente, para que tenga acceso a ese conocimiento”. Le permitieron expresarse en español. No había nada más increíble para ella que publicar en su lengua nativa.
Mientras cursaba su maestría se encargó de un curso. Cuando acabó el doctorado le dieron la oportunidad de ser docente en la UQAM. Finalmente, terminó como directora del programa de español. “Allí empecé a crear cursos para mejorar los programas con los estudiantes francófonos. ¿Qué es lo que conocían ellos de los países de América Latina? Que no solamente era violencia. Había miles de cosas muy buenas”, recuerda.
La colombiana contrató a otras colegas de Venezuela y Argentina. También llegaron profesores de Cuba, Chile, México y Bolivia. Había un mosaico de acentos y diferencias culturales, una riqueza para el estudiante francófono. En esa época lo único que se escuchaba de inmersión era la gente que iba a España o México. Pero Jessica dijo “tratemos de hacer algo diferente en Colombia” y todo el mundo dio un grito al cielo. Tenían miedo, se preguntaban por las garantías que tendrían los estudiantes. Se ponía en riesgo sus vidas.
Tomó tiempo convencer a sus colegas de apostar por una escuela de verano en Bogotá. La primera edición se lanzó en 2017, que para sorpresa de todos fue un éxito total, pues fueron 20 estudiantes francófonos durante un año. Ellos se quedaron con familias colombianas asociadas a la Universidad Javeriana. Hicieron una siguiente edición en 2018 con 30 estudiantes, y en el 2019 participaron 40.
“Era un proyecto muy innovador porque no se limitaba a destinos conocidos como España o México. Había alumnos que salían por primera vez de Canadá. Jóvenes que después de la escuela de verano iban a hacer un recorrido por toda América del Sur. Estaban los mochileros, había de todo. Hasta que llegó la pandemia. Aguardamos mejores condiciones para reiniciarlo”, indicó la hispanacanadiense.
Los mayores quieren hablar español
Gracias a un estudio, el grupo de trabajo que dirige Jessica Payeras notó que más del 40% de personas que toman los cursos de español son mayores de 55 años. Eso les pareció sorprendente comparándolo con otras lenguas como el inglés o el francés. Dentro de los intercambios lingüísticos e interculturales que hacen, hay uno que se llama “no juzgues al libro por su portada”. Una apuesta para derribar estereotipos que se tienen en Canadá sobre Latinoamérica.
“Hay gente que luego de ver la serie Narcos, cree que los colombianos son violentos, pero en clases yo les hablaba sobre la naturaleza, las comunidades, la riqueza de la cultura precolombina. Del mismo modo, sobre Quebec, hay quienes creen que todo el mundo toma cerveza, ve partidos de hockey y vive contra el invierno. No, tampoco es eso. La gente de Quebec se interesa por salir, conocer, hacer otro tipo de deporte. No son solo snowboards, eso también es un prejuicio”, comentó Jessica, que es la actual directora del programa de español de la UQAM.
El proceso de enseñanza ha evolucionado. Por ejemplo, los cursos que dicta la UQAM tienen una parte más conversacional donde hacen actividades orales y debates, o tienen intercambios lingüísticos para que francófonos tengan contacto con un hispanohablante en carne y hueso. De ahí se pueden organizar una serie de prácticas.
“Pero son mucho más que prácticas, porque de ahí surgen amistades. De eso resultan más cosas que practicar la lengua sin estar consciente de ella. Lo grato que es aprender un idioma con un hablante nativo. Esos contactos para mí le han dado un matiz muy verídico y afectivo a la UQAM. Eso responde a que los estudiantes quieren sentirse cómodos. Ven que el español es un mosaico de países, de culturas y de acentos”, explica Jessica.
La UQAM está construyendo un nuevo curso sobre lengua e identidad. Un tema que va más allá del español, más allá de las diásporas latinas que están en Montreal, más allá del contacto de los idiomas. Un curso que se impartirá en francés para las personas interesadas en ver la complejidad del mundo hispano. No solamente se trata de enseñar la lengua, sino mostrar las relaciones entre las lenguas aborígenes y el español.
El español, un idioma vivo en Quebec
La lingüista encontró un fenómeno negativo. Para ella, finalmente, un idioma es vivo, pero descubrió que el español se estaba “muriendo” en las terceras generaciones. Contactó al Consulado de Colombia y les dijo: “no hay que dejar morir el español”.
A las familias hispanas se les enfatiza que sigan la francisation para mejorar sus competencias en francés. Para Jessica Payeras también es fundamental defender el español porque el idioma es un legado cultural. El consulado le respondió: “te apoyamos con un curso para que los jóvenes colombianos no pierdan su lengua ni su cultura”.
Para ella, la visión no es enseñar español en el vacío, es hacerlo con un fin comunitario, de preservación, de enseñar a la persona a entender mejor una cultura. Hace mucho tiempo, cuando los estudiantes francófonos aprendían español para viajar y hacer turismo, se fue convirtiendo en una transición hacia una nueva mentalidad. Aprender español para ser agentes de cambio en los países hispanohablantes, hacer proyectos humanitarios, participar y entender las problemáticas locales.
La profesora Payeras cree que el idioma es el vehículo de cultura más importante que tenemos. Por eso concientizar es la palabra que más le agrada. Concientizar sobre la riqueza que tiene nuestra lengua nativa que incluye muchos valores y facetas de nosotros mismos. Jessica Payeras siente que esa es su misión, y también su sueño. Ella lo explica de este modo:
“Me parece que todos tenemos la responsabilidad de mantener vivo el idioma. Hay una relación entre lengua y cognición. Cuando te digo: ¿de qué color es la nieve? Tú me dices: blanca. Pero en la cultura originaría Innu, tienen como nueve colores para la nieve. Es porque su mentalidad y su medio es importante para ellos. Es importante dar a conocer el español como una lengua que nació, originalmente en España, pero se enriqueció con este cruce de culturas y pensamiento. Esto va a crecer, ya somos casi 600 millones de hispanohablantes. Considero que esto va con nuestra responsabilidad, que somos hispanohablantes y no se pierda con las generaciones venideras. Hay que mostrar el español para una vida que hasta esos estudiantes francófonos que tienen 80 años y están en mi clase, disfrutan. Para ellos su objetivo de vida es encontrar personas hispanas y compartir con ellos, eso es increíble. Mi sueño es que en Quebec haya una universidad trilingüe donde se enseñe francés, inglés y español por igual”.