Seis oportunidades en la relación Quebec-América Latina ante la incierta economía global

Parque de América Latina en Quebec (foto: www.capitale.gouv.qc.ca/).
Por Alejandro Estivill, Cónsul General de México en Montreal
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El sentimiento generalizado en estos días, cuando se reducen los temores por la pandemia, viene determinado por una nueva ola de angustia y preocupación: la guerra en Ucrania y los factores de ajuste mundial ponen a la gente frente a las atrocidades de una invasión violenta y ante una economía incierta. Esta se expresa, sobre todo, por vía de las altas tasas inflacionarias que vivimos actualmente y por la volatilidad de satisfactores básicos.

El anuncio de que Canadá alcanzó un 5.1 de inflación anual a finales de febrero, la tasa más alta que ha vivido desde 1991, pone de relieve un proceso de mayor gravedad en dimensión y temporalidad de lo que la recuperación económica postpandemia ya dictaba. Las reacciones de los gobiernos han sido los aumentos de tasas de interés. Canadá y Estados Unidos elevaron sus respectivas tasas de interés en 25 puntos base para llevarlas a 0.5%. Se trata de las primeras alzas en ambos países desde octubre de 2018. Es la herramienta de política monetaria para que la inflación retroceda. En palabras llanas, se invita a la sociedad a que tome decisiones de no gastar, ahorrar y posteriormente invertir (pero sin el incentivo del consumo); política de dirección diferente a la que había prevalecido por meses sobre una línea diferente: buscar que los inversionistas sacaran su dinero de los bancos y lo pusieran en proyectos y movimiento económico, con una demanda fuerte de consumo que motive dinamismo económico y crecimiento.

El problema ha sido que la inflación no cede fácilmente y el mediano plazo preocupa. Los nubarrones están cargados por factores tan graves como un alza inusitada de los precios de los energéticos (el barril del petróleo pasó entre noviembre pasado y la actualidad de $67 a $104 dólares) y afectaciones estructurales como la problemática de transporte en todas sus aristas, la crisis de chips electrónicos, replanteamientos en los suministros a nivel global, la escasez de mano de obra y una demanda que se preserva alta con origen en el periodo cruel de la pandemia.

Observamos el escenario y nos preguntamos qué significa para la relación de México y los países latinoamericanos. Enlisto aquí lo que todo esto determina para nuestros países, desde los procesos más genéricos hasta los más particulares que de un modo u otro nos colocan en la línea de fortalecer la productividad contra la inflación, dotar de resiliencia frente a las amenazas y preservar una visión geopolítica inteligente:

1.- Primeramente, la situación actual reitera y refuerza la existencia de un proceso que en términos de la CEPAL se ha llamado “Regionalismo abierto”. Las sociedades y sus actores económicos aceptan —y parece que lo mejor es hacerlo así— la enorme interdependencia entre acuerdos de liberalización con carácter preferencial que han suscrito. Los aprovechan como vía compatible con decisiones de apertura que subrayen las ventajas de operar también regionalmente ante las dificultades que la globalización indiscriminada confronta. El T-MEC y los procesos de integración en América Latina toman mayor fuerza y sentido. Sin alejarse entre sí, buscan oportunidades específicas para complementarse. De este lado, las representaciones diplomáticas y consulares de países americanos en Canadá, y especialmente en Quebec, escuchamos con atención la energía que se despliega para lograr un relanzamiento de vinculación comercial hacia —justamente— las “regiones” de mayor relevancia para su desarrollo: América del Norte, donde se encuentra el T-MEC, y América Latina donde prevalecen oportunidades enormes, partes especiales de esta estrategia que, para el caso de Quebec toma el nombre de “Plan de Acción para el Relanzamiento de las Exportaciones” (Plan d’action pour la relance des exportations).

2.- Al comprender este regionalismo abierto, se definen reacomodos que estamos obligados a aprovechar por sectores. Cabe reconocer lo que México, en su caso, y muchos países americanos pueden hacer para complementar a la región norteamericana, paliando sus áreas de dependencia con China. Cada día son más frecuentes los diálogos económicos con actores canadienses que, ya sea para su producción local o para sus políticas de exportación, piensan seriamente en reubicar su cadena de proveedores. Ellos mencionan sus suministros provenientes de China, sus brazos productivos instalados en oriente y la propia tecnología que han expuesto cuando se acercaron a su región; ahora necesitan retraer esa inversión hacia su vecindario. Se trata desde la proveeduría textil, la manufactura, los componentes indispensables del sector energético y componentes de consumo masivo, hasta servicios, procesamientos informáticos y fondeo. Este diálogo sobre la reubicación incluye una serie amplia de oportunidades para que las inversiones en países de oriente se reubiquen en México y aprovechen las ventajas que el nuevo NAFTA, T-MEC, les da para desarrollar certidumbre, precio y calidad, sin los riesgos que surgen de las condiciones geopolíticas actuales.

3.- Tal perspectiva incluye también Europa. El deterioro de los canales comerciales entre ese continente y Rusia motiva a los países europeos a pensar en proveedores más confiables y con productividad creciente en el momento actual. Los lazos de interacción económica de Europa con el este de Canadá —donde Quebec se coloca a la vanguardia por su vocación internacional y su vinculación histórico-cultural con Francia, como componente agregado— destacan para ofrecer una primera respuesta. México en particular, en temas energéticos, en complementación manufacturera e incluso en la temática alimenticia, puede sumarse a la fortaleza norteamericana para atender esa inquietud europea.

4.- La incertidumbre combinada entre pandemia y guerra en Ucrania no borra, sino que da relieve a la necesidad de inversión en los procesos más tecnologizados e innovadores para prevalecer con la mayor competitividad mundial. La innovación, la ciencia y la tecnología, ante los cambios, son las inversiones más redituables. La región norteamericana está, por ejemplo, obligada a un proceso rápido y exigente de reconformación de su estrategia de transporte donde los vehículos eléctricos ocuparán un lugar puntero. México está empezando a producir sus propios autos eléctricos y todo el proceso de una capacidad manufacturera de todo tipo de vehículos ecológicos involucra la capacidad manufacturera de México, puntero en este tema, y a Quebec por su liderazgo en eficiencia, motores y, sobre todo, tecnología orientada al mejoramiento de baterías. El segundo ejemplo de innovación donde la región norteamericana lleva una ventaja específica es el de la inteligencia artificial que ha sido prioridad para la relación México-Quebec. Y lo es en todos sus componentes: desarrollo ético de las tecnologías, aplicación para hacer eficientes los procesos productivos más relevantes y su logística y, más aún, su incidencia en la solución de grandes temas sociales como pueden ser la salud, la seguridad cibernética y el desarrollo equitativo entre sectores y grupos sociales.

5.- Imposible olvidar que, por su renovada fuerza en todo ecosistema económico, las industrias culturales, altamente tecnologizadas, serán indispensables y crecientemente valoradas. Esto abarca tanto lo que se ha dado por llamar “experiencias” (contactos culturales a través de inmersiones más creativas e innovadoras que incluyen sonorización avanzada, realidad virtual y aumentada, desarrollo de videojuegos con componentes educativos y culturales, y sus respectivos contenidos), hasta la recuperación de patrimonio cultural, tradiciones intangibles, o facilitación de la interacción humana en condiciones de mayor entendimiento. Simplemente, al pensar en el infinito campo del desarrollo de las industrias culturales, podemos incidir en una recuperación más humana y fraterna que se hace indispensable para construir un mundo de paz. Igualmente, este sector es medular al momento de atender la compleja temática de la salud mental que tanto incrementó la pandemia y que ahora se detona con la guerra. La cultura y la forma en que podamos valorarla e incentivarla como factor para construir riqueza serán indispensables para un desarrollo balanceado y tendrán un futuro insoslayable en el abanico de oportunidades económicas y sociales de nuestra época.

6.- El sexto punto es el de mayor envergadura actualmente. Ya se mencionó que el crecimiento económico en esta parte del planeta se reduce principalmente por la falta de mano de obra, situación especialmente apremiante en Quebec. Ese el gran tema que abre retos y oportunidades únicas por igual y que merecerá un tratamiento aparte en un próximo artículo.


Alejandro Estivill es diplomático de carrera del Servicio Exterior de México, con el rango de Embajador. Se ha desempeñado principalmente en América del Norte, y en las áreas de cultura y asuntos consulares. Es escritor y ha publicado las novelas El hombre bajo la piel, Alfil, los tres pecados del elefante, premio AKRÓN novela negra 2019. Es promotor cultural y especialista en lingüística e intercambio cultural internacional.