Por Enrique Pato, profesor de la Universidad de Montreal
Desde el punto de vista cultural, el piercing (de pierce ‘hacer un agujero’) –voz inglesa que se ha hispanizado como pirsin (plural pírsines) sin mucho éxito (así figura en el Diccionario panhispánico de dudas de 2005 y en la Ortografía de la lengua española de 2010)– se puede entender simplemente como un producto más para el placer y el sexo. En esta breve nota pretendo que se vea mejor como una práctica ritual, común entre muchos pueblos del mundo, relacionada con el paso del niño a la edad adulta y con el valor y la hombría de los jóvenes. Hay que recordar que en español también podemos emplear los sinónimos (una) perforación o (un) perforado, si se desea evitar el anglicismo crudo. En cualquier caso, el piercing, pirsin o perforación es una de esas “modernidades” que, en el miembro de los hombres, se documenta desde tiempos antiguos, por lo que esta nueva práctica occidental en realidad forma parte de la cultura de otros pueblos. Veamos dos ejemplos de ello.
El explorador y cronista veneciano Antonio Pigafetta (1480-1534) describe en su Relación del primer viaje alrededor del mundo (1524) la siguiente práctica en algunos de los hombres que vio en las islas de Filipinas y Borneo (el subrayado es mío):
Estos pueblos andan desnudos, cubriéndose solamente las vergüenzas con un tejido de palmas que atan a la cintura. Grandes y pequeños se han hecho traspasar el pene cerca de la cabeza y de lado a lado, con una barrita de oro o bien de estaño, del espesor de las plumas de oca y en cada remate de esa barra tienen unos como una estrella, con pinchos en la parte de arriba; otros, como una cabeza de clavo de carro. Diversas veces quise que me lo enseñaran muchos, así viejos como jóvenes, pues no lo podía creer. En mitad del artefacto hay un agujero, por el cual, orinan, pues aquel y sus estrellas no tienen el menor movimiento. Afirman ellos que sus mujeres lo desean así y que, de lo contrario, nada les permitirían. Cuando desean usar de tales mujeres, ellos mismos pinzan su pene, retorciéndolo, de forma que, muy cuidadosamente, puedan meter antes la estrella, ahora encima y después la otra. Cuando está todo dentro, recupera su posición normal y así no se sale hasta que se reblandece, porque de inflamado no hay quien lo extraiga ya. Estos pueblos recurren a tales cosas por ser de potencia muy escasa (capítulo II).
Pigafetta nos presenta aquí uno de los tipos de piercing que existe para el pene del hombre. En este caso concreto nos aclara, además, que estas personas recurren a dicha práctica por falta de potencia sexual y porque sus mujeres así lo quieren.
Por su parte, el médico y botánico Francisco Hernández de Toledo (1517-1587) en Antigüedades de la Nueva España (1552, el subrayado es mío) señala que en México:
No faltaban allí y en otras ciudades de la Nueva España, jóvenes que después de haber ayunado muchos días, separaban el cutis del miembro viril con navajas de piedra del músculo mismo, y que pasaran por la hendedura innumerables varitas, unas más gordas que las otras e iguales al mismo pene en longitud y sobre la marcha las quemaban y ofrecían a los dioses el humo. Si a alguno le faltaba ánimo y por esa razón no concluía el sacrificio, no era considerado virgen, ni probo, ni grato a los dioses, sino por el contrario, infame, torpe e indigno de ponerse en lo de adelante frente a los dioses o los hombres (capítulo XVII).
En el ejemplo anterior este autor nos describe otro tipo de piercing para el pene del hombre. Esta costumbre mexicana estaba relacionada directamente con el culto a los dioses entre los tehuacanenses (de Tehuacán, Puebla), como sacrificio de virginidad y honradez, de ofrenda personal, y como prueba de valor hacia los otros hombres.
Hoy en día existen ocho tipos básicos de piercing o perforaciones que se pueden realizar en el miembro viril. Si está interesado en conocerlos, a continuación, se los describo y resumo por orden alfabético, siguiendo para ello The Piercing Bible (de Elayne Angel) y la Encyclopedia of Body Adornment (de Margo DeMello), con alguna información léxica y cultural adicional.
1. Ampallang
Es el piercing de las islas del océano Índico (Filipinas y, sobre todo, Borneo). Se realiza como rito de iniciación y paso a la pubertad en los varones (entre los 12 y los 16 años). La perforación se lleva a cabo de manera horizontal en el glande y puede atravesar o no la uretra. Este es el piercing descrito por Pigafetta. Se puso de moda en los años 90 en algunos países occidentales, por el placer que produce el estímulo del tejido interno del pene. Su nombre procede de la lengua iban (de palang ‘travesaño, barra cruzada’), hablada todavía en zonas de Malasia, Brunei e Indonesia.
2. Apadravya
Es una variante del anterior, pero con una perforación vertical del glande, de modo que el extremo inferior sobresale de la base del pene. Es una práctica muy antigua en el hinduismo (especialmente entre los hombres del sur de la India) y aparece mencionado parcialmente en el Kama Sutra (capítulo II). Es el piercing que mayor placer da a la mujer, ya que estimula directamente su punto Gräfenberg o punto G. El término es de origen sánscrito y hace referencia a la prótesis que emplean los hombres para incrementar el tamaño de su pene.
3. Dydoe
Su uso es reciente y cumple una función básicamente decorativa en el hombre. Consiste en una o dos perforaciones sobre el borde del glande con unas barritas de acero. Este piercing solo es adecuado para los hombres circuncidados. Se cree que el término es una deformación de la palabra inventada doodad (‘cosa sin nombre’, de uso especialmente en Estados Unidos), para hacer referencia a este adorno decorativo.
4. Foreskin
En la cultura occidental, su práctica se remonta a la antigua Grecia y Roma, aunque también está relacionado con el rito de la circuncisión en varias religiones. Es el ejemplo presentado por Hernández de Toledo, pero en su caso con varitas. En la actualidad, esta perforación se realiza para aumentar la sensación de placer, pues el anillo frota en el glande del hombre. También se usa para mantener la castidad, si el anillo se inserta en el orificio (empleado entre los amantes de ciertas prácticas sexuales). El nombre procede del inglés foreskin (de fore– + skin ‘prepucio’).
5. Frenum
En origen se empleaba para impedir las relaciones sexuales (del latín frenare ‘frenar, parar el movimiento’), a modo de candado para el pene. Hoy día es una de las prácticas más extendidas en Europa y América. Se perfora el frenillo del prepucio y se pasa un anillo o una barra por él, quedando perpendicular al tronco del pene. Para que sea efectivo, el tamaño del anillo y su posición deben ser adecuados al miembro viril. Parece que el origen de esta práctica está en Indonesia (en la isla de Timor).
6. Guiche
Es un piercing superficial muy común entre los hombres de las islas del Pacífico sur (Tahití, Samoa y otras) y también se practica como ritual durante la pubertad (entre los 12 y los 14 años de edad). La perforación del pene es horizontal, y se hace en la piel que hay entre el escroto y el ano (el perineo). Su nombre parece que procede de la voz francesa guiche (‘rizo, bucle del cabello’, aunque dialectalmente –en el departamento de Vosges– también significa ‘pene’).
7. Hafada
Es un rito importante entre los hombres musulmanes (desde Arabia hasta el norte de África), y se suele ofrecer como regalo al niño cuando llega a la edad adulta. La perforación simple, normalmente organizada por la familia, se hace entre el testículo y la base del pene (el escroto), por lo general en el lado izquierdo. También hay perforaciones múltiples, a ambos lados y en el centro del escroto. Para decorarlo se suelen usar piedras preciosas. Muchos soldados franceses regresaron del norte de África, Líbano y Siria con este adorno. El término puede provenir del sustantivo hafad (‘obediente’), que también es un nombre propio para hombres y mujeres (Hafada). Asimismo, en árabe ḥafid (plural ḥafada-t) significa ‘nieto’.
8. Prince Albert
Aunque es el último de la lista es el más practicado y conocido de todos los piercings. Su nombre se debería al príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha (1819-1861), quien parece que se perforó el glande en su juventud por problemas de curvatura, y lo usaba para no “ofender” a su esposa, la reina Victoria. Mito o realidad, la pareja real tuvo nueve hijos. Es un piercing que se efectúa en la punta del pene, para forzar el prepucio hacia atrás y mantenerlo limpio. El anillo se inserta en el orificio y puede tener varias vías de salida (y cada una de ellas recibe un nombre).
Como sigue siendo cierto aquello de que “una imagen vale más que mil palabras” (une image vaut mille mots y la photo parle d’elle même), dejo que ustedes mismos busquen todos estos nombres en Internet y puedan ver cada tipo de piercing, si así lo desean. La intención última de este texto ha sido ampliar su conocimiento cultural y léxico, no mostrar la anatomía perforada del hombre.
Enrique Pato es doctor en Filología Española por la Universidad Autónoma de Madrid. Sus campos de investigación se centran en la gramática, con especial atención a la sintaxis, y en la dialectología y la variación, tanto histórica como actual. Investigador principal de varios proyectos, Corpus de la sintaxis dialectal del español peninsular (FQRSC), Sintaxis dialectal del español (CRSH), El español en Montreal y COLEM (Corpus oral de la lengua española en Montreal), ha coeditado varios volúmenes colectivos y actas de congresos y tiene publicados más de un centenar de artículos en revistas nacionales e internacionales. En la actualidad es professeur titulaire en la Universidad de Montreal. Leer más artículos del autor.