En torno a “nuestra” identidad hispana

Gentefied, una serie de televisión sobre mexicoamericanos y su lucha por perseguir el sueño americano y su identidad (foto: Netflix).
Por Enrique Pato

Para muchas personas América sigue siendo un galimatías, una confusión. Este hecho se puede comprobar en el mismo nombre que ha ido recibiendo a lo largo del tiempo: las Indias, el Nuevo Mundo, América… Como es sabido, el término Latinoamérica es una invención francesa (1860); hoy día contamos con otro término más preciso, el de Hispanidad, que no solo es un concepto cultural y espiritual, sino también político.

Varios pensadores han propuesto que los hispanos deberíamos entender y pensar la historia como ciclos humanos, tal y como hacen en otras culturas. De este modo, el conocimiento histórico nos permitiría entender que el Estado (concepto jurídico) se ha gestado mucho antes que el de Nación (concepto social-cultural). Este entendimiento cambiaría, por ejemplo, la interpretación antiespañola que todavía está presente en varias mentes americanas, como consecuencia directa de la Reforma protestante. Una visión integracionista, tanto de la negación como de la exclusión («ni europeos ni indios»), daría como resultado la aceptación del verdadero mestizaje americano, primer recurso natural de la América hispana. Y ello porque, en el fondo, lo más importante siempre son las personas.

Todo lo anterior se resume en esta simple idea: resulta cuando menos absurdo que hayan sido los ingleses y los holandeses, pero también los alemanes, los franceses y los italianos, los que hayan forjado el pensamiento de la comunidad hispanoamericana. Parece que ya es hora de pensar por uno mismo.

Como es sabido, la identidad es un concepto muy flexible, sobre todo porque su naturaleza es cambiante. La identidad personal (la del yo) se desarrolla y se define con el paso del tiempo. La identidad relacional o colectiva (con los otros), en cambio, se desarrolla en el espacio. Entender la identidad de y en América hispana es todavía un reto muy complejo, ya que conlleva tener en cuenta una identidad histórico-cultural (de lengua española y, principalmente, de religión católica), otra psicológica (de mestizaje) y otra indígena (con sus 522 pueblos originarios, lenguas y culturas). Toda esta diversidad cultural, a través de la identificación, la no identificación y la desidentificación por la que han pasado y siguen pasando los países hispanoamericanos, debería llevarnos a la verdadera aceptación de uno mismo y de los otros, y a repensar la América hispana como un todo, aunque ese ‘todo’ nunca pueda ser homogéneo.

Reflexionemos un poco: ¿qué rasgos distintivos te caracterizan como hispano (o latino)? Nos referimos a los modos de vida, los valores, las creencias y las tradiciones, entre otros aspectos. ¿Cómo estás en este mundo? ¿Qué aportas como individuo? Teniendo una respuesta clara a estas tres preguntas básicas nos podremos conocer mejor como personas y como comunidad hispana internacional. Con esta base bien asentada, comprendida y aceptada nadie te podrá molestar ni menospreciar.


Enrique Pato es doctor en Filología Española por la Universidad Autónoma de Madrid. Sus campos de investigación se centran en la gramática, con especial atención a la sintaxis, y en la dialectología y la variación, tanto histórica como actual. Investigador principal de varios proyectos, Corpus de la sintaxis dialectal del español peninsular (FQRSC), Sintaxis dialectal del español (CRSH), El español en Montreal y COLEM (Corpus oral de la lengua española en Montreal), ha coeditado varios volúmenes colectivos y actas de congresos y tiene publicados más de un centenar de artículos en revistas nacionales e internacionales. En la actualidad es professeur titulaire en la Universidad de Montreal. Leer más artículos del autor.