Por Merling Sapene
Félix Sánchez es un profesional muy bien considerado en Venezuela. Los altos cargos que desempeñaba en compañías de renombre y su vasta red de contactos le garantizaban un futuro promisorio y un retiro asegurado. Hasta que las decisiones políticas y la anunciada debacle económica del país lo empujaron a irse.
“En Venezuela muchas veces no me sentía respetado y varios episodios de inseguridad personal me hicieron temer por mi vida y la de mi familia. Era una lucha constante por sobrevivir en un ambiente muy hostil”, recuerda.
Los inmigrantes no olvidan la fecha en que arriban a su nuevo país. El año 2015 permanece en la memoria de Félix y su familia. Al principio, los ahorros que trajeron les dieron un respiro en medio de la incertidumbre: ¿Ahora dónde encuentro un nuevo empleo?, cavilaba Félix Sánchez.
Primero decidió darse un tiempo para adaptarse. Pero las arcas familiares se vaciaban a toda máquina. Los ahorros de toda su vida se le escurrían de las manos. Y sin empleo, sin el idioma, y a los 50 años…
Los meses pasaban y ninguna puerta se abría a sus llamados. Félix afirma que durante dos años envió más de un centenar de hojas de vida a diversos trabajos. Sus credenciales y experiencia laboral no parecían atractivas para un mercado laboral que en realidad no te discrimina por tu edad, pero sí es restrictivo cuando no cuentas con la “experiencia laboral canadiense”.
Frustración. Es lo primero que dinamita el núcleo del hogar. En esta montaña rusa de emociones ocupan un asiento la tristeza, los reproches y, con frecuencia, la depresión encubierta. Félix, su esposa y sus dos hijos transitaban sobre ese filo emocional intentando no desbarrancarse.
Félix Sánchez vio en los estudios una oportunidad para mejorar el dominio de idiomas y hacerse de una acreditación profesional en su área que le permitiera una oportunidad laboral.
Empleos esporádicos le calmaban los nervios: acomodar estanterías, jardinero, asistente de construcción. “El trabajo dignifica al hombre”. Félix se repetía esa sentencia del credo popular. Estante por estante, jardín por jardín, jornada tras jornada, Félix no veía cuando arribaría la chance de demostrar su verdadero potencial en el país que lo recibió.
Mucho tiempo después de haber inmigrado, Félix comparte algunas enseñanzas que le dejó este proceso:
1. Si no dominas el idioma, no vas a encontrar un trabajo en tu área, ya que, si no puedes expresar tus ideas correctamente, es imposible conectarse con los empleadores.
2. Estudiar en un instituto reconocido. No pierdas tu tiempo en invertir en estudios-certificados no reconocidos por empresarios
3. Es arduo, pero hay que intentar trabajar desde el primer día para no mermar tus ahorros.
4. El tiempo pasa muy rápido, intentar valorar cada momento familiar, e invertir el tiempo en tus hijos pues es clave el apoyo emocional que le brindemos.
5. Tu ejemplo influirá en el resto de tu familia. No hay que rendirse.
Félix Sánchez culminó un certificado en la HEC de Montreal. Labora desde hace cuatro años en el área de administración y finanzas de una empresa familiar.
Merling Sapene es experta en manejo de cambio, coaching y responsabilidad social corporativa. También es certificada gerente de proyectos de alto impacto social por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). ha creado el programa “Corazón Migrante” para que los inmigrantes del mundo no vivan las mismas dificultades emocionales que ella padeció, y generar un impacto positivo en su integración. Este proyecto les brindará estrategias para una integración eficaz y plena en su nueva sociedad. Venezolana de origen y fundadora de la organización MSTransition.