Estreno: Sin La Habana, el anhelo de irse cueste lo que cueste

La trama de Sin La Habana tiene como base un triángulo amoroso. En la imagen la artista Evelyn O’Farrill (foto: Facebook del filme).
Este 10 de setiembre se estrena en varias ciudades de Quebec esta cinta dirigida por el cineasta iraní-canadiense Kaveh Nabatian, un admirador de la cultura afrocaribeña y latina. Su película, Sin La Habana, nos habla, entre otros temas, de lo lejos que estamos de ser sociedades donde nuestro origen y diversidad no sea causa de estancamiento.
Por Katia Morales Gaitán
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Tras una destacada trayectoria internacional en el mundo de la música, la fotografía y el videoclip que lo asocia a nombres como Arcad Fire, Bell Orchestre, Kahlil Joseph y Half Moon Run, el cineasta Kaveh Nabatian estrena en salas de Quebec su primer largometraje de ficción, Sin La Habana.

Hispanophone conversó con el director sobre su proceso creativo, desafíos, inspiraciones, y detalles de la producción canadiense. Kaveh también nos habló de su fascinación por el mundo hispanoamericano.

“Soy de la generación que quedó marcada por la música del Buena Vista Social Club”, confiesa el cineasta Kaveh Nabatian, admirador de la cultura afrocaribeña, que no solo ha recorrido Cuba. También ha enseñado cinematografía en Haití, donde desarrolla múltiples proyectos y apuesta por retratar al país más allá de la devastación de la que nos hablan los medios.

Su curiosidad fílmica lo ha conducido hasta México, donde se siente “como en casa, los técnicos mexicanos son muy profesionales”.

Sin La Habana, narra el triángulo amoroso entre Leonardo, un talentoso bailarín de ballet clásico, su ambiciosa novia Sara, abogada, y Nasim una vitralista canadiense-iraní que llega a La Habana como turista. El drama se desarrolla en dos periodos que consiguen atraparnos desde el minuto uno.

La primera parte tiene lugar en la vieja Habana, entre sus callejuelas y edificios señoriales. En la segunda, la acción transcurre en el Montreal invernal. La corriente del río Saint Laurent es hielo, el Viejo Puerto aparece tapizado de varios centímetros de nieve. Los interiores son las casas, los lugares de trabajo, cafés y eventualmente un club de salsa.

Envueltos en una atmósfera de amor y sensualidad, la trama avanza en función de los sueños particulares de cada personaje. Para la pareja de afrocubanos, la meta es escalar socialmente. Mientras que Nasim sueña con sanarse de una relación abusiva y formar una familia. Sara presiona a Leonardo para “enredar” a la yuma, es decir, seducir y fingir estar enamorado de la extranjera, para que una vez casados, la deje por ella y así, también se establezca en el extranjero.

Pero Leonardo solo tiene cabeza para que algún ballet nacional del mundo reconozca su valor otorgándole un papel de primerísima línea. Probablemente, esta ecuación resulte paradójica, ya que el estereotipo cubano en tanto que “jinetero” dispuestos a todo con tal de salir de su país, es rápidamente confrontado. Más bien lo que visibiliza este filme, son los lazos de codependencia humana, más allá de cualquier nacionalidad, clase social o religión. Ese es el trasfondo del filme. Nabatian comprende muy bien estas relaciones, ya que él mismo es hijo de una pareja multicultural.

Kaveh Nabatian (al centro) y su equipo en pleno rodaje en La Habana (Foto: Instagram del director)

El guión es del cubano Pablo D. Herrera Veiti y mantiene diálogos en cuatro idiomas: español, francés, inglés y persa. El filme nos lleva al seno de dos comunidades diametralmente distintas: la afrocubana y la iraní- judía. En Cuba, la santería, una religión derivada de la práctica africana yoruba, tiene un rol fundamental. Leonardo se acerca a ella para pedir que su camino se abra, para que conquiste lo que quiere. Fetiches, danzas y cantos, se presentan a cuadro.

Kaveh Nabatian nos comentó que en el rodaje decidió que la escena de la ceremonia de santería, no fuera actuada, por lo que filmaron un ritual verdadero. “Fue un momento tenso para el crew canadiense… pero conforme avanzaron los días de filmación, lo asimilaron de otra forma”.

Por su parte, Nasim y su familia encarnan a la religión judía. Durante la secuencia en la que la joven mujer presenta a Leonardo con su familia, se está llevando a cabo el Mohel, ritual de circuncisión de su pequeño sobrino. Con este telón de fondo, resulta interesante cómo el rechazo total del padre a su yerno y a su propia hija, es matizado por la madre, quien interviene para defender a la pareja.

El estreno oficial de la película será este 10 de setiembre.

En cuanto a los aspectos técnicos, la película tiene una serie de aciertos que la hacen única: el trabajo con no actores, la bella fotografía del mexicano Juan Pablo Ramírez y el ritmo de la edición. Kaveh afirmó que, para esta película le influyó el trabajo de Wong Kar-wai y acerca de los desafíos de producción nos explicó: “durante el primer día de rodaje, los actores estaban muy nerviosos y estaban haciendo mal su trabajo. Pensé: ‘listo aquí va un millón de dólares desperdiciado’”.

Además, tanto el guion como el rodaje tuvieron que ser aprobados y supervisados por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). Para el gobierno cubano sigue siendo vital cómo se representa el país en términos audiovisuales. De hecho, en primera instancia, el Instituto rechazó su producción. Más tarde, el director se enteró cuál era la causa, y básicamente se relacionaba con una escena, donde se suponía que Leonardo era relegado por la directora del Ballet Nacional de Cuba para un papel principal. En su lugar, tuvieron que cambiar el guion para que esta acción transcurriera en el marco de una pequeña compañía de danza. De otro modo, el gobierno leía que la revolución corría el riesgo de ser interpretada como racista, algo que no permitiría.

Precisamente el tener a dos personajes de origen afrolatino y a una mujer de medio oriente en roles protagónicos, es uno de los valores más relevantes de la producción, pues básicamente no figuran actores blancos en el filme. Esta cinta nos recuerda que aún estamos lejos de vivir en sociedades libres de racismo, donde la diversidad de nuestros orígenes étnicos no sea causa de estancamiento social o de desventajas en el sistema. Sin La Habana, siembra la esperanza (o no) de que las diferencias culturales sean motivo de encuentro, de diálogo y apreciación mutua. Sin duda estamos frente a una película de alcance universal.

No se pierdan la oportunidad de ver este filme en salas. Su estreno ha esperado más de un año, ya que su recorrido en festivales se eclipsó con la pandemia. Seguramente su visionado en la pantalla grande resultará una experiencia realmente impactante.

🎥 Sin La Habana
Año: 2021
Director: Kaveh Nabatian
Actores: Yonah Acosta, Aki Yaghoubi y Evelyn O’Farrill.
Idioma: Espagnol sous-titré français
Género: Drame
Producción: Voyelles films

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Katia Morales Gaitán es corresponsal de Hispanophone y candidata a doctora en Estudios Cinematográficos por la Universidad de Montréal- Universidad Sorbonne Nouvelle.