Corazón inmigrante: Luces y sombras de un inmigrante tenaz

El hispanocanadiense José Reyes, de pandillero a empresario que orienta a inmigrantes.
Por Merling Sapene

El empresario José Reyes nació en la ciudad de México en un barrio de clase media donde vivía modestamente con su familia. Debido a las persecuciones políticas contra su padre y abuelo, José tuvo que salir abruptamente de su país con sus papás a temprana edad. Primero la familia se enrumbó hacia San Diego, EE.UU., pero su padre no consiguió empleo. Con mucho temor tuvieron que volver a México.

Pero las amenazas continuaron. Entonces sus padres vendieron todo y compraron boletos de avión solo de ida con destino a Canadá. José tenía 9 años. Se convirtieron en refugiados políticos.

Llegaron a la zona francesa del país. No hablaban el idioma, y sin familiares que los orientaran, todo se hizo arduo para José y su familia.

“Yo hasta extrañaba las caricaturas de mi país. En esos primeros tiempos, de los 9 a los 13 años tuvimos una vida muy triste y complicada. No teníamos cómo pagar la renta y estuvimos de apartamento en apartamento, buscamos ayuda social y refugio”, recuerda José Reyes.

Su padre era abogado. Pero aquí no era nadie. Consiguió un empleo en una carnicería. Su madre trabajó mucho para sacarlos adelante. A la postre fue ella el sostén de la familia.

Las difíciles circunstancias hicieron que el ambiente en el hogar se tornara muy conflictivo. La relación entre sus padres empeoraba conforme José se hacía adolescente.

“Era tan complicado el ambiente en casa que me refugié en el mundo tóxico de las pandillas. Experimenté las consecuencias de todo lo que conlleva esa vida de violencia y desorden”, explica.

Fue expulsado de la escuela en cuarto año de bachillerato por una pelea con un compañero. A duras penas la culminó en el horario nocturno con adultos. No llegó a ir a la universidad, pero a punta de amor propio completó un diplomado en turismo y contabilidad.

En ese laberinto de sus días, a los 18 años conoció a su esposa. “El amor de mi vida”, confiesa. Su realidad dio un cambio de tuerca. Dejó las pandillas y se casó a los 23 años.

La pareja tuvo dos hijas (Mariana e Isabella). Ser papá le dio una perspectiva inédita de la vida. Buscó y encontró un empleo en el gobierno. Trabajó en un instituto penitenciario durante 4 años. Sin embargo, ese ambiente poco favorable lo atrajo nuevamente a las viejas malas costumbres.

Poco a poco, su vida volvió a deteriorarse. Estaba descontento con su empleo, su matrimonio cayó en crisis. Era una etapa gris que revivía los recuerdos de sus primeros años en Canadá. Una ruptura emocional y profesional. Sus malas decisiones mostraban ahora las dañinas consecuencias.

Como el mar tras la tempestad, no pasó mucho tiempo para que José encontrara también un remanso. Buscó un nuevo empleo. Una nueva idea poblaba su mente: ayudar a los inmigrantes, quería darles la oportunidad de que su vida sea diferente. Que no pasen lo que él vivió. Ingresó entonces a la escuela de empresarios de Quebec para desarrollar su nuevo sueño. Y no pasó mucho para que los primeros logros surgieran.

Pero a veces, en el tránsito de ayudar a los demás, postergas a los tuyos. Y no lo notas hasta que es muy tarde. Luz de la calle, oscuridad de tu casa. “Descuidé nuevamente lo más importante, mi familia”, sostiene José. Una separación matrimonial fue el nuevo nocaut que recibió.

Hoy, la vida le ofrece otro round para recuperar a su amada esposa y sus hijas. En su camino, el sueño de su empresa ha cogido mayor cuerpo y va consiguiendo los objetivos trazados. Se trata de una organización de reclutamiento international, el Instituto Talent Actif, donde trabaja junto a su “hermano” Jhonatan y que ahora prepara la tercera edicion del Salon Talent International que se llevará acabo en tres continentes. Los inmigrantes como él buscan una oportunidad. Él ha tenido varias y espera no volver a desaprovechar una más.

Pese a la pandemia, su emprendimiento se ha fortalecido. Cuando le pregunté ¿qué harías de manera diferente si pudieras volver al pasado?, me contestó:

“Administrar mejor mi tiempo. Trabajar menos y disfrutar más a mi familia. Cuidarla”.

¿Qué consejos le darías a los inmigrantes?

“Al llegar a un país como inmigrante, que es un proceso complicado, resulta fundamental mantener a tu familia unida y estar cerca de los hijos reforzando los valores. Los hijos también pasan por crisis al inmigrar y pueden sufrir problemas de adaptación y, si no los cuidas, se pueden perder”.

Pocas veces conocemos qué hay detrás de un triunfo. En ese jardín nutrido de felicitaciones también suelen habitar secretamente los sinsabores, los miedos, la soledad.

Nos vemos en dos semanas.


Merling Sapene es experta en manejo de cambio, coaching y responsabilidad social corporativa. También es certificada gerente de proyectos de alto impacto social por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). ha creado el programa “Corazón Migrante” para que los inmigrantes del mundo no vivan las mismas dificultades emocionales que ella padeció, y generar un impacto positivo en su integración. Este proyecto les brindará estrategias para una integración eficaz y plena en su nueva sociedad. Venezolana de origen y fundadora de la organización MSTransition.