La presencia cada vez más creciente de los hispanohablantes en Montreal

1010, rue Sainte-Catherine, en Montreal. ¿Será Montreal una ciudad trilingüe en el siglo XXI? (Foto de Enrique Pato).
Por Alejandro Estivill, Cónsul General de México en Montreal
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En el otoño del 2016, la sala central del Centre St. Pierre albergó el Primer Foro de la Hispanidad en Montreal. Instituciones y personalidades se congregaron con una vaga idea de lo que ahí ocurriría (algunos de sus organizadores, incluso, soñaban con que esa sería la semilla para un gran desfile hispano al estilo de Nueva York). Convocó instancias de ayuda a migrantes, empresarios, asociaciones, educadores e incluso políticos que pronto reconocieron ser parte —parte medular y activa— de un proceso iniciado años atrás pero que invocaba subsanar la asignatura de una mayor sistematización hacia metas claras y valores comunes.

Fue entonces cuando escuché por primera vez aquellos datos, hoy un tanto obvios pero no por ello menos significativos: Montreal superaba ya los 135,000 hispanohablantes (hablantes en casa), aunque la cifra superaba los 200,000 usuarios frecuentes por su origen; y el español era la tercera lengua más enseñada. Si no alcanzaba medalla de bronce —el árabe sigue en ese puesto—, sí detonaba un apetito único entre los jóvenes quebequenses. Un congreso posterior de la Organización Universitaria Interamericana, OUI-IOHE, que dedicó una sesión a los intercambios canadienses con América Latina, establecía que la probabilidad de lograr un empleo en el área deseada se incrementa sustancialmente entre aquellos aspirantes que aprenden español y viven una experiencia en países hispanos.   

Pero un compromiso aún más valioso se detonó en dicha reunión: el papel de los hispanohablantes en Montreal tenía que transformarse aprovechando su aporte sustantivo a la sociedad que los ha recibido; algo más que posible si se considera que se está en la sede por excelencia de un debate lingüístico-cultural e identitario. Por ende, ese debate detona entramados sociales entre la valoración y preservación de la base francesa y la necesaria presencia, la tolerancia y la proyección misma de la otredad idiomática.   

Cabe preguntarse cuál habrá sido el impacto de la denuncia sobre discriminación “por acento hispano” que realiza hacia 2014 el libro de chileno Luis Zúñiga Ton accent, Luis!, muy conocido entre hispanos de Montreal. Al menos se puede ubicar este documento anunciando el proceso académico posterior que desplegó el investigador de la UQAM, Víctor Armony, asistente por cierto a aquel Foro de 2016. Su trabajo ha explorado con encuestas y datos medibles la situación de los hispanos en Quebec por vía del Observatorio Internacional de Diásporas Latinoamericanas y con el apoyo de varias instancias, incluidos los consulados latinoamericanos. Las conclusiones del Dr. Armony se han presentado en diversos momentos sociales y culturales orientados a detonar mayor reconocimiento de lo hispano: por supuesto, ello incluye las tan relevantes decisiones de 2018 donde la Asamblea Nacional de Quebec declaró el mes de octubre como “Mes del Patrimonio Hispánico” y, no menos importante, cuando Montreal realizó lo propio a nivel municipal.

Nótese que el trabajo de Víctor Armony sigue exponiendo las dificultades para un desarrollo adecuado del hispano montrealés: la falta de reconocimiento a sus habilidades adquiridas y su fragilidad socioeconómica motivada principalmente por desempeño lingüístico. Aun así, el español en esta ciudad ya ha adquirido personalidad propia. Esta misma revista Hispanophone, orgullo del proceso, publicó en 2019 un artículo de Enrique Pato sobre “El futuro del español en Montreal”, parte de un proyecto de gran envergadura: el “Corpus oral de la lengua española en Montreal” de la Universidad de Montreal que con varios ejercicios en marcha describe factualmente lo que está ocurriendo con el español hablado (conversacional y familiar) en Montreal.

La evolución ha sido tal y tan reciente que la misma alcaldía incorporó una silla para la voz latinoamericana a su consejo intercultural. Los eventos culturales con motivación hispana siguen floreciendo y, a pesar del fuerte choque que ha sido la pandemia del COVID-19, los programas para subrayar la herencia hispana siguen en pie: por ejemplo la Tabla de Concertación para la Mes de la Herencia Latinoamericana y el establecimiento de una Casa de las Américas (una visión que impulsan muchas ciudades del mundo y que en Montreal llegó a puerto). Se han generado proyectos de edición para voces literarias hispanas in-situ como los libros Historias de Toronto e Historias de Montreal de la editorial Lugar Común de Ottawa confirmando una materia autogestiva de suyo suficiente y distinguible.  

Faltaría incorporar a este relato lo logrado en materia de enseñanza del español. Más allá de la vieja aspiración de establecer un Instituto Cervantes en Montreal, la UQAM y otras universidades e instituciones han visibilizado sus departamentos de español y la Semana Hispana en octubre, con diez años de existencia, marca la pauta elevando el conocimiento de múltiples aristas de lo hispano en la provincia de Quebec a un nivel de activo participante en los debates identitarios más amplios.  

Sería grave perder este ímpetu en la vida postpandemia; pero lo más importante es que el proceso en su conjunto sí otorga un lugar único a la valoración de la lengua española, con base en dos pilares: el peso específico de la capacidad productiva cultural local y el señalamiento crítico de todo aquello que significa impedimentos al desarrollo por origen hispano en la comunidad local.

México ha establecido recientemente el Instituto Digital Cesar Chávez para el Español en Norteamérica que concuerda cabalmente con todo lo expresado aquí. Lo ha hecho, entre otras razones, como parte de una reacción enérgica contra crímenes de odio e ideas discriminatorias supremacistas en Estados Unidos.

Entendemos que las cifras que expresan de la presencia hispana en Estados Unidos parecen descomunales comparativamente a Quebec: 43 millones de hispanohablantes en ese país (13% de la población) confirman que el español es la primera lengua después del inglés. Sin embargo, ese Instituto —como su nombre lo indica— no se limita a Estados Unidos y apunta constructivamente a un diálogo intercultural sin fronteras sembrado de tolerancia y respeto, que exponga constantemente lo que la voz hispana significa en cada localidad, donde desarrolla nuevas formas vivas y valorables, y en el conjunto de la lengua globalmente.

El Instituto difunde las expresiones diversas más allá de lo simplemente lingüístico, borrando fracturas, eliminando todo aroma a ghetto, inspirando coexistencia, así como interacción y construcción de afinidades por vía de la comprensión del “otro”. Adquiere así un rumbo claro y entiende que las ya muchas formas vivas del español tienen esa misión de convivir y enriquecerse.    

No podemos más que sentir una afortunada coincidencia entre el fenómeno de la paulatina, pero irrefrenable, ampliación del espacio del español en la provincia de Quebec, y la manera en que México ha decidido vincularse y fomentar el conocimiento de lo hispano en el mundo, con la proyección de la riqueza de identidades expresada por vía de este Instituto Digital César Chávez. Por todo ello, que valga esta ocasión para invitar a conocerlo: https://cesarchavez.institute


Alejandro Estivill es diplomático de carrera del Servicio Exterior de México, con el rango de Embajador. Se ha desempeñado principalmente en América del Norte, y en las áreas de cultura y asuntos consulares. Es escritor y ha publicado las novelas El hombre bajo la piel, Alfil, los tres pecados del elefante, premio AKRÓN novela negra 2019. Es promotor cultural y especialista en lingüística e intercambio cultural internacional.