Prioridades para que el Covid no dañe el programa de trabajadores agrícolas

Actuellement, plus de 27 000 Mexicains participent au Programme des travailleurs agricoles temporaires entre le Mexique et le Canada (photo : La Jornada).
Uno de cada dos trabajadores temporales en el sector agrícola de Canadá es mexicano y la producción de alimentos, particularmente de frutas y verduras, depende de esa colaboración entre países de casi cincuenta años de antigüedad. Pero uno de los mayores retos que nos impuso la pandemia fue lograr que siga funcionando el Programa de Trabajadores Temporales Agrícolas entre México y Canadá. ¿Cómo ayudaron los consulados de México a controlar este desafío?
Por Alejandro Estivill, Cónsul General de México en Montreal
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En la vida consular, durante esta pandemia del Covid-19, lo extraordinario se convirtió en lo ordinario. Si bien la forma en que Quebec y todo Canadá han contribuido a que cada paso en la protección de nuestras comunidades se implemente acuciosamente, la verdad es que todos hemos cruzado este reto aprendiendo en el camino. El SARS-CoV-2 es un virus de características especiales que igualmente ha provocado la necesidad de modificar frecuentemente estrategias y la lista de acciones innovadoras frente a este reto es larga: 

Para un consulado ha implicado no solo acciones únicas como documentación a distancia (apoyar a gente que no puede acercarse al consulado y está literalmente a miles de kilómetros), sino también establecer comunicación con autoridades migratorias y consejos de admisión de universidades para que sean sensibles a las dificultades de quienes tienen que presentar documentación imposible de conseguir durante la crisis. Además, la pandemia obligó a organizar vuelos especiales de repatriación y, más aún, asistir a menores de edad que se quedaron varados en algún internado y que no podían regresar a México.

Asimismo, motivó impulsar campañas de pruebas Covid-19 en ciertos barrios de Montreal en clara colaboración con sus alcaldes. Dio pie a una explosión de manifestaciones culturales, conferencias y eventos, difundidos por vías virtuales, para dar soporte sobre todo a problemas psicológicos. Detonó apoyos específicos ante complicaciones de salud física y mental, y a sensibilizar a médicos quebequenses para que se aceptaran recetas de quienes quedaron con sus vuelos de retorno cancelados y sus dosis de medicamentos agotadas…  

Pero todas estas acciones se perciben menores si pensamos en lo que ha significado lograr que el Programa de Trabajadores Temporales Agrícolas entre México y Canadá siga funcionando. Uno de cada dos trabajadores temporales en el sector agrícola de Canadá es mexicano y la producción de alimentos, particularmente de frutas y verduras, depende de esa colaboración entre países con casi cincuenta años de antigüedad. En 1974, 205 trabajadores abrieron este camino y actualmente más de 27,000 participan en el programa, todos ellos reclutados por el Sistema Nacional de Empleo de México que asegura, sin costo, encontrar a la gente adecuada. El 85% de esos trabajadores llegan bajo la categoría de “nominales”, lo que significa que son solicitados especialmente bajo su nombre por sus respectivos empleadores debido a que ambas partes han visto su relación como mutuamente favorable.  

Llegó la crisis de la pandemia cerrando fronteras y obligando a tomar medidas de aislamiento, pero la necesidad de trabajadores fue más eminente que nunca. La alimentación es prioritaria y la población canadiense no estaba en la posibilidad de, o no deseaba, orientarse al sector agrícola con el riesgo de pérdida de cosechas. Canadá declaró a los trabajadores agrícolas extranjeros como esenciales, pero faltaba velar por su seguridad. Con la colaboración de México, en el difícil año del 2020 se logró que más del 86% de trabajadores solicitados pudieran llegar a sus trabajos. Este 2021 se logrará cubrir la totalidad de lo solicitado.

¿Cómo ha sido posible esto? Los consulados de México solicitaron básicamente cinco elementos: 1) condiciones sanitarias que minimicen los riesgos de contagio en lugares de habitación adecuados para ello (estas condiciones mínimas quedarán como un estándar de ahora en adelante y su mejoría será lo principal a lograr a futuro); 2) garantía de asistencia médica frente a la enfermedad, algo que el Gobierno de Quebec estableció de inmediato colocándose a la vanguardia; 3) seguridad de salario justo durante los tiempos de trabajo y durante los tiempos de cuarentena, independientemente de la razón de esa cuarentena, y acceso a los mismos estímulos económicos que recibían los trabajadores locales; 4) el total involucramiento de todas las autoridades canadienses para la supervisión el cumplimiento de lo requerido para proteger a los trabajadores y 5) incorporación a los programas de vacunación porque a empleadores y trabajadores por igual conviene contar con gente más resistente a esta enfermedad para una relación laboral duradera y justa. El pasado 4 de junio, dos clínicas se establecieron en el aeropuerto para la vacunación al momento del arribo porque todos ganan con ello.

Canadá, y en especial Quebec, han respondido con la mejor voluntad para que este esquema continúe. Es decir que un fuerte desafío enfrentado por nuestros países no sólo ha dado pie a negociaciones innovadoras, sino que se convirtió en una genuina vía para, de ahora en adelante, replantear la visión y generar las mejoras que este programa de trabajo temporal requiere. Quedó claro que ante una circunstancia externa que arriesgaba la posibilidad de traer mano de obra necesaria, el primer afectado era el propio esquema de producción agrícola de Canadá.

El pensamiento base para encaminarnos a esta necesidad de mejoría se centra en comprender que la asimetría que muchos creían que era lo único que sustentaba el propio programa —mejores salarios en un país frente los de otro— debe repensarse. Otros factores están en juego: por ejemplo la asimetría en clima que ya ha dado pie a inversiones canadienses en terrenos mexicanos y sus respectivos agricultores para generar cosechas competitivas que llegarán íntegras a suelo canadiense; la asimetría en la composición demográfica por edad, vocación hacia el sector agrícola o acoplamiento con las actividades agrícolas y que hace al hombre de campo mexicano alguien que merece el mejor aprecio en estas tierras cuando entrega su trabajo; y sobre todo la asimetría misma de conectar grupos humanos diferentes, pero dispuestos a colaborar y a poner lo mejor de sí mismos hacia un proyecto conjunto.

No debemos seguir creyendo que solo es cuestión de sueldo y de ahí que la principal vocación de nuestra participación está centrada en velar porque el programa de trabajadores no se caracterice por precariedad salarial y encuentre todos los otros alicientes de realización humana y mejor vida que merecen quienes se inscriben a la dura experiencia de ir a trabajar a otro país.  


Alejandro Estivill es diplomático de carrera del Servicio Exterior de México, con el rango de Embajador. Se ha desempeñado principalmente en América del Norte, y en las áreas de cultura y asuntos consulares. Es escritor y ha publicado las novelas El hombre bajo la piel, Alfil, los tres pecados del elefante, premio AKRÓN novela negra 2019. Es promotor cultural y especialista en lingüística e intercambio cultural internacional.