La danza inmortal en memoria de los 215 niños desaparecidos

Memorial por los 215 niños desaparecidos en el internado de Kamloops (foto: Getty images).
“Conozco a varios de los sobrevivientes de ese internado”, afirma en esta crónica el escritor hispanocanadiense Ángel Mota, donde nos narra su conmovedor encuentro con una de las culturas de los pueblos nativos de British Columbia, en la zona donde s. El impactante e inspirador testimonio del reconocido danzante Ernie Phillip, uno de los sobrevivientes del genocidio cultural, marca el tono de este relato: “Éramos muchos, nos sacaron de aquí y me dijeron, junto a los otros niños: ‘desde ahora les está prohibido hablar su puta lengua, desde ahora deben hablar todos inglés’”.
Por Ángel Mota Berriozábal

A fines de mayo, el país quedó conmocionado por el descubrimiento de 215 cuerpos de niños indígenas en una fosa común en el antiguo pensionado de Kamloops. Lloré al enterarme. No sólo por los hechos, sino porque hace años viajo a esa tierra. Conozco a varios de los sobrevivientes de esos internados. Ellos han sido una inspiración en mi vida, sobre todo Ernie Phillip, el legendario y enigmático bailarín de danzas tradicionales.

Como guía de ecoturismo he llevado a través de los años a cientos de turistas italianos y españoles a la región del Okanagan. Un paraje semi desértico de la Columbia Británica. Los incendios son algo común en ciudades como Kelowna, así como los tornados. Un paisaje adusto y hermoso de color ocre, cubierto de montañas agrestes y bendecido por numerosos lagos. Esa es la tierra que he recorrido tantas veces, caminado y observado atónito, sin saber que viajaba sobre un genocidio. Ahí, cerca de Kamloops, donde vive la nación Tk’emlúps te Secwépemc, y sitio donde descubrieron los cuerpos, vive la Little Shuswap Band, que hace parte de las 17 bandas que componen la nación Secwépemc. Su ocupación en el territorio data de hace 10,000 años, con una presencia en Columbia Británica que abarca 1,800 kilómetros cuadrados. Hablan, todas, la misma lengua: el Secwepemctsin, y comparten una cultura y creencias similares. Los Shuswap, como los niños de las otras bandas, también fueron enviados, todos, a ese infame pensionado, en los años en que estuvo abierto, de 1890 a 1978.  Es en la reserva del Shuswap Lake, un suntuoso lago rodeado de montañas, donde conocí a Ernie Phillip.

El danzante Ernie Phillip, una figura connotada en la preservación de las tradiciones nativas (foto: shuswappassion.ca)

Desde la primera vez que dormí en el hotel Quaatout Lodge, en la reserva, Ernie me recibió con una sonrisa calurosa pero enigmática, esbozada entre la amabilidad, la espiritualidad y la astucia que lo observa y analiza todo. Durante muchos decenios fue el promotor cultural, el embajador de la nación Little Shuswap Band. Cada vez que yo llegaba con el grupo desde el pueblo de Banff, nos acogía y nos hacía sentir como en casa. Guiaba a mis turistas a los sitios más relevantes de la reserva, al tiempo que yo hacía la labor de intérprete traductor. Ernie les enseñaba los restos de las casas ancestrales Kekuli. Hechas de madera bajo la tierra, en forma circular, y que fueron empleadas, hasta antes de la llegada de los colonizadores, en los valles durante el invierno y al lado de los ríos donde llegan los salmones. De esta forma no tenían que desplazarse o como dijo Ernie: “Cuando llegaron los europeos nosotros ya teníamos todo a la mano, no necesitábamos nada. Los salmones llegan por miles solos y los frutos abundan”. “Tenemos el sol y el agua, los bosques y los animales de caza y sobre todo nuestra tierra, lengua y cultura ¿de qué nos sirvió todo lo demás?”. Aún con esta posición, Ernie jamás me habló mal de los “blancos” o canadienses dominantes. Se refería a ellos como “nuestros hermanos venidos de Europa, que no supieron entender quiénes éramos nosotros ni lo que es la tierra”.

Un día, sin que yo lo supiera, invitó a uno de mis clientes italianos a tomar un sauna religioso. Para los indígenas Shuswap, como para todos los indígenas de Canadá, el sauna es una ceremonia de purificación espiritual y corporal. El sauna de la Little Shuswap Band se sitúa entre abetos y piceas, frente al lago y es un hoyo bajo la tierra. Es como una cueva, al igual que sus antiguas casas. Ahí dentro deben meter piedra por piedra, y cada vez que meten una la persona debe recitar una oración en la que pide ser mejor en algún aspecto de su personalidad y pide perdón por alguna ofensa cometida contra una persona o la comunidad. Una vez que el individuo ha metido las piedras, se colocan ramas de abeto encima, se prende fuego para calentar las rocas y crear humo. Así, durante dos horas se hace la purificación. Tras recibir y sentir el intenso calor, “el paciente” sale de la cueva y se sumerge en agua del lago, que es muy fría en verano; y en invierno, congelada. Ernie me comentó que lo frío enseña al cuerpo a resistir, a cambiar de estado: “nuestros cuerpos indígenas los soportaban todo, incluso los malos tratos que tanto nos dieron durante siglos. Es una manera de educarnos, limpiarnos el alma y hacer bien al cuerpo”. Yo me enteré de la purificación del italiano que venía conmigo cuando él mismo vino a mí con lágrimas y me comentó:

“Jamás había tenido una experiencia tan hermosa. Ese hombre ni me conocía, soy un cualquiera y me dejó participar en un ritual tan importante para ellos. No lo puedo creer”. Y sí, yo mismo me sorprendí. El sauna es considerado un sitio sagrado y religioso, reservado para los Shuswap, según me dijeron otros miembros de la banda.

Al centro, Ernie Smith o “Dancing Bear” (foto: shuswappassion.ca).

Ernie siempre inspiró e inspira a mucha gente de todo el mundo. De hecho, es conocido en todo el orbe por su empeño en divulgar y dar a conocer su cultura, la misma cultura de los 215 niños de Kamploops, cuyos cuerpos nos relatan en silencio el genocidio cultural y físico que sufrieron los indígenas de Canadá. Ernie o “Dancing Bear”, como le gusta que lo llamen, fue un bailarín muy conocido de danzas tradicionales. Ha aparecido en varias revistas como la National Geographique. Es por medio de la danza que se curó, que reencontró su cultura y valores indígenas, el rencuentro con su historia.

Sobre esto, un día Ernie me invitó a su oficina, en el hotel. Me contó algo de su vida en el pensionado de Kamloops:

“Éramos muchos, nos sacaron de aquí y nos obligaron a quitarnos nuestra ropa tradicional. Me acuerdo de que me cortaron el cabello y me dijeron, junto a los otros niños: ‘desde ahora les está prohibido hablar su puta lengua, desde ahora deben hablar todos inglés’. Por eso me cuesta trabajo convencer a los chicos y ancianos de la reserva a que se expresen en nuestra lengua, tienen miedo de lo que nos pasó, de lo que nos hicieron, de que se repita todo”. “En el pensionado dormíamos todos pegados, unos con otros. Muchos estaban enfermos y tosían toda la noche sin que nadie se acercara. Y yo oía como lloraban los más pequeños. A veces me levantaba de la cama y le decía no llores, tienes que ser fuerte, pero no servía de nada. Llegaban cada vez más y más niños. Estábamos enfermos. Y cómo no íbamos a estar enfermos sino nos encerraron en un sitio mal sano, sin calefacción adecuada y nos daban de comer sólo un pan al día. Sólo en Navidad nos daban cereal con leche. Era la gran fiesta. Y a cuántos golpearon. A mí me dieron como quince latigazos por hablar Secwepemctsin. Y es que no quise olvidar mi lengua. Para mí, siempre ha sido importante el lenguaje y la cultura para salvarnos, para preservar la memoria. Así que cuando salí del pensionado, de joven, me puse a hacer danzas religiosas a escondidas. Me descubrió la policía montada y me metieron a la cárcel 30 días. Bueno, ahora ya es distinto, desde hace años podemos bailar de nuevo. Pero nos costó trabajo lograrlo”.

Ernie Smith: “En el pensionado dormíamos todos pegados, unos con otros. Muchos estaban enfermos y tosían toda la noche sin que nadie se acercara” (foto: catura de video Radio Canada).

Sobre esto, Ernie, tras salir del pensionado, se volvió alcohólico, intentó suicidarse una vez y vivía con una gran depresión, hasta que encontró a Yvonne, de ascendencia europea, su actual esposa. Ella fue quien lo sacó del alcoholismo. Incluso fue gracias a ella y al baile tradicional Secwepemc que sanó y que reencontró su cultura. Danzas que retomó poco a poco, de lo que aprendió de los ancianos. Para ello usó atuendos que sus ancestros tejieron. Yvonne confeccionó los trajes que empleó para competencias y espectáculos en todo el mundo, a lo que se debe mucho de su éxito. Sí, Ernie ha ganado muchos premios, ha danzado para un público enorme en Europa, Asia y Oceanía; y esto significó también la oportunidad de participar en televisión, cine y documentales. 

En los últimos años que fui a la reserva no logré verlo. Me decían que estaba de gira, o que estaba en su casa: “está envejeciendo”. Y la última vez que pregunté por él, en el 2019, me comentaron que tenía Alzheimer, muy avanzado, y por ello permanecía en casa. Honda tristeza.

Empero, ha dejado un gran legado, ha inculcado la cultura y lengua a su banda, ha defendido a su nación indígena. Al respecto, me relató hace algún tiempo: “Un día vinieron los federales, me dijeron que venían a discutir sobre la propiedad de estas tierras, que venían a recuperarlas, según los tratados firmados. Entonces les dije: ‘nosotros, los Shuswap, nunca firmamos tratado alguno con la corona de Inglaterra, menos con Canadá. Esta tierra es nuestra’. Y les enseñé los documentos históricos que tengo. Aquí los conservo ─se volteó para ver el archivador detrás de su escritorio─. La prueba de lo que les digo ─sonrió─. ¡Váyanse!, les dije, y se fueron muy enojados”, sonrió.

El antiguo internado para autóctonos en Kamloops, Columbia Británica. Foto: Andrew Snucins, La Presse

Pienso entonces en los 215 cuerpos de niños que hallaron en Kamloops y siento enojo y deseos de justicia. ¿Qué piensa Ernie sobre esto?, ¿qué haría él que lo vivió en carne y hueso y supo defender toda una cultura? En silencio, recuerdo lo que me comentó en una de mis visitas mientras conversábamos en el bosque: “Odiar no sirve de nada, sólo hace que te envenenes, como yo hice en el pasado. Guardar rencor sólo te acaba, porque acabas por odiarte a ti mismo. No podemos vivir así. Por eso estoy aquí, a eso he dedicado mi vida, a promover y conservar nuestra cultura, nuestra lengua y costumbres en todo el mundo. Y eso es lo que nos va a ayudar y, sobre todo, nos va a reconciliar con nosotros mismos”.

Cosa curiosa, descubrí que la organización N’we Jinan, la cual desarrolla, produce, e implementa programas artísticos y educativos con las naciones indígenas, inuit y mestizas, produjo un vídeo con niños indígenas Shuswap, en el 2017, respecto al pensionado de Kamloops, en donde precisamente por medio del canto y el baile, en este caso con rap, rinden honor a la memoria de los desaparecidos y abusados, versan sobre el orgullo de su cultura e historia. Se afirman a la vida haciendo justicia a los desaparecidos. En el siguiente video observé con mucha sorpresa a Ernie enseñándoles a los pequeños a bailar las danzas tradicionales, y por ende enseñándoles a sentir su alma, su alma indígena. Dancemos también nosotros con Ernie y la memoria de los 215 niños de Kamloops.