Una retrospectiva del artista mexicano Pedro Lasch se presenta en la metrópoli canadiense. La muestra es una mirada crítica de la realidad política y social, de sus ficciones e ironías. La retrospectiva va hasta el 7 de junio en el Instituto Cultural de México en Montreal.
Por César Salvatierra
“Durante un tiempo tuve que trabajar en diversos oficios para pagar mi renta hasta que, poco a poco, fui encontrando trabajos más relacionados con lo que quería hacer”, relató durante una entrevista el artista mexicano Pedro Lasch explicando sus inicios. Su obra arribó a Montreal como parte del festival Art Souterrain. La exhibición del mexicano se titula Política de la ficción, una expresión que bien pudo llamarse “la ficción de la política”, y que muestra su alto interés por la identidad social y la realidad política de su país, espejo de Latinoamérica, y su mirada sobre el mundo. La curaduría de la muestra, que incluye cinco obras que borran la distinción entre los hechos y la ficción, estuvo a cargo de Joaquín Barriendos.
Pedro Lasch nació y creció en México. Su padre se dedicaba a la fabricación de instrumentos musicales para niños. Aquella empresa familiar tenía el nombre de Juguemos. Ese espíritu lúdico y el alcance universal de la música, se fue combinando armónicamente con su mirada sobre los aspectos problemáticos mexicanos y sobre su enriquecedora cultura. Cuando jugamos, imaginamos; de niños la ficción nos va construyendo. Sin embargo, cuando crecemos vemos que la realidad está repleta de más cuentos, ya no tan alegres como los que nos inventamos en la niñez: la mayoría son cuentos de desgracia, de mentiras e injusticias.
Vivir fuera de su país por varios años ha ayudado en buena medida a Pedro Lasch a convertirse en un mexicano universal, cosmopolita. Pedro Lasch estudió en la universidad de Cooper Union de Nueva York y el Goldsmiths College de Londres. Es parte del colectivo 16 Beaver en Nueva York desde 1999 y profesor de la Universidad de Duke desde el 2002. Sin embargo, esos años decisivos en el extranjero no han trastocado su identidad mexicana (siempre en constante construcción). Desde afuera se piensa mucho mejor en nuestros países. El ejemplo es que en esta exposición la mesa central la ocupa una estructura de metal con piezas como de juguete que evoca al Zócalo de la Ciudad de México mientras que sobre las paredes, varios cuadros recuerdan los atentados del 11 de setiembre en Nueva York.
Políticas de la ficción nos habla también de la geografía mundial, donde las fronteras se desvanecen en el arte; y donde la inmigración es trasfondo y eje: un ciudadano de Montreal, México, New York, Chiapas no conciben ya su realidad en torno a lo que nos dijeron con un mapa cuando íbamos a la escuela. Había un mundo más allá.
— El arte claro que puede ser para contemplar, inspirarse, etc. Esa es una función, pero no sirve sólo para activar las relaciones sociales, sino también de transformarlas. Con proyectos como “Digna rabia” se pueden transformar las relaciones sociales para un motivo de justicia social o de relaciones de género, activismo local, etcétera; mientras que con otro proyecto como el del Zócalo se trata de interactuar con los sistemas del Estado ¿Quién sino hace funcionar el arte público? El público. Cada obra tiene su red social con la cual se estructura. Pero para mí, el arte es precisamente utilizar las relaciones sociales como medios artísticos, nos explica Pedro Lasch.
— Del atentado de las torres gemelas a hoy. Haces de un tema del pasado actualidad mediante la interacción con la obra…
— El arte contemporáneo sufre en general, aunque no en todos los artistas, de lo que se llama presentismo. Se queda mucho en ese punto. Y, bueno, a mí también me gusta el presente, es muy relevante pero también me gusta la historia y la historia solo es relevante cuando estamos pensando en ella. Me enfoco en cosas del pasado histórico pero sobre todo en lo que no debe ser olvidado o que no debe ser pensado de cierta manera. Por ejemplo, la historia del 11 de septiembre en los Estados Unidos, aunque tengamos ya una distancia, es ya casi una historia sentimental, de compasión por las víctimas, que es muy importante. Pero es raro tener los focos en el arte donde podamos verlo de una forma crítica.
— En la inauguración hablaste del proceso de creación de una obra “todo arte es una mentira”, de hecho cuentas cómo en uno de los cuadros (WTC Baghdad), de cómo la ficción se concretiza en una obra.
— Si lo vemos así, antes nuestros abuelos decían “si salió en la tele es que es existe, es verdad”. Lo mismo pasa en nuestra época con el Internet, sólo que el 90% de lo que se ve en Internet es mentira. La gente ve un cuadro y dice “¡ah, una invención! Pero si lo ve en Internet, es realidad. Qué tontería. Por ejemplo, ¿cómo trabaja el aparato político de Trump e incluso desde Bush con la invasión a Irak?, porque fabricaron realidades simplemente invadiendo el espacio público de discusión con mentiras. Entonces, cuando estaba yo empezando el cuadro de WTC Baghdad estaban distribuyendo la mentira de que Sadam Husein dirigió el ataque contra las Torres Gemelas, totalmente falso. Pero lo repitieron una y otra vez hasta que obtuvieron la aprobación del público para invadir Irak.
César Salvatierra es bachiller en Estudios hispánicos en la Universidad de Montreal. Especialista en la promoción de la cultura hispanoamericana en Quebec. Es redactor y relacionista público de Hispanophone. Lea más artículos del autor.