La Orquesta Clásica de Montreal (OCM) se ha propuesto difundir la música en nuevas audiencias, entre los inmigrantes de todos los barrios y orígenes. Su próxima temporada comenzará en setiembre.
Por César Salvatierra / fotos: Paule Anne
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La hispana-canadiense Elena Valdivia se alista para encontrarse con Mozart. Ella llegó hace 30 años a Canadá. Nació en la sierra del Perú, en Cajamarca, una región andina con música festiva de cuerdas y tambores. Un hilo melódico une los ritmos de su niñez con el concierto a dos pianos que esta noche ofrecerá la Orquesta Clásica de Montreal (OCM). A ese vínculo sin fronteras le llaman pasión musical.
Al majestuoso Bourgie Hall, antigua iglesia patrimonio nacional, Elena Valdivia ha venido para el concierto con sus jóvenes hijas Mery y Nadia. Esta última es polaca. Elena le llama hija porque la conoce desde casi la cuna y la ha seguido a todos sus conciertos: Nadia es violinista profesional pero esta vez ha venido como espectadora. Quedan pocos minutos para el inicio. Las luces pronto se apagarán.
La Orquesta Clásica de Montreal (OCM) es el nuevo nombre de la prestigiosa Orquesta de Cámara McGill, una de las más antiguas de Canadá (fundada en 1939). Se trata de uno de los conjuntos más dinámicos del país, que cuenta con los mejores músicos profesionales de la ciudad y se presenta durante todo el año en los escenarios más prestigiosos de Montreal, incluidos los de la Maison Symphonique, la Bourgie Hall, la Salle Oscar Peterson y el Oratorio Saint Joseph. Este concierto es el último de la temporada para tributar al gran dios del Olimpo: Mozart con su concierto para dos pianos N° 10 y su sinfonía N° 29; además se programó una sonata de Rossini y una pieza del montrealés Jean Vallerand.
Los dos pianistas estrellas de este concierto son tan jóvenes que no parecen maestros, sino todavía alumnos. Y sus raíces son inmigrantes. El pianista Zhan Hong Xiao, de 20 años, nació en China y emigró a Canadá con sus padres a los 2 años. A los 9 se inició en clases de coro y piano, y no pasó mucho para que su talento y perseverancia fueran reconocidos con diversos premios. Por su parte, Emily Oulousian nació en Montreal en 1999. Su madre es china y su padre armenio, extraño cruce del amor en esta gran tierra multicultural que es Canadá. Emily recibió tempranamente clases de piano. Siempre fue una alumna estudiosa graduada con honores. Desde pequeña hasta hoy va a su escuela china de los sábados para hablar, leer y escribir en mandarín. A los 16 años ganó el primer Premio del Concurso de Música Clásica de Montreal.
La multiculturalidad ya es parte de la naturaleza de la Orquesta Clásica de Montreal (OCM) que está promoviendo el interés por este arte musical entre los inmigrantes de todos los rincones de la metrópoli. La nueva temporada comenzará en setiembre próximo.
Esta tarde de concierto, en los apuros de la boletería, un joven espera en la cola su debut como espectador. Observa al resto de gente desde el contrapicado de su metro noventa. Pasa a la sala con entusiasmo mirando para todos lados, contrae su extensión en la butaca y piensa que nunca es tarde para comenzar algo nuevo:
— ¡Es la primera vez que vengo a un concierto de música clásica en Montreal! — nos confiesa sin la pena de quien no sabe casi nada, con la curiosidad de quien quiere saberlo todo. A su lado, su novia, una fotógrafa francesa, esbelta y guapa llamada Paule, dispara con la cámara todo lo que su ojo sensible le ordena (son las fotos que acompañan a este artículo).
Sala repleta. Todo listo. En el Bourgie Hall anochece. Silencio absoluto, Mozart se expresa.
César Salvatierra es bachiller en Estudios hispánicos en la Universidad de Montreal. Especialista en la promoción de la cultura hispanoamericana en Quebec. Es redactor y relacionista público de Hispanophone. Lea más artículos del autor.