En un puñado de poemas, el escritor Humberto Medina, venezolano radicado en Canadá, da cuenta de lo irreemplazable, de nuestra finitud, de lo que perdimos en el camino. También de lo inconmensurable. Contemplación en palabras que se van como arena al viento. Estos poemas forman parte de un próximo poemario del autor intitulado Fractura de viaje.
Te has ido y has dejado las manos
en la despedida
echando raíces.
Has volado en el silencio
para caer indescifrable
en el ruido de muchos ojos.
Se han abierto las bocas del asfalto
para agonizar los abrazos
en los restos de su última calidez.
Ahora te pierdes con facilidad
como si las esquinas quebraran también
el destino ansioso de lumbre.
No es momento de pensar en alas
de pluma y cera
ni en el sol que las calienta
………….(no solo por el invierno
………….sino por la tierra
………….que no amortiguará la caída).
Es hora más bien
de descifrar la argamasa
que fija a los cuerpos
sus historias.
***
La línea metálica del horizonte
se resiste al barco que la persigue
en eterno deseo–
encalla en la fantasía neblinosa
que no se condensa en cuerpo.
Y del mar queda la sal sobre el casco
como nieve hambrienta
consumidora de sueños–
y del sol granos dispersos sobre las olas.
Un amanecer de tierra engaña al marino,
el mar siempre más grande
en el reflejo anegado de sus ojos.
***
MÉDULA
No sabía que mis huesos
serían tierra de arado,
los habría fatigado menos,
no con tantas peleas perdidas
ni esperanzas quebradas.
Habría vivido en silencio,
juntando nervios de tierra devastada
para regar con dolor el miedo a la revuelta.
Habría sido un tirano de mí mismo
para obligarme a remontar
los discursos que vestí,
en aquellos años en los que mi voz
parecía clara.
Me habría rendido disciplinadamente
como los triunfadores anónimos
que sueñan con la resurrección
sin desear la muerte.
Algún día habitaré los surcos de la tierra arada,
libre en sus edificios vacíos–
contando la historia con ladrillos y ruinas,
empolvando los ojos que sueñan.
De los surcos crecerán plantas
y de sus frutas
brotará una letra,
minúscula y sin pretensiones–
…………..medular,
…………………….aún así.
***
¿Y si mis ojos no me muestran más el mundo
en qué debo confiar?
¿en los rumores de una brisa que se esconde
en el agua?
¿o en las voces eléctricas que amansan el pasado
para hacer acordes de difuntos
en los temblores de la tierra?
Si mis ojos no me muestran el mundo
será tu piel mi guía,
un eco en el túnel avisando la llegada
de los erizamientos.
***
Acaricio las ruinas que hay en lo nuevo,
mis manos son como el tiempo que desviste
las piedras–
y con el roce distinguen los bordes gastados
que mis ojos no perciben, acostumbrados
como están a las oscuras palabras transparentes de la ilusión.
Todo nuevo, invencible,
como el aire afilado que hiere la letra mayúscula
de la historia.
Todo nuevo, como sembrado en el ansia
de una ciudad que se repite edificios de silencio.
Afuera todos quieren entrar a la Caracas
que no envejecía, la que empezaba a caminar
nacientes señales de sufragio–
esperanzas y nombres persiguiendo a sus cuerpos.
Afuera la gente caminaba.
Pero mis manos tocan el granito recién pulido
y sienten en las piedras que se desprenden
el signo de cristales opacos, la astilla en el brillo,
el lento suicidio.
Todo nuevo, invencible aunque desde siempre derrotado.
Todo oculto en la lisura del aliento de nieve–
el frío de un recurrente sacrificio.
Al final, el origen es la muerte.
***
La curva de la cola del gato
precisa y ondulante, señala el lugar
justo de tu mirada
al otro lado del cristal empañado por el frío
(señales en la geometría y el movimiento).
Allí están escritas la letras de un alfabeto
animal–
………….indescifrable
pero sugerente de plenitud
que se adivina en tantos
ojos cuya serenidad
……………………………….ciega
…………..sella todas la bocas
……………………..de labios temblorosos.
Humberto Medina es sociólogo e investigador literario. Fue profesor de literatura en la Universidad Simón Bolívar en Venezuela. Es candidato al Doctorado en Literatura de la Universidad de Montreal, escritor y editor de Hispanophone.