Los caminos de la poesía se encuentran en Lapalabrava

Poeta y profesor Hugh Hazelton en pleno encuentro poético en Lapalabrava (foto: Akim).

Una nueva edición de este recital de poesía y música tendrá lugar el lunes 15 de octubre a las 7:00 p. m .en La Petite Marche. Sus organizadores conversaron con Hispanophone para hacer un balance de estos diez años del evento poético.

Por Humberto Medina

Era el 14 de marzo de 2017 y caía sobre Montreal una de las peores tormentas invernales en lo que va de siglo XXI. Justo para ese día se había anunciado uno de los recitales de poesía que desde hace 10 años organizan Flavia García y Hugh Hazelton, Lapalabrava. Por entonces todavía se hacían en el café L’insouciant, en la calle Saint-Denis. Los centímetros de nieve se acumulaban pero no dudé por un momento en salir de mi casa para llegar al café. Me preguntaba si llegaría a tiempo o, incluso, si valdría la pena moverme en condiciones tan adversas para llegar a un recital. “Quizás se suspenda” pensé. Sin embargo, había algo que me impulsaba a seguir, algo que no me abandonaba: escuchar algunos versos en español, en mi idioma.

Cuando llegué al café me encontré con Flavia y con Hugh, con los poetas que iban a leer esa noche y con otros asistentes que, como yo, tuvieron que atravesar una inclemente cortina de nieve. El espacio que ocupaban los clientes que no iban necesariamente a escuchar poesía estaba vacío. Quienes estábamos allí, habíamos acudido para escuchar la poesía que se recitaría en Lapalabrava.

Aún antes de empezar había un ambiente de amistad, de encuentro, de camaradería. Los asiduos al recital se conocían, conversaban. Sentí una verdadera conexión con lo que se respiraba allí. Sabía que escucharía poesía en español, francés e inglés, que escucharía música, que me tomaría un café y comería algo, que estaría en compañía de gente que aprecia la poesía. Me sentí, de repente, como en casa.

Algún tiempo después, en el verano de 2018, me reúno con Flavia y con Hugh en otro café en Saint-Denis, La Petit Marche, donde se hace ahora el recital. Quiero conversar con ellos porque me interesa conocer un poco más sobre estos inusuales recitales de poesía.

La palabra comienza a andar

Lapalabrava comenzó en octubre de 2008 de la mano de Flavia García y Sofia Bitrán en el desaparecido Café Volver de la calle Parc. Allí, junto a Hugh Hazelton y el poeta Pilo Pizarro, Sofía y Flavia empezaron a organizar unos recitales que, desde su concepción, debían incluir poesía en español, francés e inglés. Hugh Hazelton me comenta que los recitales de poesía en español tienen una raíz profunda en Montreal. “Había una cierta tradición”, dice, “ya en los sesenta había algunos eventos de poesía en español”. De hecho, Flavia y Hugh se conocieron en unos recitales que se llamaban Noches de poesía y que se hacían por los mismos años en que comenzó Lapalabrava.

Pilo Pizarro fue el organizador solo en el primer evento, luego fue invitado como poeta. Sofía Bitrán estuvo involucrada, a través del Café Volver, los primeros dos años. Flavia y Hugh han sido, desde los inicios, el alma de Lapalabrava. Flavia me pasea por algunos de los lugares por los que han pasado: primero en el Café Volver, dos o tres años hasta que cerró el local, después a La Petite Marche, luego tres ediciones en el Café L’insouciant, entre 2015 y 2017, cuando volvieron a La Petite Marche.

La dinámica en este local, que es más un bistró que un café, les permite estar hasta bien tarde. Hay una pequeña tarima, tienen un sistema de sonido, luces, todo lo necesario para que la noche se convierta en un espectáculo de música y poesía. Además, los asistentes pueden pedir una cerveza o vino, si quieren, y durante las pausas pueden conversar libremente y sentir mucho más el ambiente de celebración.

De hecho, esta dinámica distendida de Lapalabrava es uno de sus sellos característicos. No tiene la formalidad de un acto teatral, como Hugh recalca: “A veces vas a recitales donde el público está sentado como el espectador de una obra, no hay encuentro”. Flavia precisa que la posibilidad de que la gente pueda mezclarse y conversar durante las pausas del recital es vital para ellos: “la mezcla es importante para la creatividad”, dice. Lapalabrava no ha cambiado de formato desde el inicio; al parecer ha encontrado la dinámica perfecta.

Poetas Flavia García y Hugh Hazelton (foto: Akim).

Un carrefour de poesía

Lapalabrava ha tenido siempre la misma estructura: una tanda de lectura de poesía, luego la presentación del músico invitado, de entre 15 y 20 minutos, una pausa para conversar enseguida de la segunda tanda de lectura de poesía y, para el cierre, una sección de micrófono abierto para que los asistentes aprovechen la oportunidad de leer sus propios poemas.

Les pregunto por la importancia de la música. “No es un break”, aclaran, “es parte del evento”. Flavia es la principal encargada de conseguir a los músicos, como cantante y cultora del tango que conoce bien el medio artístico musical. “Tratamos de variar siempre”, dice Flavia, “diferentes instrumentos, diferentes estilos, traemos cantautores, músicos que componen sus propias canciones, por ejemplo. Por aquí pasó Mamselle Ruiz antes de ser famosa”.

Quiero saber un poco más sobre el proceso de selección y les pregunto cómo hacen para escoger a los poetas. Flavia con orgullo me dice que en diez años son muy pocos los nombres que han repetido, al menos no los quebequenses. Ella tiene ya treinta años en Montreal y conoce muy bien el círculo de poesía local y es ella la que se encarga principalmente de los poetas francófonos y de los músicos invitados.

Hugh, por su parte, se encarga de los poetas anglófonos e hispanos. Aunque tal división de tareas no es rígida, por supuesto, ambos se comportan casi como unos caza talentos, están siempre alerta de las nuevas voces. “Estamos en contacto con escritores en eventos literarios, bautizos de libros, nuevas ediciones de poesía que nos llegan, allí los vamos conociendo y los invitamos, dice Flavia. “Le damos importancia también a los habitués, si vienen y leen varias veces en el micrófono abierto le damos oportunidad luego como poeta invitado”. Hugh añade que el micrófono abierto es muy importante para Lapalabrava, “eso atrae gente, muchos vienen con la intención de leer sus propios poemas al final”.

Así es Lapalabrava, un espacio abierto en el que se hace visible la poesía, se hace presente no en el papel sino en un espacio abierto a lo diferente, un espacio sonoro, con la calidez de la voz que navega en el lenguaje. “Queremos que sea un espacio diverso”, dice Flavia, “le damos cabida a la poesía convencional pero también a la más underground, incluso de protesta. Hemos tenido performances, gente que recita sus textos de memoria… ha habido de todo. Nuestro evento es como un carrefour, un cruce de vías donde la gente se encuentra”.

“Una vez”, cuenta Hugh, “frente al café donde estábamos hubo una protesta de policías, llegaron como 3.000 policías y gritaban consignas allí en la calle. Los poetas salieron y estuvieron un rato, pasamos allí como 45 minutos hasta que pudimos empezar”. La anécdota se me hace simbólica de lo que significa la palabra que viaja. La protesta en la calle de alguna manera se mezcla con el evento y las voces se cruzan. En Lapalabrava las voces se dejan oír,  por ello ha sido un lugar especial para la poesía de inmigrantes que quieren hacerse escuchar.

Voces inmigrantes en Lapalabrava

Flavia es también profesora de francés y especialista en enseñanza de este idioma, lo que la hace estar muy cerca de nuevos inmigrantes. “Los inmigrantes son importantes para nosotros”, dice Hugh, “hemos acogido escritores recién llegados de otros países que ven en Lapalabrava un espacio para la poesía en su idioma”.

Imagino que un escritor que ha tenido que emigrar, sobre todo hacia un país en el se habla otra lengua, puede sentir que ha perdido un espacio en el que podría hacerse visible. Es como estar en medio de un mar desconocido. Puedo imaginar también que llegar a Lapalabrava es como abrazarse a una tabla que lo puede llevar a tierra. Allí puede encontrarse de nuevo con un medio literario en el que los idiomas se entretejen y se enriquecen con el contacto mutuo. De hecho, Hugh me comenta que uno de los planes que tienen para el futuro es hacer una sesión solo de traducciones. Ellos saben que los viajes de la palabra deben también cruzar las fronteras idiomáticas.

Les pregunto si quizás han pensado editar un libro que recopile algunos de los poemas que se han recitado allí, Flavia dice tajantemente que no. “No solo puede ser un problema con los derechos de autor porque mucho de lo que se lee es obra ya publicada, sino porque nuestra especialidad es la palabra hablada y transmitida oralmente”. Como los viejos trovadores, pienso.

En El arco y la lira, Octavio Paz dice que “el poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre. Poema es un organismo verbal que contiene, suscita o emite poesía”. La palabra de la poesía se emite, se desprende del poeta que la lee en voz alta y empieza a viajar. Va. Recorre espacios.

Regreso en mi memoria a aquella sesión de marzo de 2017. Al salir del café la tempestad había pasado. Me abrigué bien y tomé el camino de regreso. Me gusta pensar que los caminos que recorremos son espacios poblados de palabras. Palabras que escuchamos, decimos, leemos, palabras que recordamos y nos traen recuerdos. “La marche de la poésie est lente”, me había dicho Flavia, alargando las vocales, ya para cerrar nuestra conversación. La marcha de la poesía es lenta. Pero su palabra va con seguridad. Con ellas, toda ida es un regreso aunque no nos demos la vuelta. La palabra no solo va sino que en ella vamos todos.


Humberto Medina es sociólogo e investigador literario. Fue profesor de literatura en la Universidad Simón Bolívar en Venezuela. Es candidato al Doctorado en Literatura de la Universidad de Montreal, escritor y editor de Hispanophone.

Tags from the story
, ,

Comentarios