EL INCA GARCILASO DE LA VEGA, HIJO DE ISABEL CHIMPU OCLLO Y SU MUNDO

Inca Garcilaso de La Vega (fuente: NoticiasEnCusco.com).

A 400 años de la muerte del Inca Garcilaso de la Vega, presentamos un ensayo sobre la herencia inca y española del “primer peruano”.

Por Sonia Luz Carrillo Mauriz

Desde su esmerada y autodidacta educación europea el Inca Garcilaso de la Vega rememora y presenta la función de Isabel Chimpu Ocllo y el entorno familiar materno en la formación de su visión de mundo. Estos son los principales aspectos que abordé en esta ponencia  expuesta  en el Congreso  Internacional Las palabras de Garcilaso, realizado en Lima en abril de 2009,  celebrando  los cuatrocientos años de la publicación de los Comentarios Reales.

Son innumerables las miradas que la obra del primer peruano en el decir de Mariátegui, aurora del espíritu americano en palabras del poeta Manuel Bandeira, ha suscitado a lo largo de los siglos y conciente de la envergadura de su abordaje lo que proponen las líneas que siguen es un acercamiento a algunos textos del Inca Garcilaso  de la Vega teniendo en consideración el peso de los acontecimientos y el registro del actor que los ha vivido.

Cada época establece el sentido de las preguntas  que produce el encuentro con un texto y  las  interrogantes  que animan esta  exposición giran en torno a quién habla en el texto,  desde dónde y, especialmente,  qué nos sigue diciendo a cuatro siglos de distancia, cuando persiste o se reformula la inquietud por lo que somos.

En primer lugar, los textos nos indican que habla un mestizo. El hijo  del capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega llegado al Perú con Francisco Pizarro y que en 1538 se establece en el Cuzco. Y también, de muy señalada manera, en los textos habla el hijo de  Isabel Chimpu Ocllo, descendiente directa del Inca Túpac Yupanqui. En los textos habla alguien que nació en una realidad marcada por la guerra y el conflictivo, el 12 de abril de 1539, como fruto de una “relación de conquista”

“En el Cuzco nació una relación de conquista –difícilmente de amor- con una noble india, Chimpu Ocllo, sobrina de Huayna Capac y prima de Huáscar, de Atahualpa y del rebelde Manco Inca. Ella no hablaba castellano y, que sepamos, él no hablaba el runasimi. De esta unión nació un varón … a quien se le bautizó con el nombre de Gómez Suárez de Figueroa.” (Carrillo, Francisco 1996: 9)

Una relación que, años después, el Inca teñirá de orgullo al referir  las características de su filiación cuando en la Relación de Garcí Pérez de Vargas, precisa  respecto al padre:

El hijo tercero de Alonso de Hinestrosa de Vargas y de doña Blanca de Sotomayor fué Garcilaso de la Vega, mi señor y padre. El cual empleó treinta años de su vida, hasta que se le acabó, en ayudar a conquistar y poblar el Nuevo Mundo, principalmente los grandes reinos y provincias del Perú. Donde con la palabra y el ejemplo enseñó y doctrinó a aquellos gentiles nuestra santa Fe católica; y aumentó y magnificó la Corona de España tan larga, y rica y poderosamente, que por solo aquel Imperio que entre otros posee, la teme hoy todo lo restante del mundo.”

Acerca de la madre se encarga de señalar:

Húbome en una india llamada doña Isabel Chimpu Ocllo. Son dos nombres propios el cristiano y el gentil porque las indias e indios en común, principalmente los de la sangre real, han hecho costumbre de tomar por sobrenombre después del bautismo el nombre propio o apelativo que antes de él tenían. Y estáles muy bien por la representación y memoria de los nombres y sobre nombres reales que en sus majestades antiguas solían tener. Los cuales renombres no podía ponérselos nadie sino los de la sangre real, hombre e mujer, descendiente por línea de varón: y así se los ponen todos los que de ellos han quedado. Doña Isabel Palla Chimpu Ocllo fué hija de Huallpa Túpac Inca, hijo legítimo de Túpac Inca Yupanqui y de la Coya Mama Ocllo, su legítima mujer, y hermana de Huayna Inca, último Rey natural que fue en aquel Imperio llamado Perú.” (Inca GarcilasoRelación de la descendencia de Garci Pérez de Vargas. B.A.E 1965: 12)

La posición del padre en el Cuzco -llegó a ser  corregidor en 1554 – permite al niño Suárez de Figueroa una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro en la Escuela de Mestizos donde aprende latín y religión cristiana. Un elemento formativo temprano que lo pone en contacto en la mesa paterna con “numerosos comensales españoles que proceden de varios lugares de América y relatan sus experiencias de Conquista”. (Rovira y  Mataix)

La disposición al estudio de parte de los jóvenes españoles y  mestizos son puestas en relieve por el Inca al reproducir las palabras  del  licenciado Cuellar, maestro de “Gramática y demás ciencias”: “Oh, hijos, qué lástima tengo de no ver a una docena de vosotros en aquella universidad de Salamanca”. (Garcilaso, 2do. Prólogo Historia general del Perú. 1996:202). Para Francisco Carrillo, efectivamente, la educación de estos jóvenes – abarcaba un amplio abanico de saberes y destrezas que – “los preparaba para altas posiciones en la sociedad en formación” y por eso estima que: “Estos mestizos nobles e instruidos podrían haber sido los dueños del Perú. Así lo pensaron varios de ellos” (Carrillo,  1996:15)

Guarda las cosas en el corazón

Para Carrillo el mundo de  la madre será determinante para constituirse en paradigmático “primer peruano”. La cercanía que el mundo de Chimpu Ocllo le permite, con su reciente pasado y agobiado presente (“enajenado su imperio”) obrará poderosamente en la definición de rasgos particulares de quien sería un autor de alcance universal. Las experiencias y conocimientos que adquiere en la península de forma autodidacta serán luego pasados por el tamiz de lo adquirido en el trato íntimo con el mundo de la madre.

Así, de los texto emerge la voz del heredero de una sociedad con alto grado de organización, con conciencia de continuidad histórica (no exenta de conflicto) y realizaciones culturales y materiales presentes en la memoria y actuantes en la vida cotidiana.  Señalada superioridad que otorga al gestor del texto la condición de intérprete privilegiado. En los  Comentarios Reales, leemos:

“Después de haber dado muchas trazas y tomado muchos caminos para entrar a dar cuenta del origen y principio de los Incas Reyes naturales que fueron del Perú, me pareció que la mejor traza y el camino más fácil y llano era contar lo que en mis niñeces oí muchas veces a mi madre y a sus hermanos y tíos y a otros sus mayores acerca de este origen y principio, porque todo lo que por otras vías se dice de él viene a reducirse en lo mismo que nosotros diremos, y será mejor que se sepa por las propias palabras que los Incas lo cuentan que no por las de otros autores extraños. Es así que, residiendo mi madre en el Cuzco, su patria, venían a visitarla casi cada semana los pocos parientes y parientas que de las crueldades y tiranías de Atahualpa (como en su vida contaremos) escaparon, en las cuales visitas siempre sus más ordinarias pláticas eran tratar del origen de sus Reyes, de la majestad de ellos, de la grandeza de su Imperio, de sus conquistas y hazañas, del gobierno que en paz y en guerra tenían, de las leyes que tan en provecho y favor de sus vasallos ordenaban. En suma, no dejaban cosa de las prósperas que entre ellos hubiese acaecido que no la trajesen a cuenta.”

La minuciosidad y eficacia del relato de las circunstancias en las que se producían las conversaciones dan cuenta de una voz narrativa típica del emigrado que fija en la memoria  un estado de cosas que quienes permanecen en el lugar suelen olvidar a tenor de la dinámica de la vida cotidiana.

“De las grandezas y prosperidades pasadas venían a las cosas presentes, lloraban sus Reyes muertos, enajenado su Imperio y acabada su república, etc. Estas y otras semejantes pláticas tenían los Incas Pallas en sus visitas, y con la memoria del bien perdido siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto, diciendo: »Trocósenos el reinar en vasallaje… « etc. En estas pláticas yo, como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban, y me holgaba de las oír, como huelgan los tales de oír fábulas.”

El narrador maduro recuerda al adolescente que ha tenido ya contacto con los hechos históricos y las realizaciones intelectuales registradas por la palabra escrita y por ello está en condiciones de hacer preguntas que emergen de la comparación.

“Siendo ya yo de diez y seis o diez y siete años, acaeció que, estando mis parientes un día en esta su conversación hablando de sus Reyes y antiguallas, al más anciano de ellos, que era el que daba cuenta de ellas, le dije:

– Inca, tío, pues no hay escritura entre vosotros, que es lo que guarda la memoria de las cosas pasadas, ¿qué noticia tenéis del origen y principio de nuestros Reyes? Porque allá los españoles y las otras naciones, sus comarcanas, como tienen historias divinas y humanas, saben por ellas cuándo empezaron a reinar sus Reyes y los ajenos y al trocarse unos imperios en otros, hasta saber cuántos mil años ha que Dios crió el cielo y la tierra, que todo esto y mucho más saben por sus libros. Empero vosotros, que carecéis de ellos, ¿qué memoria tenéis de vuestras antiguallas?, ¿quién fue el primero de nuestros Incas?, ¿cómo se llamó?, ¿qué origen tuvo su linaje?,… El Inca, como holgándose de haber oído las preguntas, por el gusto que recibía de dar cuenta de ellas, se volvió a mí (que ya otras muchas veces le había oído, mas ninguna con la atención que entonces) y me dijo:

-Sobrino, yo te las diré de muy buena gana; a ti te conviene oírlas y guardarlas en el corazón (es frase de ellos por decir en la memoria).” (Comentarios Reales. I Cáp. XV)

Y entre las cosas que el Inca guardará en su corazón está el sonido de la lengua materna, las características fonéticas del runasimi, específicamente en la forma cuzqueña (“de quien es mi intención hablar y no de las particulares de cada provincia que son innumerables”). En la Advertencia “Acerca de la lengua general de los indios del Perú”, precisa:

“Para que se entienda mejor lo que con el favor divino hubiéramos  de escribir esta historia, porque en ella hemos de decir muchos nombres de la lengua general… será bien dar algunas advertencias acerca de ella. La primera sea, que tiene tres maneras diversas de pronunciar algunas sílabas, muy diferente de cómo las pronuncia la lengua española, en las cuales pronunciaciones consisten las diferentes significaciones de un mismo vocablo: que unas sílabas se pronuncian en los labios, otras en el paladar, otras en lo interior de la garganta, como adelante daremos ejemplo donde se ofrecieren…”

Proceder del mundo que narra le permite ser exigente “intérprete de muchos vocablos indios” que los españoles “como extranjeros en aquella lengua interpretaron fuera de la propiedad de ella”. (Proemio). Se halla pues, en un lugar de privilegio, y no queda duda del orgullo con el que escribe:

“Para atajar esta corrupción me sea lícito, pues soy indio, que en esta Historia yo escriba como indio, con las mismas letras que aquellas tales dicciones se deben escribir; y no se les haga de mal a los que las leyeron ver la novedad presente en contra del mal uso introducido, que antes debe dar gusto leer aquellos nombres en su propiedad y pureza.” Advertencia acerca de la lengua general de los indios del Perú.”  (Comentarios Reales. Madrid, Cátedra, 1996 p. 140)

Ser partícipe de una cultura conlleva el conocimiento y ejercicio de gestos y ademanes. Un aspecto interesante de la relación con el mundo de su madre se registra en la segunda parte de los Comentarios al narrar un encuentro con Sayri Túpac, inca de Vilcabamba, hijo de Manco Inca II. Sayri Túpac llega al Cuzco al aceptar las propuestas del virrey Hurtado de Mendoza y se aloja en la casa de su tía Doña Beatriz donde acuden “todos los de su sangre real, hombres y mujeres, a besarle las manos y darle la bienvenida a su imperial ciudad”. Garcilaso, primo del Inca, recuerda  “Yo fui en nombre de mi madre a pedirle licencia para que personalmente fuera a besársela”. Garcilaso, joven de veinte años, representa a su madre en esta visita protocolar. El relato da cuenta de la consideración que el Inca Sayri Túpac profesa a su tía Isabel Chimpu Ocllo al punto de ofrecerle una visita personal. También de la simpatía que el conocimiento de las normas de cortesía inca suscita:

“Después me dio licencia para que me fuese, mandándome que le visitase muchas veces. A la despedida le hice adoración a la usanza de los indios, sus parientes, de que él gustó muy mucho y me dio un abrazo con mucho regocijo que mostró en su rostro.”

La relación con el padre aparece en el texto marcada de admiración. Se sabe que vivió en la casa paterna, que en su adolescencia se convirtió en su secretario y que incluso luego del matrimonio de este, en 1549 con la española Martel, continúa viviendo a su lado. Sin embargo, el impacto que este matrimonio entraña se expresa en omisiones y ha dado lugar a múltiples interpretaciones: “comprendemos el golpe psíquico que significó para el él el matrimonio del padre a quien, por lo demás, siempre alabó y quiso. Los psiquiatras son muy agudos al analizar esta etapa de la vida del Inca.” (Carrillo 1996:16)

En torno al carácter de las uniones de españoles con mujeres nativas, Hugo Neira advierte que “pese a que hubo casos de matrimonios hispano-incas, estos fueron los menos. Predomina en “la familia” del conquistador, la barraganería señorial, el concubinaje. El mestizo fue un fenómeno social a gran escala.” Y cita a Rosemblat, quien estima  “hacia 1570, en el Perú (había) unos 100,000 mestizos, ante 38 mil blancos y 2 millones de indios.”

Los mestizos coloniales fueron muy pronto vistos como un peligro por los españoles mientras “por el lado indígena, como lo revela Guamán Poma, el mestizo es depreciado.” (Neira 1996: 76) Sin embargo, no parece haber sido el caso de nuestro autor tal vez por el hecho de ser fruto de la unión de un español con notoriedad y una princesa inca. En todo caso, a la muerte del padre es la pequeña herencia que recibe la que le permite emprender el viaje a la península.

La construcción del nombre propio y mestizo en España

Heredero del arrojo que sin duda acompañó a los conquistadores, a la muerte del padre en el Cuzco, en 1559, y con la madre casada con un modesto español, el Inca decide viajar a España. Para Francisco Carrillo, este viaje era “sin duda, su mejor opción para sobrevivir o para salir adelante”.  El 20 de enero de 1560 el Inca sale del Cuzco y luego de un recorrido por distintas localidades, el 4 de marzo se embarca en el Callao. Deja el Perú al que nunca volvería. Sin embargo, llevaba a la patria y su condición de  mestizo marcados a fuego.

“Salir adelante” en España entraña una serie de profundos cambios que incluye la forma de llamarse. Bautizado como Gómez Suárez de Figueroa, una vez en la península y por consejo de su tío y protector Alonso de Vargas y Figueroa, que lo acoge en Montilla, opta por el primer cambio: “Primera transformación apreciable y muestra del espíritu de adaptación al quedarse a vivir en Montilla” (Porras Barrenechea 1955: XV) y en 1563 firma Gómez Suárez de la Vega, una semana después aparece como Garcilaso de la Vega. (Carrillo, p.24). En 1570, año en el que pelea contra los moros de Alpujarras, añadirá a su nombre la palabra Capitán. En 1590, al publicar Diálogos de amor, libro con el que ganaría extendida consideración intelectual, se identifica como indio – a propósito, Vargas Llosa advierte que a veces se llama indio y otras, mestizo, “como si no hubiera en ellos (los términos)  una incompatibilidad manifiesta”).

Francisco Carrillo ilustra acerca de los pasos hacia la identidad que armoniza los dos mundos: “En 1596, en un manuscrito con enmiendas de su propia mano, se llama “indio antártico” y firma Inga Garcilaso de la Vega y en 1600 en un documento oficial de Montilla se firma Garcilaso Inca de la Vega. En 1605 da como título a su libro La Florida del Inca. En la edición príncipe de los Comentarios Reales, 1609, incluye su propio escudo de armas con símbolos indios y españoles y con una clásica expresión ‘Con la espada y con la pluma’. Todo esto indica cierta inestabilidad, dudas, búsqueda de identificación, deseos de ascender en la sociedad española.” (Carrillo 1996:24)

En el nombre mestizo Edgar Montiel encuentra una actitud ética y política “Garcilaso asume el nombre de Inca Garcilaso de la Vega recuperando así un título de tradición materna y un nombre de lustre literario perteneciente a su ancestro paterno” (Montiel 2005: 10)

Un inmigrante en Montilla

Raúl Porras Barrenechea explica la situación del joven cuzqueño al asentarse en Montilla y las circunstancias que favorecerán su formación intelectual y posterior dedicación a la escritura: “Cuando Garcilaso llega a Montilla, huérfano, mestizo o indiano, tímido y con aire de adolescente/…/ “ingresa a ese pequeño mundo provincial en una situación dudosa e indefinida por su nacimiento y por su casta…porque es un mestizo nacido en Indias e hijo de un español y una india”.(Porras 1955: XIX – XXI). Sin embargo, es acogido generosamente por el tío quien no solo lo protege mientras vive sino al dotarlo de una herencia suficiente le otorga a futuro la tranquilidad económica necesaria para su posterior elevación intelectual.   A la generosidad de su mentor le debemos, en el decir de Porras, su imperecedera obra “Sin Alonso de Vargas los Comentarios Reales se hubieran quedado en proyecto y Garcilaso – que tendía más a las tareas de paz que a las de la guerra- hubiera tenido, para subsistir, que tonsurarse y ser capellán de algún hospital.” (Porras 1955: XXIII)

Aquí habría que mencionar la posibilidad que la vida en España le permitió de instaurar una tradición de perspectiva universalista en la literatura y la creación peruana y que cuenta con grandes herederos: “…la actitud de mundializar los trabajos sobre asuntos aparentemente distantes de los acontecimientos peruanos tal es el caso del Inca Garcilaso (traducción de Diálogos de amor de León Hebreo) , de Espinosa Medrano (Apologético en defensa de D. Luis de Góngora) Peralta ( adaptando a Corneille,) o Mariátegui (En defensa del marxismo), Vallejo (Meditaciones al pie del Kremlin o Rusia 1931) Varga Llosa (de La guerra del fin del mundo), Leopoldo Chiappo (de Escenas de la Comedia), por citar algunos.” (Falla Barreda 1999: 56-57)

El mestizaje en el texto

“El logro extraordinario del Inca ocurre en el lenguaje: Es literario” (Vargas Llosa 2002) El sustrato inca en la versión del mundo de Chimpu Ocllo, la herencia del padre conquistador, la formación alcanzada en España, el pensamiento y el sentido del honor renacentista unido a la novedad de la mirada de hombre del Nuevo Mundo, son elementos con los que se  erige un estilo que es “síntesis magnífica, (de) la plasticidad y el vigor de lo español, la emoción íntima del indio, y la claridad y la tesura de los dulces modelos italianos” (Aurelio Miró Quesada. El Inca Garcilaso. En: Tamayo Vargas, Literatura Peruana, Tomo I  1993 p. 172).

La subjetividad del sujeto de la enunciación halla lugar en textos donde según Tamayo Vargas, “…con facilidad el recuerdo se convierte en melancolía, la palabra equilibrada en una especie de protesta contra la realidad que lo golpea. Su misma actitud vacilante, ya algunas veces hacia su mundo indígena, ya a veces hacia sus antepasados españoles, establece una presencia de la angustia, del retorcimiento, pero generalmente se diluye en un magnífico concierto armónico de su perfeccionado estilo” (Tamayo Vargas 1992:173-174).

De otro lado, el mundo convulsionado por las guerras en el que transcurrió su infancia se hace opción discursiva, como anota  Mariátegui: “La épica medieval, que decaía en Europa en la época de la Conquista, encontraba aquí los elementos y estímulos de un renacimiento. El conquistador podía sentir y expresar épicamente la Conquista. La obra de Garcilaso está, sin duda, entre la épica y la historia.” (Mariátegui [1928] 1967:205).

La obra de Garcilaso (¿historia o  ficción?) aún provoca debate. Lo que ha alcanzado mayor consenso es su consideración como referente poderoso de lo peruano:

 “Literatura peruana con su argumentación teórica desarrollada a partir del reconocimiento de la singularidad del Perú, presenta un marco fundamentalmente histórico-reconstructivo a partir de arquetipos  como es el caso del Inca Garcilaso de la Vega, cuya vida y obra, por diversas líneas de pensamiento es mostrada como la empresa vital y artística de mayor envergadura de las realizadas en el Perú y América entre los siglos XVI y XVII.” (Falla Barreda 1999: 56-57).

En los textos del Inca Garcilaso de la Vega, habla el hijo de Isabel, vecina del Cuzco y del capitán llegado con Pizarro. Sus páginas plenas de memoria e imaginación entretejen el orgullo por las realizaciones  del Imperio llamado Perú, desde la perspectiva de la nobleza cuzqueña; nostalgia de lo vivido en la infancia y adolescencia y adquisiciones intelectuales europeas. Con talento, exigencia y sagacidad, el Inca conquista vastos espacios, construye un extenso lugar bajo el sol donde tiene cabida lo diverso y a cuatro siglos de distancia sigue aportando datos acerca de las fragilidades y  las potencialidades de lo que somos.

Sonia Luz Carillo Mauriz es poeta, periodista y profesora principal de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la UNMSM,  donde cursó estudios de doctorado en Literatura Peruana y Latinoamericana. Investigadora del Instituto de Investigaciones Humanísticas. Ha publicado, hasta el momento, los poemarios: Sin nombre propio (1973), Poemas (1976), … y el corazón ardiendo. Prólogo de Alejandro Romualdo (1979) La realidad en cámara oscura (1981), Tierra de todos (1989)  Las frutas sobre la mesa (1998) y Callada fuente (2011). Acceda al blog de la autora.

Gracias al apoyo de:

Montreal

Referencias bibliográficas:

– Carrillo, Francisco. Garcilaso, el Inca. Vida y obra. Lima, IIH, UNMSM, 1996.

– Falla Barreda, Ricardo. Lo peruano en la literatura virreinal; el caso de Lima fundada de Pedro de Peralta Barnuevo. Lima, Editorial San Marcos, 1999.

– Garcilaso de la Vega, Inca. Relación de la descendencia de Garci Pérez de Vargas. Obras completas, Tomo 1, Madrid, Biblioteca de autores españoles, Atlas, 1965, pp. 230 s. En: http://www.scribd.com/doc/11495728/Inca-Garcilaso-de-La-Vega-Genealogia-de-Garci-Perez-de-Vargas

– Mariátegui, José Carlos. “El proceso de la Literatura”, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima, Amauta, 11ma. Edición, 1967.

– Montiel, Edgard. “La genealogía del Inca Garcilaso”. En Identidades, suplemento del diario El   Peruano, Lima, 3 de octubre de 2005.

– Neira, Hugo. Hacia la tercera mitad. Perú XVI -XX. Lima, SIDEA, 1996.

– Porras Barrenechea, Raúl. El Inca Garcilaso en Montilla (1561 – 1614) Lima, Instituto de Historia de la Facultad de Letras. Editorial UNMSM, 1955.

– Rovira, José Carlos y Mataix, Remedios. El Inca Garcilaso de la Vega. En:  http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/garcilaso/index.shtml

– Vargas Llosa, Mario. “El Inca Garcilaso y la lengua general” En. Biblioteca Cervantes. Archivo digital: http://cvc.cervantes.es/literatura/conferencias_spinoza/vargas.htm Enero 2002.

– Tamayo Vargas, Augusto. Literatura Peruana, Lima, Peisa, 1992.

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