¿Qué razones hay para estudiar esta especialidad en tiempos de recorte presupuestal y acoso a las humanidades? Aquí un raudo repaso con algunos protagonistas.
Por César Salvatierra
«Ustedes, los estudiantes, no saben el poder que tienen», enfatiza el profesor Enrique Pato cuando le pregunto sobre la importancia de cursar hoy Estudios hispánicos en Canadá.
Pato, experto en gramática española, es también el responsable de ciclos superiores de esta especialización en la Université de Montréal (UdeM). En nuestro diálogo evoca lo que presenció en una asamblea donde participaban autoridades, profesores y alumnos: «El vicedecano de entonces escuchó atento los informes de los docentes y del personal administrativo; sin embargo, al final, antes de tomar una decisión, preguntó a los estudiantes su opinión sobre lo que habían escuchado, como si la última palabra la tuvieran ellos».
Eso se entiende porque los alumnos somos como una especie de clientes, somos los que debemos estar satisfechos con lo ofrecido, le digo. «No solo eso. Los alumnos también tienen el poder de revitalizar y dar más prestigio a los Estudios hispánicos. Por ejemplo, ¿por qué no organizan un encuentro entre estudiantes y docentes, donde ambos compartan ideas e iniciativas?», propone el profesor.
Aunque haga ruido a los apóstoles de las humanidades, la universidad, a la larga, es también un negocio y los alumnos son los que pagan. En esa línea, un indicador preciso sobre la demanda de expertos en Estudios hispánicos es la cantidad de egresados trabajando en este campo. Sin embargo, no hallamos cifras oficiales.
Lo que sí encontramos son iniciativas para optimizar las competencias estudiantiles. De eso trata un interesante proyecto piloto para los alumnos de maestría: «Con el proyecto se desarrollarán mejores capacidades profesionales y pedagógicas para una eficiente búsqueda de trabajo», nos explica Karine Jetté, responsable de formación profesional en el Département de littératures et de langues du monde (DLMO), quien, junto con el profesor Pato, ha ido apuntalando esta iniciativa.
En paralelo existe en la UdeM un programa para desarrollar cuatro aptitudes profesionales hoy indispensables: 1) la enseñanza y la transferencia de conocimientos, 2) la eficacia profesional, 3) la organización de la investigación y la responsabilidad social, y 4) la innovación y creatividad. El programa está dirigido a los estudiantes de postgrado y es gestionado por la Faculté des études supérieures et postdoctorales (FESP).
«Este programa es pertinente porque, al final de sus carreras, solo el 20 % de los estudiantes de estudios superiores obtienen un puesto como docentes o un empleo universitario», nos revela Catherine Fouron, analista de seminarios para la inserción profesional de la FESP.
No obstante el bajo porcentaje, los Estudios hispánicos siguen concitando intereses diversos, ya sea por el crisol atrayente de la cultura hispanoamericana o por la boyante presencia del español en estas tierras: es la tercera lengua materna más hablada, según el censo de 2011 hecho por Statistics Canada.
Las alumnas Lysandre Bain y Anne Sophie Roy del primer ciclo de Estudios hispánicos ejemplifican la simpatía de los no nativos por lo hispano.
«Viajé por muchos países, Turquía, Alemania y otros más, pero, sobre todo, me gustó la cultura de América Latina, el contacto con la lengua. Lo que me motiva a seguir Estudios hispánicos es el deseo de trabajar en algún país latinoamericano. Hay tantas cosas por hacer allá. Además, me encantaría trabajar en la enseñanza del español como segunda lengua. ¡Sí, sí!», se emociona Anne-Sophie Roy, joven veinteañera.
A su lado, Lysandre Babin nos dice que estudia porque quiere dedicarse al turismo y al intercambio cultural: «Es que ahora trabajo en un hotel y me ocupo de las actividades de los clientes en plain aire. Me gustaría hacer eso. Utilizar el contenido de Estudios hispánicos para el turismo o para interactuar con la gente. Un bac me ayudará a obtener un mejor empleo, y no sabía que había una opción para ser profesora de literatura, pero bueno, recién empiezo el bac. Por ahora me agradan los cursos, son muy interesantes. En Nicaragua me gustaba estar con la gente, ver su cultura, pero aquí (en la universidad) se aprende de una forma más profunda y eso me gusta. Quiero regresar con toda esa información a América Latina», finaliza Lyandre Bain antes de marcharse a clases con su amiga.
Por su parte, el venezolano Miguel Chillida estudia para profundizar lo que aprendió en su país y revalidar su diploma. Él es alumno extranjero; afirma que cada sesión le cuesta 6 000 dólares y que para pagarlos deberá trabajar duro el próximo verano. Asegura que le encantan las clases aunque le cuesten un dineral, y al final se sincera: «cuando termine el diploma me gustaría hacer otra cosa, sabes, algo que me dé un trabajo más seguro».
En la sede de Radio Canadá, un egresado de Estudios hispánicos de la UdeM labora en el equipo de investigación en temas latinos. Se trata del boliviano Rufo Valencia. Para él fue gratificante seguir el bac en esta institución, aunque entonces trabajaba y estudiaba al mismo tiempo: «Hacía prácticas en Radio Centre Ville para no perder la relación con mi profesión que estudié por tres años en mi país. Tenía la curiosidad de conocer la cultura canadiense cuando un amigo me llamó latino, ¿qué es eso? No comprendía lo que era serlo. La intriga me llevó a conocer más y a estudiar […] En un momento de mis estudios pensé en la enseñanza, en hacer un doctorado».
-¿Dónde crees que está la aplicación de los Estudios hispánicos a esa realidad multilingüe?-, preguntamos. «Te da un método, una forma de encarar un texto, mejor dicho, de encarar la realidad y plasmarla en un texto […] En todas las carreras necesitas un buen dominio del texto. Y esto va de la mano con la lectura, precisamente con la formación de Estudios hispánicos».
La universidad ha cambiado de rumbo, le comento. «La universidad hoy es una fábrica de recursos humanos para preservar este sistema económico, pero pierde la mirada crítica y conservadora de nuestra cultura y sociedad. Un estudiante de letras, de Estudios hispánicos, se toma su tiempo para investigar nuevas forma de pensar, de repensar nuestra humanidad. Pero ahora de lo que se trata es de producir robots en mayor escala para cumplir con el presupuesto».
¿Cómo aplicar los estudios hispánicos en Quebec, mejor aún, en Canadá? Esto inquieta a los estudiantes con un pie fuera de la universidad. «He recorrido todo el país y te aseguro que no hay región canadiense donde no haya latinos, donde no se hable español. Es verdad, es una lengua menor, pero con gran futuro».
Hace poco se cerró temporalmente el postgrado en Estudios hispánicos de la Universidad de Concordia. En comparación a las ciencias aplicadas, las humanidades han sido acorraladas desde hace mucho. Los ajustes presupuestales no son una novedad. Pese a ello, la lengua española va poblando sin demora estas tierras del frío, al tiempo que lo hispanoamericano cobra mayor interés en la multicultural sociedad québécoise. Quizá los Estudios hispánicos en Montreal estén próximos a su mejor momento. Urge realzar las iniciativas sobre la enseñanza de la lengua, acerca de los vínculos culturales con los francófonos y anglófonos, y las ideas innovadoras estudiantiles. Un desafío aguarda a la vuelta de la esquina.
César Salvatierra: Estudiante peruano de la sección de Estudios hispánicos en la Universidad de Montreal y presidente del Comité Latinoamericano de esa casa de estudios (CLAUM). Se ha especializado en la promoción de la cultura hispanoamericana en Montreal y Quebec. Es redactor y responsable de relaciones públicas de Hispanophone. Lea más artículos del autor.