De cómo se gestó una novela histórica: La confesión en el paraíso, que retrata el barroco de Ciudad de México de 1680.
Por Ángel Motta
Un día, buscando información para un cuento que deseaba escribir, encontré en mi biblioteca uno de esos libros que adquirimos y cuya lectura postergamos por una razón u otra. De esta suerte, a diez años de su compra, leí: Los Demonios en el Convento de Fernando Benítez. Un libro de historia de tiempos de Sor Juana Inés de la Cruz, cuyo núcleo es la vida de los principales actuantes del siglo XVII en México y sobre todo, la creación y hechos de la “Casa de acogida voluntaria de mujeres de San Miguel de Belén.” Obra del padre Domingo Pérez de Barcia. Con la lectura, de inmediato recibí el eco de escribir esta historia insólita.
La casa fue concebida para “hospedar y dar sustento a las mujeres perdidas de la muy real y noble Ciudad de México.” Mas, de albergue de ayuda a prostitutas, “actrices pecaminosas”, mendigas, doncellas hermosas y “propensas a provocar pecados”, se convirtió en una cárcel, sin puertas, ni ventanas, con torturas, flagelaciones y miles de rezos, en pos de la redención de Nueva España, la salvación del alma femenina y la venida del Milenio. La casa de clausura fue auspiciada por el entonces arzobispo de Nueva España, Francisco Aguiar y Seixas, misógino y conservador recalcitrante, enemigo jurado de Sor Juana Inés de la Cruz. Es así que, haciendo una comparación con los sucesos actuales de México, me di cuenta de que los hechos de Belén se emparentan demasiado con la tortura y desaparición de mujeres en Ciudad Juárez, así como con la extrema violencia, estigma y abuso que sufre, a gran escala, la mujer actual de México.
Mi primer impulso fue escribir un cuento sobre el caso, solo que escribiendo el cuento, dada la enorme cantidad de información que descubrí y que me pareció fascinante e importante relatar para entender mejor el presente y quiénes somos ahora, el cuento se volvió novela y la novela, una trilogía. La Confesión en el Paraíso, ediciones Milenio, Lleida, España, 2014, es la primera parte.
Como me dijo Carlos Olivares Baró del periódico La Razón en entrevista: “Tu novela es una trampa, pues si bien se sitúa en el siglo XVII, tus personajes son tan actuales y reflejan tanto nuestro siglo, que a veces no sabemos si estamos leyendo la vida de una persona del XVII o del siglo XXI.” Lo cierto, mi novela se sitúa en un periodo histórico muy definido; el 1680. Fecha de entrada como virreyes de los marqueses de la Laguna a la Ciudad de México. Con ello, La Confesión en el Paraíso sigue una cronología bien definida en la historia, se apega lo más posible a hechos históricos sobresalientes del 1680 al 1682, busca retratar con exactitud el lenguaje, costumbres, cultura, alimentación, música, ropa, etc., de la época. Con el objetivo de transportar al lector a ese tiempo y por mi ética de ser lo más fiel posible a un tiempo remoto. Quise además que el drama de Belén fuese el pretexto para contar ese terrible, maravilloso, rico y oscuro siglo XVII. Ello lo intento hacer en un juego narrativo, en donde echo mano del teatro, la pintura, la música, la poesía y la prosa de ese tiempo, como estética, para crear todo el cuadro del tiempo narrado y sus personajes. Me meto e intento meter a los lectores en los modos de pensar y vivir de ese tiempo.
Esta primera parte es, de este modo, el génesis de los hechos de Belén. Es así como conocemos la historia del padre Barcia; causas de su locura, de sus amigos curas –locos en sí− que lo ayudaron a crear Belén, leemos el inicio del amor y relación intelectual entre la condesa de Paredes y Sor Juana Inés de la Cruz. Como eje de los tres libros creé a Verónica. Una adolescente noble en busca de sí y de su sexualidad. Joven precoz que a lo largo de los tres tomos se convertirá en el personaje central del drama de Belén. El objetivo de mi libro es con esto narrar por medio de micro historias vivencias de un cotidiano, entrelazadas, para dar vida a los seres y situaciones que crearon el siglo barroco novohispano.
La nueva España fue un periodo muy complejo en donde sexualidad, irreverencia, fiesta y rebelión se opusieron a la superchería, a los excesos religiosos, a “las buenas costumbres” y a la diferencia racial y social de castas. Una complejidad que me propuse escribir al darme cuenta de que en la literatura mexicana la mayoría de las novelas sobre el tema muestran una visión poco cercana a la realidad y en donde se reiteran estereotipos que datan del siglo XIX. Al mismo tiempo, quise escribir lo que nunca se cuenta en la novela colonialista y esto es detalles de la vida cotidiana, la relación estrecha entre España, Nueva España y el resto del mundo, la vida cortesana, de las calles, así como el apogeo y riqueza del aspecto cultural, artístico y filosófico de la colonia. Quise hacer una novela histórica que diese una versión más acertada del tiempo y a la vez una trilogía donde el lector de España, México y América Latina pudiese ver un espejo de lo que fuimos y somos. La dramaturga y teórica mexicana Fernanda del Monte comentó al público durante la presentación de mi novela en Montreal:
“Tu libro es la pieza que le faltaba a la novela histórica de la literatura mexicana. Como que hay un hueco en nuestras letras de ese período del que sabemos tan poco. La Confesión llena ese espacio vacío con gran acierto.”
A continuación invito a los lectores a leer mi novela. Aquí un enlace al sitio de Ediciones Milenio, donde se puede acceder a las primeras páginas del libro.