La primera novela sobre inmigración hispana en EE.UU.

(Fuente: www.overdrive.com).

En 1914, el médico y político colombiano Alirio Díaz Guerra publicó en Nueva York y en castellano la novela Lucas Guevara. Aquí un ensayo sobre la obra.

Por David Arias

La migración es una experiencia que con frecuencia da origen a obras literarias que aunque no pertenezcan a los cánones de las literaturas nacionales, resultan de gran interés para los lectores. En el ámbito hispanoamericano, existe una novela que responde al nombre de Lucas Guevara. Publicada en 1914 en la ciudad de Nueva York, la obra es la primera novela sobre  inmigración hispánica publicada en los Estados Unidos. Su autor, Alirio Díaz Guerra, fue un escritor, político y médico colombiano nacido en  1862 en el municipio de Sogamoso (Boyacá, Colombia) que a la temprana edad de veintitrés años abandonó el país por razones políticas, exiliándose primero en  Venezuela, donde permaneció diez años, y posteriormente en los Estados Unidos, donde vivió hasta su muerte, acaecida en fecha incierta en la década de 1930 (Kanellos, 2002: 800; Browitt, 2005b: 3). Autor de varios poemas y de otros textos inéditos, su novela pasó inadvertida hasta 1976, cuando el profesor Nicolás Kanellos, de la Universidad de Houston, la recuperó en el transcurso de su investigación sobre el patrimonio cultural hispánico de los Estados Unidos.

Lucas Guevara cuenta la historia de un inmigrante de origen hispano que viaja a Nueva York a comienzos del siglo XX con el fin de completar sus estudios y aprender inglés. Su padre, Don Andrés Guevara, es propietario de una hacienda de café y un almacén en Santa Catalina, un poblado de dos mil habitantes situado en un país no mencionado de América Latina (aunque numerosas pistas sugieren que es Colombia). Los gastos del viaje de Lucas, así como su estadía en la metrópoli, son asumidos por su padre en acuerdo con unos comisionistas. Sin embargo, por cuenta de estos últimos y de la influencia que sobre Lucas ejercen otros personajes, el joven malgasta su dinero, dando comienzo a una vida errática y azarosa. Es así como Lucas frecuenta lugares de dudosa reputación, traba conocimiento con personas poco confiables, va a la cárcel por un altercado, es acogido por una viuda y después expulsado de su casa, realiza trabajos mal pagos y, finalmente, acorralado por las circunstancias y la falta de dinero, se arroja al río de forma intempestiva desde el puente de Brooklyn.

Siendo esta la primera novela de inmigración hispánica en los Estados Unidos, la obra establece lo que será la estructura y los elementos característicos de este tipo de literatura (Kanellos y Hernández, 2002: 796; Browitt, 2005a: 1). Uno de ellos tiene que ver con la construcción de un discurso o “mito opuesto al del Sueño Americano, en oposición (sic) a lo que ocurre en la novela de inmigración escrita en inglés, la cual apoya este mito como la esencia del Bildungsroman americano” (Kanellos y Hernández, 2002: 796). Este discurso antihegemónico es enunciado las más de las veces por una voz narrativa heterodiegética que, la mayoría de las veces, concibe a Nueva York como un sitio hostil para los inmigrantes. La voz  narrativa, que para Browitt coincide en buena medida con la voz del autor, expresa lo que él denomina “subjetividad del exilio”, una subjetividad dominada por los valores de una cultura  latinoamericana masculina de élite y católica de la que provenía Díaz Guerra (Browitt, 2005a: 677). Es en este sentido que Browitt entiende a Lucas Guevara como el resultado del “impulso estético” de su autor para “recuperarse de, compensarse por, o […] ajustar cuentas con el choque de la modernidad urbana y secular y la condición de exiliado/inmigrante” (Browitt, 2005b: 21, traducción mía) (1). La novela, que expresa el conflicto entre los valores culturales de la sociedad estadounidense y la resistencia de los inmigrantes hispánicos para asimilarse a esta, pone de manifiesto la tensión existente entre dos identidades, la hispánica y la anglosajona, a partir de tres elementos que para Browitt son los ejes temáticos de la novela.

El primero de ellos es la preocupación “obsesiva por los cuerpos femeninos, la promiscuidad sexual y los deseos incontrolados” de los personajes y de la voz narrativa (Browitt, 2005b: 9, traducción mía), la cual, para Browitt, resulta ser el principal personaje de la novela. El segundo es aquel que recoge la inquietud del narrador respecto al proceso de modernización y secularización de la metrópoli y una visión negativa en relación con la hibridación cultural y racial que este observa en Nueva York. El tercero, finalmente, es el que refleja la ambivalencia de la voz narrativa frente a los avances tecnológicos de la ciudad y las conquistas de la modernidad (Browitt, 2005b: 9). Tres elementos que en su conjunto explican la “disonancia en la perspectiva narrativa” de la novela, al tiempo que hacen de Lucas Guevara “un texto abierto, a pesar de su trama estereotipada” (Browitt, 2005b: 9).

La oscilación entre el rechazo por las costumbres sociales de los neoyorquinos (y especialmente de las neoyorquinas) y la fascinación por los adelantos tecnológicos y arquitectónicos de la ciudad es en efecto algo palpable a lo largo de la obra. Así, mientras en un pasaje se describe a Nueva York como…

…la última y más alta expresión del movimiento; la manifestación más completa de la grandeza; lo inconcebible, lo majestuoso, lo imposible de describir […] islas que semejan jardines flotantes; riberas pintorescas, cubiertas de exuberante vegetación, pobladas de edificios de cuantos estilos y tamaños se puede concebir, cruzadas por locomotoras que las atraviesan en sucesión vertiginosa; un hervidero de gentes de todas las razas y de todas las costumbres, entregado a sus labores con tal actividad y tal entusiasmo, que infunde en el espíritu de quien por primera vez lo contempla, sentimientos de orgullo, respeto a la virtud y glorificación del trabajo (Díaz Guerra, 1914: 12-13).

…en otro se la presenta como…

…una gran ciudad, una ciudad inmensa, ciudad vorágine, mar humano en donde nadie se conoce, pocos se buscan y raras amistades se encuentran. La fiebre mercantil todo lo absorbe, sobre todo se impone y todo lo avasalla; el descanso de que se disfruta es limitado; y con demasiada frecuencia se observa el caso de que, aun viviendo o comerciando en el mismo edificio, pasen meses sin que dos camaradas se vean ni se entiendan (Díaz Guerra, 1914: 70).

El primer pasaje, que corresponde a las primeras páginas del libro, recoge el asombro que causa en el personaje su encuentro con Nueva York. Puede notarse que el tono de la narración evoca los antiguos relatos de descubrimientos geográficos. Sin embargo, con el pasar de las páginas, nos percatamos de que ese deslumbramiento inicial se transforma en desengaño (el tópico del “no todo lo que brilla es oro” está presente a lo largo de la obra), señalando de paso una percepción recurrente en el discurso de los inmigrantes: la de la ausencia de lazos sociales y de afecto entre los residentes de la metrópoli y, más aún, la imposibilidad de establecerlos. Y es que de hecho uno de los aspectos que más destaca en la novela es la dificultad que tiene el protagonista para entablar relaciones profundas que no estén mediadas por intereses egoístas ni materiales.

Si los neoyorquinos son criticados con vehemencia, los naturales de Santa Catalina no salen mejor  librados. En un pasaje, el narrador se detiene en describir con ironía la conducta observada en un señor de apellido Madriñán, quien de paso por la ciudad no desaprovecha la ocasión de contemplar a las mujeres que se cruzan por su camino:

…a despecho de las virtuosas declaraciones de don Emeterio, notaba Lucas muy a menudo […] que el esposo modelo clavaba con rara insistencia la mirada sobre cualquier hembra de talante provocativo (Díaz Guerra, 1914: 211).

El episodio continúa con la descripción de las calles por las que transitan Lucas y el señor Madriñán y finaliza con un diálogo entre los dos:

[…] En una tarde en que los dos compatriotas caminaban mezclándose entre el tumulto de mujeres que pululan en las avenidas donde los grandes almacenes abundan […], llegaron las cosas a tal punto que Lucas no pudo contenerse, y aún a riesgo de desatar una tempestad, le dijo a Don Emeterio:

–Como que las muchachas de Nueva York le van gustando, ¿no es verdad? Cuidado que no lo vaya a saber su señora.

– ¡Oh!–exclamó el señor Madriñán P., –probaría poco gusto si no las admirara; pero crea Ud. que no pasa de simple admiración.

–De la admiración se pasa a la alcoba–insistió Guevara.

–No digo lo contrario–replicó Don Emeterio–; pero eso no reza conmigo […] Y le declaro que no cometo deslices por virtud: es por carácter: me parece tan despreciable el adúltero como la adúltera.

–San Antonio no le da a Ud. ni por los talones–objetó Lucas, mirando a su compatriota con el rabo del ojo.

–No, señor, lo dicho no significa que sea yo rebelde a los naturales impulsos del organismo humano; todo lo contrario, me agrada observarlo y estudiarlo todo […] porque hablando sinceramente, me complacería hallar la oportunidad de ver de cerca esos lugares en donde he oído decir que se comercia con el pudor; y deseo verlos porque…, en una palabra, el hombre debe conocerlo todo, hasta los antros del vicio para apreciar mejor la virtud. Hay personas que quizás van a ellos arrastradas por una naturaleza desprovista de nociones de moral; otros, como  yo, irían por estudio, según dije antes (Díaz Guerra, 1914: 211-3).

Este pasaje, además de evidenciar el humor que maneja la novela, recrea el conflicto que surge en un individuo de origen hispano, católico y masculino que pretende erigirse como supuesto modelo de fidelidad y castidad una vez se halla expuesto  a las tentaciones que ofrece la ciudad (léase las mujeres y los almacenes que proliferan en las calles). La novela se mueve constantemente en esa tensión creada entre la virtud de los hombres hispanos y el pecado al que invitan los cuerpos femeninos de las mujeres neoyorquinas. El cultivo del espíritu que propone la sociedad conservadora y tradicional de Santa Catalina se halla enfrentado a (o confrontado con) los placeres carnales y materiales de la metrópoli estadounidense, no pocas veces encarnados en las figuras de los cuerpos femeninos. Se trata, pues, de la misma tensión señalada por Browitt entre una sociedad en plena fase de transformación, secularización y modernización (Browitt, 2005a: 679) y los impulsos conservadores y religiosos de ese “tesoro de moralidad cristiana” (Díaz Guerra, 1914: 214) que supone ser para el narrador el  humilde poblado de Santa Catalina.

Es por ello que, según Kanellos y Hernández, la obra funciona como una “sátira mordaz y moralizante [que] refuerza el rechazo de la cultura anglo-americana y la conservación de la identidad hispanoamericana de los inmigrantes” (Kanellos y Hernández, 2002: 800). Hay que decir que el narrador no abraza del todo los valores culturales de Santa Catalina, pues como lo vimos en un pasaje citado, a través del humor y la ironía rechaza la hipocresía de sus habitantes, en especial en lo que concierne a su forma de entender la religión.

Es evidente, además, la oposición que se da en esta novela entre dos espacios radicalmente opuestos como Santa Catalina y Nueva York. Mientras Santa Catalina es representada como refugio de la virtud y la moral católicas (no exenta de algunas críticas y comentarios irónicos del narrador, como ya lo vimos), Nueva York es vista como la corruptora de la moral y las buenas costumbres de los inmigrantes de origen hispano (Kanellos, 2011: 56-7). Para Kanellos y Hernández:

Nueva York es Babilonia mientras que Santa Catalina es un Edén; Nueva York es la sede de la corrupción mientras que Santa Catalina, aunque pobre y atrasado, es reino de pureza e inocencia (Kanellos y Hernández, 2002: 796).

Nueva York no se muestra así como un sitio idóneo para vivir para Lucas ni para la mayoría de los inmigrantes que llegan allí en busca de mejor suerte. El mensaje del libro parece claro: la emigración no es la solución para los problemas prácticos de poblaciones atrasadas como Santa Catalina. Por eso, para Kanellos y Hernández:

[…] la moraleja obvia para los lectores en América Latina es que deben quedarse en la patria, no dejarse engañar por el mito de los Estados Unidos, porque la Metrópoli, en vez de ser el camino a la perfección, es el camino a la destrucción. La Metrópoli del Norte es seductora; parece ofrecer oportunidad, libertad y capital para los hispanoamericanos desprovistos de estos en sus patrias [que no era el caso de Lucas]. Pero esta Metrópoli es devoradora de hombres incautos […]. La sátira mordaz y moralizante en esta novela refuerza el rechazo de la cultura angloamericana y la conservación de la identidad hispanoamericana de los inmigrantes, propósito compartido por la mayoría de las obras escritas en lengua castellana (Kanellos y Hernández, 2002: 800).

Siendo estas las principales características de este género de novelas, sería interesante constatar en qué medida, y aún en la actualidad, los discursos sociales presentes en estas obras coinciden con los discursos sociales que circulan a diario entre los inmigrantes de origen hispano. De esta manera, los lectores que hayan pasado por una experiencia migratoria podrían dar fe de hasta qué punto se identifican con lo expresado por Díaz Guerra en su novela Lucas Guevara y cómo, más de cien años después de su primera publicación, sus descripciones y pensamientos no resultarían después de todo tan anticuados como a primera vista podría parecer.

David Arias  es integrante del comité editorial de la Revista Hispanophone. Lea más artículos del autor.

Notas bibliográficas:

(1) Díaz Guerra’s aesthetic impulse to recover from, compensate for, or simply come to terms with, the shock of secular, urban modernity and the condition of exile/immigration” (Browitt, 2005, p. 21).

 Referencias:

Browitt, Jeff (2005a) . “Sexual Anxiety in Alirio Díaz Guerra’s Lucas Guevara”. Hispania, 88, 4 (December): 677-686.

_____ (2005b). “En híbrida mezcolanza: Exile and Cultural Anxiety in Alirio Díaz Guerra’s Lucas Guevara”. Journal of Multidisciplinary International Studies. Disponible en http://dx.doi.org/10.5130/portal.v2i1.84

Kanellos, Nicolás e Imra Hernández (2002). “Lucas Guevara: la primera novela de inmigración hispana a los Estados Unidos”. Hispania, 85, 4, Dec.: 795-803.

Kanellos, Nicolás (2011). Hispanic Immigrant Literature. El sueño del retorno. Austin: University of Texas Press.